LAS TRES SECCIONES DEL TEMPLO
CORRESPONDEN A LAS TRES PARTES DEL HOMBRE
Las tres partes del hombre —el cuerpo, el alma y el espíritu— corresponden a las tres secciones del templo santo, las cuales son el atrio, el Lugar Santo y el Lugar Santísimo. Nosotros somos el templo de Dios (1 Co. 3:16-17). En el templo hay tres secciones y nosotros tenemos tres partes. Las tres secciones en el templo corresponden a nuestras tres partes. Nuestro cuerpo corresponde al atrio, nuestra alma corresponde al Lugar Santo y nuestro espíritu corresponde al Lugar Santísimo.
A fin de contactar a Dios, tenemos que pasar por el atrio y entrar al Lugar Santo, y debemos pasar por el Lugar Santo y entrar en el Lugar Santísimo a fin de ver a Dios cara a cara. El altar del holocausto y el lavacro están en el atrio. La mesa del pan de la Presencia, el candelero y el altar del incienso están en el Lugar Santo. Sólo el Arca, que tipifica a Cristo, está en el Lugar Santísimo. La mesa del pan de la Presencia tipifica a Cristo como nuestra vida, el candelero de oro tipifica a Cristo como nuestra luz, y el altar de oro del incienso tipifica a Cristo, el incienso dulce que nos hace aceptables a Dios. Sólo el Arca en el Lugar Santísimo tipifica la persona de Cristo. En el Lugar Santísimo estamos en la presencia de Dios, donde lo único que hay es Cristo.
Deberíamos preguntarnos si nuestra experiencia se relaciona con el atrio, el Lugar Santo o el Lugar Santísimo. Tomar medidas respecto a la carne, llevar la cruz y experimentar el trato por parte de la cruz son experiencias propias del atrio, pues el altar del holocausto tipifica la cruz. La ofrenda presentada en el altar del holocausto y el lavamiento en el lavacro tienen como finalidad que nosotros entremos al Lugar Santo, y de allí, al Lugar Santísimo. Es correcto experimentar la cruz en el atrio, pero esta experiencia tiene por finalidad que entremos al Lugar Santo. Sin embargo, en cuanto nos centramos en la cruz, tendemos a permanecer allí y no estamos dispuestos a irnos; no estamos dispuestos a entrar al Lugar Santo y después al Lugar Santísimo. Aquellos que han experimentado la cruz tienen que examinar si ellos han entrado en el espíritu o no. Si no hemos entrado en nuestro espíritu, aunque hemos experimentado la cruz por varios años, hay un problema.
(Visión central necesaria para servir a la iglesia, La, capítulo 6, por Witness Lee)