Conclusión del Nuevo Testamento, La (Mensajes 079-098), por Witness Lee

D. A LOS SANTOS DURANTE EL PERÍODO DE TRANSICIÓN ENTRE LA ENCARNACIÓN DE CRISTO Y SU RESURRECCIÓN

De acuerdo con la economía de Dios, hubo un período de transición que transcurrió entre la encarnación de Cristo y Su resurrección. El Espíritu vino a ciertos santos durante este período, el cual se prolongó por unos treinta y tres años y medio. Juan el Bautista y María, madre de Jesús, no están incluidos en este grupo de santos, pues Juan fue lleno del Espíritu y María fue cubierta por el Espíritu antes que se iniciara este período de transición. El Espíritu tampoco vino a los discípulos del Señor durante este período. Por ejemplo, el Señor Jesús echó fuera demonios por el Espíritu de Dios (Mt. 12:28). Aunque a los discípulos les fue dada autoridad por el Señor para echar fuera demonios y así lo hicieron (Mr. 3:15; 6:7; Lc. 10:17), no hay un versículo que nos diga que ellos echaron fuera demonios por el Espíritu. Además, cuando Pedro recibió la revelación de que Jesús es el Cristo, el Hijo del Dios viviente (Mt. 16:16), el Señor Jesús dijo que Pedro era bienaventurado no porque esto le hubiera sido revelado por el Espíritu, sino porque le fue revelado por el Padre (v. 17). Durante el período de transición comprendido entre Su encarnación y Su resurrección, el Señor Jesús era el único que ministraba por el Espíritu Santo. Durante este tiempo el Espíritu también vino a Elisabet, a Zacarías y a Simeón.

1. A Elisabet: para llenarla en el aspecto económico

Con respecto a Elisabet, la madre de Juan el Bautista, Lucas 1:41 dice: “Aconteció que cuando oyó Elisabet la salutación de María, la criatura saltó en su vientre; y Elisabet fue llena del Espíritu Santo”. Una vez más, la palabra griega traducida “llena” es plétho, que denota ser lleno exteriormente en el aspecto económico. Debido a que Elisabet fue llena del Espíritu en el aspecto económico, ella pudo pronunciar la maravillosa bendición contenida en los versículos del 42 al 45, algo que ella no podría haber hecho por sí misma. La bendición que pronunció Elisabet por el Espíritu Santo revela la humanidad de Cristo como fruto del vientre de María (v. 42) y revela Su deidad como Señor (v. 43). Por estar llena del Espíritu Santo, Elisabet reconoció el fruto del vientre de María como su Señor. Esto indica que ella afirmó la deidad del niño que nacería de María. Además, ella pudo confirmar la fe de María en las palabras del Señor al decirle: “Bienaventurada la que creyó, porque tendrá cumplimiento lo que le fue dicho de parte del Señor” (v. 45). Ésta fue una profecía dada por el Espíritu Santo para confirmar lo que el Señor le dijo a María por medio del ángel Gabriel (vs. 30-37).

2. A Zacarías: para llenarlo en el aspecto económico

Durante el período de transición, el Espíritu Santo también vino a Zacarías, el padre de Juan el Bautista. Según Lucas 1:67, Zacarías fue lleno del Espíritu y profetizó. En el versículo 68, Zacarías dijo: “Bendito el Señor Dios de Israel, porque ha visitado a Su pueblo y ha efectuado su redención”. Aquí Zacarías profetiza acerca del mover redentor de Dios por Su pueblo para la salvación de ellos. En el versículo 69 él se refiere a la humanidad de Cristo al hablar de “un cuerno de salvación en la casa de David Su siervo”, y en el versículo 78 él se refiere a la deidad de Cristo al hablar de que “nos ha de visitar desde lo alto el sol naciente”. Esta profecía de Zacarías arroja más luz sobre el mover de Dios en la tierra que la bendición pronunciada por Elisabet. En su profecía también tenemos una revelación de Cristo en Su persona divino-humana y Su obra salvadora.

3. A Simeón: para estar sobre él, llenándolo en el aspecto económico

Finalmente, durante este período de transición el Espíritu vino a Simeón para estar sobre él y llenarlo en el aspecto económico. “El Espíritu Santo estaba sobre él. Y le había sido revelado por el Espíritu Santo, que no vería la muerte antes que viese al Cristo del Señor. Y movido por el Espíritu, vino al templo” (Lc. 2:25b-27a). Por tanto, la adoración que Simeón le rindió a Jesús fue realizada en el Espíritu Santo. En sus palabras de adoración (vs. 29-34), el Señor Jesús es revelado como la consolación de Israel, la salvación de Dios, luz para los gentiles, la gloria de Israel, una prueba para Israel y una señal que será contradicha.

(Conclusión del Nuevo Testamento, La (Mensajes 079-098), capítulo 6, por Witness Lee)