Visión central necesaria para servir a la iglesia, La, por Witness Lee

Más extractos de este título...

LA OBRA NECESITA PRODUCIR FRUTO

Necesitamos entrar en la presencia del Señor, considerar y acudir al Señor, y permitir que Él resplandezca sobre nosotros nuevamente. Es posible que hayamos caído en la misma condición que el pueblo judío. Ellos adoraban a Dios en el templo conforme a la ley de Moisés, y nosotros servimos en la iglesia conforme a lo que se nos ha enseñado a lo largo de los años. Nunca deberíamos pensar que es imposible caer en tinieblas, en ceguera y estar bajo la autoridad de Satanás, como lo hicieron los judíos. Así como ellos cayeron en tinieblas bajo la autoridad de Satanás, nosotros podemos caer y quizás hasta caer más bajo que ellos.

Cada árbol se conoce por su fruto (Mt. 12:33; Lc. 6:44); esto es una ley invulnerable de la Biblia. El que nuestro servicio sea bueno o malo no se determina por las palabras que nosotros hablamos, sino por el fruto que llevamos. A fin de tener fruto apropiado, debemos estar en el espíritu. El fruto que hay en las iglesias del Lejano Oriente no es una evidencia convincente de que los santos viven en el espíritu. No digo esto para condenar a otros o la iglesia, sino para recordarnos de que debemos examinarnos a nosotros mismos. Si vivimos en el espíritu, ¿dónde está nuestro fruto? Un grano de trigo que cae en la tierra y muere lleva mucho fruto (Jn. 12:24). Si decimos que somos granos de trigo y que hemos caído en la tierra y muerto, ¿dónde está el resultado de nuestra muerte? Si nosotros somos iguales a quienes no tienen experiencia alguna de la muerte y no llevan fruto, ¿acaso hemos muerto verdaderamente? Si un grano de trigo no lleva ningún fruto, ¿es mejor que un grano de arena? Es inútil debatir acerca de las razones por las cuales no tenemos fruto; incluso los bandidos tienen razones para ser bandidos. No podemos depender sólo de palabras; tenemos que ver si hay algún fruto.

Si hemos sido colaboradores o ancianos por muchos años pero no tenemos ningún fruto, no necesitamos ninguna otra prueba de nuestra carencia. La infructuosidad de otros no es el problema. Si nosotros mismos no tenemos fruto, nuestra obra es insignificante. Si el Señor viniera hoy a arreglar cuentas con nosotros, Él no verificaría si nosotros estamos en lo correcto acerca de ciertos asuntos; más bien, Él verificará si tenemos fruto. Las iglesias en el Lejano Oriente deberían tener una fuerte capacidad para engendrar muchos hijos. Si los ancianos, colaboradores y hermanos responsables no tienen hijos, perderemos una generación a lo largo de los próximos diez años. Nosotros los colaboradores que hemos obrado por tantos años necesitamos preguntarnos: ¿Quién llevará la obra adelante? ¿Dónde está nuestra próxima generación? Si los colaboradores y los ancianos no producen una nueva generación, las consecuencias serán preocupantes.

(Visión central necesaria para servir a la iglesia, La, capítulo 2, por Witness Lee)