Tratar con nuestras partes internas para el crecimiento en vida, por Witness Lee

LA NECESIDAD DE UN SENTIR ESPIRITUAL SANO Y DE LA OBRA DE LA CRUZ

¿Cómo podemos distinguir el amor, la humildad y la paciencia que proceden de nosotros mismos, de aquellas que provienen de la propagación de Cristo? ¿Cómo podemos diferenciar el “bronce” del “oro”? La mejor manera de diferenciar estas dos categorías de cosas es mediante nuestro sentir interior. No obstante, a fin de percibir estas cosas, debemos poseer la debida “nariz” espiritual. Si estamos espiritualmente sanos, tendremos una nariz espiritual sana. Muchas veces sentiremos que una persona es amorosa, pero que este amor no es muy grato. Ese amor no tiene el sabor de Cristo. Ese amor no tiene el grato olor de Cristo; más bien, está impregnado del yo. De nuevo, otra persona puede ser humilde con un hermano, pero su humildad no tiene el sentir, ni la dulzura, ni el grato olor de Cristo. Podemos percibir el olor de Cristo o el olor del orgullo en la humildad. No podemos definir esto, pero sí podemos sentirlo. Todos debemos aprender a hacer esto. Entonces Cristo crecerá dentro de nosotros.

Aquí podemos ver cuánto necesitamos negarnos al yo, cuánto necesitamos la obra de la cruz. La obra de la cruz no es sólo para tratar con las cosas malignas, sino también con las cosas buenas. Es para tratar con nuestra conducta. Hablando con propiedad, no debemos tener un mero comportamiento. Lo que debemos tener es simplemente la vida, el Cristo que se propaga desde nuestro interior.

(Tratar con nuestras partes internas para el crecimiento en vida, capítulo 5, por Witness Lee)