LA APARIENCIA DE PIEDAD
La verdadera piedad es la semejanza de Dios
En 2 Timoteo 3:5 se nos dice: “Que tendrán apariencia de piedad, pero negarán el poder de ella; de éstos apártate”. Debemos ver la diferencia entre el crecimiento de vida y la apariencia de piedad que se menciona en este versículo. Repito de nuevo, debemos aprender dos lecciones. Una lección es conocer la realidad de estas verdades, y la otra es saber cómo presentar lo que conocemos de una manera clara para que las personas fácilmente lo comprendan y entiendan. En breve, la piedad quiere decir la semejanza de Dios. Ser piadoso es ser como Dios. En 1 Timoteo 3:16a dice: “Indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: / Él fue manifestado en la carne”. El misterio de la piedad es Dios manifestado en la carne, en un ser humano. Por consiguiente, la piedad significa la semejanza de Dios, ser como Dios. Éste es un tema grandioso. El hombre fue creado a la imagen de Dios, conforme a la semejanza de Dios, con la intención de que fuese igual a Dios. Es la intención de Dios que seamos como Él, que tengamos Su imagen y Su semejanza. No obstante, en 2 Timoteo 3:5 se nos habla de tener la apariencia de piedad, sin el poder de la piedad. Negar el poder de la piedad indica que no se tiene su realidad viviente; se tiene la forma sin tener la vida.
La forma de la piedad
es solamente la apariencia de piedad
La forma de la piedad es solamente la apariencia externa, la semejanza exterior, de la piedad. Dios es santo, así que es posible que intentemos ser santos como Él lo es. Dios es separado de todas las cosas comunes, así que podemos intentar también separarnos de todas las cosas comunes. Dios es amor, así que tal vez tratemos de ser como Dios y mostrar amor hacia los demás. Además, Dios es luz, así que también podemos tratar de estar en la luz y evitar las cosas de la oscuridad. Todo esto es solamente la forma, la apariencia, de la piedad, de la semejanza de Dios. En el cristianismo actual podemos ver fácilmente muchas formas de piedad, en especial al asistir a un “servicio” eclesiástico. Muchos creen que para mostrar que son personas piadosas, ellos deben tomar su Biblia en la mañana del día del Señor y caminar de cierta manera. Luego entran en el edificio de la iglesia, y toman asiento silenciosamente. Cuando yo era joven, fui influenciado por estas cosas y quería aprenderlas. Ésta es la forma de la piedad, tal como muchos lo practican en el cristianismo actual. Eso no es el crecimiento de vida.
En los cuatro Evangelios, el Señor Jesús era una persona viviente. Él era verdaderamente santo. Él era el amor y la luz verdaderos. Esto describe la viva realidad, no la forma. Lo que los fariseos tenían era solamente la forma; pero lo que el Señor Jesús era, era la viva realidad de la piedad.
Hace muchos siglos atrás hubo un hombre de Dios, un hombre realmente santo. En una ocasión fue invitado a ministrar en otra ciudad. Dado que él era famoso, el día de su llegada la gente de esa ciudad le esperaba entusiasmada para darle la bienvenida. Él anticipaba eso, así que antes de llegar allí se desapareció de la vista pública y se fue a un pequeño parque a jugar con unos niños en un subibaja. En el tiempo acordado de su llegada, la gente no pudo encontrarlo. Lo buscaron por toda la ciudad hasta que finalmente le vieron jugando con los niños. Particularmente en ese tiempo, la gente pensaba que un hombre de Dios debía parecer santo, como un sacerdote con una túnica larga. Ese hermano sabía que si él llegaba a la ciudad vestido de esa manera, todos le admirarían. En lugar de ello, la gente se preguntaba: “¿Qué clase de persona es ésta? ¿Es éste un siervo de Dios? ¿Es éste un hombre de Dios que primero va al parque a jugar con los niños?”. Al hacer esto, él intentaba romper con el concepto natural de piedad que ellos tenían para ayudarles a que viesen lo que era la piedad verdadera.
La realidad de la piedad
proviene del aumento de Cristo
dentro de nosotros
La realidad de la piedad es el crecimiento de vida, y el crecimiento de vida es el aumento de Cristo dentro de nosotros. No es tener una actuación externa. Más bien, esto requiere abrirse otra vez al Señor a fin de tener contacto con Él cada día y todos los días, ser un solo espíritu con el Señor, y ser lleno, saturado e impregnado de Él y ser absorbido por Él. Entonces Él se manifestará en nuestro vivir, y de manera espontánea e inconscientemente seremos personas piadosas. Tal vez no tengamos la intención de ser como Dios o de ser piadosos, pero somos uno con el Señor y siempre estamos llenos de Él. Él fortalece nuestro hombre interior, hace Su hogar en todas las partes de nuestro ser, e incluso somos llenos hasta la medida de toda la plenitud de Dios (Ef. 3:16-19). Entonces lo que seamos espontáneamente será la semejanza de Dios. Ésta es la viva realidad de la piedad. No es necesario hacer una actuación para mostrar que somos tan santos como Dios, ni para mostrar que tenemos amor como Dios lo tiene.
(
Tratar con nuestras partes internas para el crecimiento en vida, capítulo 6, por Witness Lee)