I. SU PERSONA
Ahora estamos listos para considerar al Hijo. Hebreos 1 revela dos aspectos principales relacionados con el Hijo: Su persona y Su obra.
A. El Hijo es el resplandor de la gloria de Dios
El escritor de la Epístola a los Hebreos, que fue absolutamente inspirado por el Espíritu Santo, tuvo la sabiduría de decir que el Hijo es el resplandor de la gloria de Dios (1:3). El resplandor de la gloria de Dios es semejante al resplandor o al brillo de la luz del sol. El Hijo es el resplandor, el brillo de la gloria del Padre. ¿Puede usted separar el resplandor de la gloria misma? Sería como querer separar el brillo del sol de los rayos solares. Es imposible hacer esto porque el resplandor del sol y los rayos solares son uno. Tomemos como ejemplo la luz eléctrica. ¿Podríamos decir acaso que la luz es una cosa y la electricidad otra? Por supuesto que no. La luz es simplemente la expresión de la electricidad. La electricidad es un misterio. ¿Hay alguien que haya visto la electricidad? No obstante, aunque la electricidad es un misterio, no podemos negar que es real. ¿Qué nos permite saber que la electricidad está presente en cierta habitación? Cuando vemos que hay luz en las lámparas. La luz es el resplandor de la gloria de la electricidad. De igual manera, jamás debemos pensar que el Hijo es alguien separado de Dios. El Hijo es la expresión de Dios mismo.
Hay algunos que llamándose cristianos no creen que Cristo es Dios. No creer en esto es la más grande blasfemia contra el Señor Jesús. Nuestro Señor no es nada menos que Dios. Él es Dios mismo. En 1950, mientras me hallaba en Manila, supe de un grupo bastante influyente de “cristianos” que no creía que Cristo fuera Dios. Debido a que algunos de sus miembros vinieron al recobro del Señor, un día algunos delegados de ese grupo vinieron a visitarme: dos abogados, un médico y un maestro de escuela. Vinieron con sus Biblias para tratar de derrotarme. La primera pregunta que me hicieron fue: “Señor Lee, ¿cómo puede usted afirmar que Cristo es Dios?”. Yo les contesté: “¿Cómo pueden ustedes decir que Cristo no es Dios? Contéstenme ustedes primero, y luego yo les daré mi respuesta. Muéstrenme dónde dice en la Biblia que Cristo no es Dios”. Ellos me dijeron: “No podemos mostrarle ningún versículo que diga que Cristo no es Dios. Pero tampoco usted debiera suponer que sí lo es”. Yo les dije que no estaba suponiendo nada, y procedí a citarles Juan 1:1. Inmediatamente ellos dijeron: “Ese versículo dice que el Verbo era Dios, pero no dice que Cristo sea Dios”. Les contesté: “¿Qué clase de personas son ustedes? ¿Están cuerdos? ¿Díganme, quién es el Verbo?”. Ellos respondieron, “El Verbo es el Verbo. El Verbo no es Cristo”. Entonces les dije: “¿No tienen en su Biblia el versículo 14 que dice que el Verbo se hizo carne?”. Ellos dijeron: “Ese versículo dice que el Verbo se hizo carne, y no que el Verbo se hizo Cristo”. Yo dije: “No tengo tiempo para esta clase de pláticas tergiversadas. Lo que ustedes dicen no tiene ningún sentido”. Ellos, tratando de mostrar cierta clase de humildad, que más bien era diabólica, me pidieron que fuera más paciente con ellos. Entonces les dije: “No deseo escucharlos más; ustedes sólo hablan disparates, sino que no tienen una mente sobria. Cualquiera que tenga cordura entiende que en el principio era el Verbo, que el Verbo era Dios, que el Verbo se hizo carne, y que dicha carne fue llamada Jesús y que, por tanto, Jesús es Dios. Pero lo que ustedes dicen carece de todo sentido”. Ellos fueron puestos en evidencia y salieron derrotados. Algunos de los miembros de ese grupo llegaron ver que no andaban conforme a la verdad y que todo lo que tenían era una falsedad.
Todos debemos entender que nuestro Señor Jesús es Dios. No debemos pensar que Él sea alguien distinto de Dios, pues Él es Dios. Es por eso que Hebreos 1:3 dice que Él es el resplandor de la gloria de Dios.
B. El Hijo es la impronta de la sustancia de Dios
El Hijo es también la impronta de la sustancia de Dios (1:3). La gloria es la expresión externa y la sustancia es la esencia interna. Dios tiene Su esencia, Su sustancia, como también tiene Su expresión externa. La esencia de Dios es Su sustancia. Por ejemplo, una mesa tiene una sustancia, que es la madera. La madera es la esencia de la mesa. De igual modo, nuestro Dios posee una sustancia. Él tiene sustancia como también gloria. No tenemos las palabras adecuadas para explicar estas cosas; sólo podemos decir que nuestro Dios es glorioso y que tiene una sustancia. En cuanto a la gloria de Dios se refiere, el Hijo es el resplandor de esta gloria. En cuanto a la sustancia de Dios se refiere, el Hijo es la impronta de esta sustancia.
La impronta de la sustancia de Dios es semejante a la impresión de un sello. Todo sello tiene una imagen. Cuando el sello se presiona contra el papel, deja una imagen impresa que corresponde con la del sello. Supongamos que el sello tiene las letras USA. Cuando el sello se presiona contra el papel, lo que queda impreso es la misma imagen del sello. El Hijo no es sólo el resplandor de la gloria de Dios, sino también la impronta de la sustancia de Dios. Eso significa que el Hijo es Dios que viene a nosotros. Cuando sostengo un sello en mi mano, el sello no tiene nada que ver con usted, pero si yo le pongo el sello, eso significa que el sello “ha venido” a usted. Entonces, adondequiera que usted vaya, llevará consigo la impronta del sello. Si Dios no viene a usted, Él es solamente Dios; cuando Dios llega a usted, Él viene como el Hijo que es la impronta de la sustancia de Dios.
Nuestro Cristo es Dios que viene a nosotros; es Dios que llega a nosotros. ¿Cómo puede llegar el sol hasta nosotros? Por medio del resplandor de sus rayos. Si usted dijera que el sol no existe, bastaría con que permaneciera quince minutos bajo el sol ardiente del mediodía y vería cómo los rayos solares lo queman. De este modo, podríamos decir que el sol llegó a usted. Entonces, ¿quién es el Hijo? El Hijo es Dios mismo que llega hasta nosotros y que viene a ser uno con nosotros. La gente comúnmente habla de “ir a darse un baño de sol”, y mientras se exponen al sol, algunos de los elementos del sol se transfunden en ellos. Eso significa que el sol ha llegado a ellos. De igual modo, Cristo, el Hijo de Dios, es Dios mismo que llega a nosotros, que entra en nosotros. Nuestro Dios es un Dios que llega a nosotros, que entra en nosotros. Ésta es nuestra salvación, la gran salvación que se revela en el capítulo 2. Nuestra gran salvación es Dios que llega a nosotros, que entra en nosotros. Éste es el Hijo de Dios.
(
Estudio-vida de Hebreos, capítulo 3, por Witness Lee)