Estudio-vida de Hebreos, por Witness Lee

II. EL HOMBRE JESÚS

El propósito de Dios con el hombre ocurre en tres etapas: la etapa de la creación, la etapa de la profecía y la etapa del cumplimiento. En lo concerniente al propósito de Dios, el hombre es tanto Adán como Cristo. Adán fue el primer hombre, y Cristo fue y sigue siendo el segundo hombre (1 Co. 15:45, 47). Estos dos hombres se ven en cada una de estas tres etapas. Comencemos examinando al hombre en la etapa de la creación.

A. El hombre en la etapa de la creación

1. Hecho a la imagen de Dios para expresarlo

En la creación, Dios determinó que el hombre tuviera Su imagen a fin de expresarlo (Gn. 1:26-28). El hombre fue hecho a imagen de Dios para expresar a Dios.

2. Con la autoridad de Dios para representarlo

El deseo de Dios también consistía en que el hombre tuviera Su autoridad a fin de representarlo. Después de haber creado al hombre, Dios le confirió Su autoridad, autorizándolo así para ser Su representante. Por lo tanto, desde el tiempo de la creación, se dispuso que el hombre cumpliera dos funciones: expresar a Dios y representarlo.

3. El hombre fracasó y no cumplió el propósito de Dios

Sin embargo, el hombre en la creación le falló a Dios. Fue envenenado por Satanás y cayó. De manera que, el hombre en la creación quedó inutilizado y fracasó en cumplir el propósito de Dios.

Si únicamente tuviéramos el libro de Génesis, nos quedaríamos muy decepcionados. A pesar de todos los relatos excelentes que encontramos en el libro de Génesis, al final se nos dice que José murió y que fue puesto en un ataúd en Egipto (Gn. 50:26). ¡Qué lastimosa conclusión para el libro de Génesis! José, el representante de Dios, murió, fue puesto en un ataúd y dejado en Egipto.

Antes de continuar, quisiera decir algo tocante a Jacob y José. Jacob, quien llegó a ser Israel, el príncipe de Dios, y José, en realidad representan una sola persona. José era una parte de Israel, pero no era parte de Jacob. Jacob era un suplantador, un ladrón, pero fue transformado en Israel, el príncipe de Dios (Gn. 32:28; 35:10). Cuando Jacob llegó a ser una persona madura y experimentada, ciertamente expresaba a Dios en Su imagen. De joven Jacob fue un suplantador que engañó a todos: a su hermano, a su padre, a su tío y a sus cuñados. Pero Dios es maravilloso. Él es capaz de transformar a semejante suplantador y engañador en un príncipe de Dios. Cuando Jacob llegó a viejo, no sabía cómo engañar, pelear o suplantar; lo único que sabía hacer era extender su mano para bendecir. Jacob bendecía a todo el que se le acercaba. Israel incluso bendijo al faraón, el soberano más poderoso de aquella época, cuando José se lo presentó (Gn. 47:7). Esto muestra que Israel era mayor que faraón. Para entonces, Israel era maduro y expresaba al Dios que bendice. Nuestro Dios es un Dios que bendice; es por ello que Israel, quien había sido plenamente conformado a la imagen de Dios, otorgaba bendiciones adondequiera que iba. Fue por eso que, cuando fue traído delante de faraón, extendió sus manos y lo bendijo. En esto verdaderamente expresó a Dios.

El nombre Israel contiene el nombre de Dios, porque las últimas dos letras de Israel, el, en hebreo significan “Dios”. No obstante, Israel necesitaba a José como una de sus partes, es decir, como la parte reinante, la parte que representa. Puede decirse que en aquella época, la tierra no estaba bajo la soberanía del faraón, sino de José. Por un lado Israel con José expresaban a Dios en Su imagen y, por otro, representaban a Dios en Su autoridad. No obstante, el libro de Génesis concluye diciendo que José murió y que fue puesto en un ataúd y dejado en Egipto. La conclusión del libro de Génesis es muy pobre.

(Estudio-vida de Hebreos, capítulo 7, por Witness Lee)