Visión central necesaria para servir a la iglesia, La, por Witness Lee

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EL SERVICIO SEGÚN EL HOMBRE EN CONTRAPOSICIÓN A LA REVELACIÓN DE DIOS

En Gálatas 1:11 Pablo dice: “Os hago saber, hermanos, que el evangelio anunciado por mí, no es según hombre”. La expresión según hombre nos muestra que podemos anunciar el evangelio según la voluntad del hombre. En el versículo 12 él dice: “Yo ni lo recibí ni lo aprendí de hombre alguno, sino por revelación de Jesucristo”. Esto nos muestra que la voluntad del hombre está en contraposición a la revelación de Dios. Es posible anunciar el evangelio según la voluntad del hombre y de manera contraria a la revelación de Dios.

En el versículo 13 Pablo dice: “Habéis oído acerca de mi conducta en otro tiempo en el judaísmo, que perseguía sobremanera a la iglesia de Dios, y la asolaba”. El judaísmo, que es una religión ortodoxa, le enseña al hombre a adorar a Dios y llevar a cabo la voluntad de Dios. Sin embargo, el servicio celoso que Saulo de Tarso rindió en tal religión que adoraba y servía a Dios realmente contradecía la voluntad de Dios. En su servicio él perseguía y asolaba la iglesia que Dios estableció. La voluntad de Dios consiste en ganar la iglesia, pero Saulo perseguía y asolaba la iglesia. Esto nos debería servir de advertencia para que no estemos muy confiados en cuanto al servicio que rendimos en la iglesia. Es posible que el servicio celoso que rendimos contradiga la voluntad de Dios. Aunque Saulo de Tarso perseguía y asolaba la iglesia al punto de matar cristianos, su persecución y asolación realmente eran la obra de Satanás. Es posible que Satanás utilice el servicio celoso que una persona rinde incluso en una religión ortodoxa. Por tanto, no deberíamos pensar que Satanás nunca puede estar involucrado en nuestro servicio. Tener tal seguridad trae consigo el autoengaño. Si Saulo de Tarso pudo ser engañado, nosotros podemos ser engañados.

En el versículo 14 Pablo dice: “En el judaísmo aventajaba a muchos de mis contemporáneos en mi nación, siendo mucho más celoso de las tradiciones de mis padres”. Quizás nadie era más diligente que Saulo de Tarso, pues él aventajaba a muchos de sus contemporáneos en su nación. Si otros se despertaban a las 5:30 de la mañana a adorar a Dios, él probablemente se despertaba a las 3:30. Él no era perezoso en su celo por el judaísmo, pero Satanás utilizó su diligencia. Aunque la pereza es un indicio de que una persona no está en el espíritu, la diligencia no necesariamente es indicio de que una persona está en el espíritu. Es posible que una persona perezosa y también una persona diligente estén fuera del espíritu. Nunca deberíamos condenar la pereza mientras justificamos la diligencia, pues la diligencia de una persona no necesariamente está asociada con que ella esté en el espíritu. Saulo sirvió a Dios diligentemente en una religión ortodoxa y aventajó a todos los demás, siendo mucho más celoso de las tradiciones de sus padres. Ya que el celo requiere diligencia, una persona que carece diligencia no será celosa. Sin embargo, es posible que tal celo y diligencia estén aparte de la voluntad de Dios.

En Hechos 26:9-11 Pablo dijo: “Yo ciertamente había creído mi deber hacer muchas cosas contra el nombre de Jesús de Nazaret; lo cual también hice en Jerusalén. Yo encerré en cárceles a muchos de los santos, habiendo recibido autoridad de los principales sacerdotes; y cuando los mataron, yo di mi voto. Y muchas veces, castigándolos en todas las sinagogas, procuraba obligarles a blasfemar; y enfurecido sobremanera contra ellos, los perseguía hasta en las ciudades extranjeras”. Saulo fue muy diligente en hacer cosas contra el nombre de Jesús, y él muchas veces persiguió a los santos sobremanera. Aunque él era más diligente que otros, su diligencia no estaba en el espíritu. Tenemos que condenar esta clase de diligencia del mismo modo que condenamos la pereza. Aunque algunas iglesias locales sufren pérdida a causa de la pereza de los hermanos responsables, otras iglesias se ven perjudicadas por su diligencia natural.

(Visión central necesaria para servir a la iglesia, La, capítulo 2, por Witness Lee)