Tratar con nuestras partes internas para el crecimiento en vida, por Witness Lee

SEPARADOS DE CRISTO NADA PODEMOS HACER

Si dos hermanos se detestan, es posible que alguien ore por ellos y les recomiende que se amen el uno al otro. Parece que está bien hacer esto. No obstante, estos hermanos no pueden amarse por su propia cuenta. Juan 15:12 dice: “Éste es Mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como Yo os he amado”, y el versículo 17 dice: “Estas cosas os mando para que os améis unos a otros”. No obstante, el versículo 5 dice: “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en Mí, y Yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de Mí nada podéis hacer”. Por una parte, el Señor Jesús nos dice que debemos amarnos unos a otros. Por otra parte, en el mismo capítulo nos dice que separados de Él nada podemos hacer.

El amor que el Señor menciona aquí equivale a la propagación e incremento de Sí mismo. Dentro de un árbol se hallan las riquezas de la savia de vida del árbol. Llevar fruto es simplemente la propagación de las riquezas de la savia de vida del árbol. Con esto podemos ver que, en Juan 15, el amor que debemos tener los unos a los otros no es cierta clase de comportamiento, sino el crecimiento de vida, el aumento, la expansión y la propagación de Cristo. Aun si pudiésemos amarnos unos a otros, no es ése el amor real que se menciona aquí. El verdadero amor del que se habla tal vez parezca cierta conducta, pero no lo es. Este amor equivale al incremento y la propagación del Cristo que mora en nosotros, la expresión de la vida interior. Por lo tanto, éste es el crecimiento de vida; no es una simple mejora del comportamiento.

Tal vez, un hermano tenga una orgullosa manera de ser, pero se da cuenta que no es correcto que un hermano cristiano que está en la iglesia entre otros hermanos, sea orgulloso y que el orgullo es algo feo. Entonces, quizás él ore y haga todo lo posible por mejorar su comportamiento a fin de ser humilde. Es posible que todos nos sorprendamos al ver la humildad de este hermano. Quizás digamos: “Miren, apenas la semana pasada este hermano era muy orgulloso. Y vean cómo ha cambiado. Ahora él es muy humilde”. No obstante, debemos preguntarnos qué clase de cambio es éste. ¿Este cambio es una simple mejora del comportamiento, o es la expansión de Cristo dentro de él? La manera de tener la expansión de Cristo en nuestro interior no es al corregirnos a nosotros mismos ni al mejorar nuestro comportamiento, sino abrirnos al Señor, permitiéndole que Él venga y nos llene, nos absorba, nos impregne, nos sature y se propague a Sí mismo en todo nuestro ser. Entonces, en las circunstancias que requieren de nuestra humildad, este Cristo que se propaga en nosotros será la humildad que satisface tal necesidad. Esta humildad no es cierta clase de comportamiento, sino es una clase de propagación de Cristo y una expresión de Cristo.

Tal vez esto sea difícil de entender, porque nuestro entendimiento, nuestro concepto y nuestra mente se enfocan mucho en nuestro comportamiento, en la moralidad y en la mejora de nuestra conducta. No obstante, hemos visto ahora que el crecimiento de vida es el aumento de Cristo, la propagación de Cristo, la impregnación de Cristo y la expansión de Cristo.

(Tratar con nuestras partes internas para el crecimiento en vida, capítulo 5, por Witness Lee)