EL CELO EN EL SERVICIO
También hay una diferencia entre el crecimiento de vida y el celo en el servicio. Hechos 22:3 demuestra que el celo es algo muy diferente de Cristo como vida. Pablo dijo de sí mismo que antes de recibir a Cristo, había sido “instruido a los pies de Gamaliel, en el rigor de la ley de nuestros padres, celoso de Dios, como hoy lo sois todos vosotros”. Pablo no tenía a Cristo, sin embargo era celoso de Dios. Casi todos los judíos de ese tiempo eran personas celosas sin Cristo. ¿Entonces que es el verdadero celo? Es el arder de Cristo. Cuando nos abrimos al Señor y le permitimos que venga a llenarnos, Él es el que arde. Él no solamente fluirá desde nosotros, sino que nos quemará y hará que ardamos a fin de quemar a otros. Cuanto más le contactemos y más llenos seamos, más seremos quemados y más ardientes seremos.
El celo verdadero no proviene del alma, sino del espíritu, como dice en Romanos 12:11: “En el celo, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor”. ¿Cómo podemos ser fervientes en espíritu? Esto requiere que nos abramos al Señor desde lo profundo de nuestro ser, desde nuestro espíritu, y dejemos que el Señor nos llene desde nuestro interior. Entonces seremos ardientes en el espíritu, y seremos celosos, fervientes, en el espíritu.
Debemos aprender a distinguir entre una persona que es meramente ferviente y celosa en su servicio a Dios, y una persona que está llena de Cristo, que ha sido quemada por Cristo y que es ferviente en espíritu. Este celo, este fuego, tiene que ser Cristo mismo. De nuevo les digo, éste es el verdadero crecimiento de vida. Es posible tener a Cristo como vida dentro de nosotros, y aun así no tener el crecimiento de vida. Si experimentamos el crecimiento de vida, seremos quemados por Él y llegaremos a ser ardientes. Esto es el verdadero celo en el servicio.
(Tratar con nuestras partes internas para el crecimiento en vida, capítulo 6, por Witness Lee)