Estudio-vida de Hebreos, por Witness Lee

I. A LOS PADRES

Dios ha hablado en dos etapas: a los padres y a nosotros. En tiempos pasados Él habló a los padres, pero en estos últimos días Él nos habla a nosotros. Antes de que Dios hablara a los hombres, Él le habló a la nada, a lo que no era. Él le habló a la nada puesto que en ese entonces no existía nada. Fue por medio de Su hablar que Él llamó las cosas que no eran, como si existiesen (Ro. 4:17). Él dijo: “¡Luz!”, y la luz llegó a existir. El universo entero fue creado por medio de Su hablar, por Su palabra. El universo entero fue constituido por la palabra de Dios (11:3). “Porque Él dijo, y fue hecho; Él mandó, y existió” (Sal. 33:9). Dios lo hace todo por medio de Su hablar. La verdadera obra que Dios realiza hoy entre nosotros la efectúa por medio de Su hablar. Si Dios no nos hablara, no podríamos hacer nada, no importa cuán arduamente trabajáramos. Si Dios no hablara, los ancianos y los hermanos que presiden en las iglesias no podrían hacer nada. Pero cuando Él habla, debemos decir: “¡Alabado sea el Señor!”. Cuando Dios le habla a la nada, algo llega a existir. Él llama las cosas que no son como si fuesen. Por Su hablar todo llegó a existir. El universo entero fue hecho por Su palabra, y después de esto, la humanidad llegó a existir.

Después que el hombre fue creado, Dios habló a los padres. En tiempos pasados Él habló parcial y diversamente a los padres en los profetas (1:1). En el Antiguo Testamento, Dios no habló al pueblo una sola vez y de una sola manera, sino en muchos fragmentos y de muchas maneras; trajo una porción a los patriarcas hablándoles de cierta manera, otra porción por medio de Moisés de otra manera, una porción por medio de David de una manera, y otra por medio de varios profetas en diversas maneras. Aun el Pentateuco, que consta de los primeros cinco libros del Antiguo Testamento, contiene una gran diversidad de pasajes en los que Dios habló. Estos libros, Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio, constituyen cada uno un fragmento diferente del hablar divino y, a su vez, en cada libro encontramos diversos fragmentos del mismo. ¿Ha visto usted alguna vez algún otro escrito que tenga un contenido tan rico como la Biblia? El Antiguo Testamento contiene diversos escritos: historias, crónicas, salmos, proverbios y los libros de los profetas. Algunos libros son muy extensos, de más de sesenta capítulos, mientras que otros son breves, de tan sólo unos cuantos capítulos. Además, la Biblia agota todas formas del lenguaje; por ejemplo, encontramos profecías, tipos, sombras y figuras. La Biblia habla figurativamente de la mujer, la serpiente, el hombre, el león, el escorpión y el cordero, así como del agua, el sol, la luna, las estrellas y las distintas clases de árboles y plantas; y también emplea palabras explícitas, ejemplos, proverbios, parábolas, alegorías y tipos. Todas estas formas de expresión han sido utilizadas en las Escrituras. Cuando Dios le habló a Moisés, Él no se valió solamente de palabras, sino que le habló desde una zarza que ardía y no se consumía (Éx. 3:1-6). Ésta fue una forma maravillosa de hablar. Por medio de esto, Moisés entendió que no necesitaba ser consumido por el fuego, sino que más bien debía arder sin consumirse. Dios no pretendía servirse de él como combustible. Una pequeña zarza ardiendo le comunicó a Moisés muchas cosas. Ésta fue la manera en que Dios le habló a Moisés. ¡Oh, cuánta sabiduría se halla en la Biblia! Las cosas más sencillas son usadas de manera profunda para comunicar el hablar de Dios. Verdaderamente Dios ha hablado en muchas porciones y de muchas maneras.

(Estudio-vida de Hebreos, capítulo 2, por Witness Lee)