CRISTO COMO LA CORPORIFICACIÓN DEL DIOS TRIUNO LLEGA A SER LA VIDA DE SUS CREYENTES
El primer asunto que el Nuevo Testamento abarca es la venida de Dios, que comienza con Su encarnación y culmina cuando Él fue hecho Espíritu vivificante, a fin de poder llegar hasta nuestro espíritu. Después de que Dios vino, Él entró en nosotros para regenerarnos, hacernos Sus hijos, Sus hijos maduros, para que pudiéramos ser partícipes de la naturaleza divina. Esta participación tendrá su consumación cuando seamos glorificados. Después de nuestra regeneración, Cristo como la corporificación del Dios Triuno permanece en nuestro interior para ser nuestra vida (Col. 3:4a). Él no sólo entra en nosotros para regenerarnos, sino que también permanece en nuestro interior para ser nuestra vida. Cristo es nuestra vida en tres eras: la era presente, la era venidera y la era eterna.
En la era presente
Vive en el espíritu de los creyentes
para su vida diaria
En la era presente Cristo vive en el espíritu de los creyentes para su vida diaria (Gá. 2:20a; 2 Ti. 4:22). Nuestra vida diaria no debe ser meramente una vida humana que vivimos por nosotros mismos; nuestra vida diaria debe ser Cristo. En Gálatas 2:20 Pablo dijo: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí”. En este pasaje Pablo parece estar diciendo: “Cristo en mí es mi vida, y ahora Él vive en mí para ser mi vivir. Él es mi vida por dentro y mi vivir por fuera. Yo vivo Cristo. Cristo es mi vida y Cristo también es mi vivir. Él es mi vida diaria”.
El Cristo que vive en nosotros como nuestra vida está en nuestro espíritu (2 Ti. 4:22). Si vamos a tomar a Cristo como nuestra vida y vamos a vivirlo a Él como nuestro vivir, tenemos que ser aquellos que permanecemos en nuestro espíritu. Tenemos que estar en nuestro espíritu, no en nuestra mente, parte emotiva, voluntad, entendimiento ni en lo que nos agrada o desagrada. Cuando nos desagrada una persona, cuanto más pensamos en ella, más nos desagrada. Por ejemplo, en el entrenamiento es posible que a una hermana se le haya asignado una compañera de cuarto que ella considera problemática. Cuanto más esa hermana piensa en su compañera de cuarto, más problemática se le vuelve ésta. La solución para este tipo de problema es volvernos a nuestro espíritu. Tenemos que considerarnos unos a otros en nuestro espíritu. Cuando nos volvemos a nuestro espíritu, Cristo como nuestra vida está allí. Ésta es nuestra vida cristiana.
Es todos los miembros del nuevo hombre
para la vida de iglesia de los creyentes
Cristo vive en nosotros para ser todos los miembros del nuevo hombre (Col. 3:10-11). Nosotros somos los miembros del nuevo hombre, y todo miembro del nuevo hombre tiene que ser Cristo. Cristo es el elemento del nuevo hombre, y el mismo Dios que está en Cristo es la esencia del nuevo hombre. Nosotros somos la cáscara, el componente exterior, del nuevo hombre.
Cristo es todos los miembros del nuevo hombre para la vida de iglesia de los creyentes. En la vida de iglesia no hay americanos, chinos, japoneses, alemanes ni españoles. Cristo es todo en el nuevo hombre. Colosenses 3:10-11 dice: “Vestido del nuevo [...] donde no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro, escita, esclavo ni libre; sino que Cristo es el todo, y en todos”. En el nuevo hombre todos hemos sido anulados. Ahora sólo está Cristo. Cristo debe ser nuestra vida diaria y Él también debe ser nuestra vida de iglesia. Ésta es nuestra vida de iglesia en la era presente. Si Cristo fuera nuestra vida diaria y nuestra vida de iglesia, no habría problemas en nuestra vida familiar ni en nuestra vida de iglesia. Los problemas en nuestra vida familiar y en la vida de iglesia vienen cuando vivimos como chinos, como neozelandeses o como americanos. Cuando vivimos de esa manera, la vida de iglesia es anulada. Cuando vivimos otra cosa que no sea Cristo, la vida de iglesia está acabada. Por lo tanto, tenemos que ser anulados, y Cristo debe ser el que viva. Cuando somos anulados y Cristo es el que vive, tenemos la vida apropiada de iglesia.
(
Dios Triuno es vida para el hombre tripartito, El, capítulo 4, por Witness Lee)