N. EL ESPÍRITU DE REALIDAD
Los escritos de Juan revelan que el Espíritu es el Espíritu de realidad (Jn. 14:17; 15:26; 16:13; 1 Jn. 4:6). El Espíritu es llamado el Espíritu de realidad porque todo cuanto el Padre es en el Hijo y todo cuanto el Hijo es, es hecho real para nosotros en el Espíritu. El Espíritu es la realización de lo que Dios el Padre y Dios el Hijo son. Dios el Padre es luz, y Dios el Hijo es vida. La realidad de esta luz y vida es el Espíritu. Si no tenemos al Espíritu, no podemos tener la luz de Dios el Padre. Si no tenemos al Espíritu, no podemos tener a Dios el Hijo como nuestra vida. La realidad de todos los atributos divinos de Dios el Padre y de Dios el Hijo es el Espíritu. En Juan 14:17; 15:26 y 16:13 el Señor Jesús habla del Espíritu de realidad. En 1 Juan 4:6 también se usa este título del Espíritu. Además, en 1 Juan 5:6 se nos dice que el Espíritu es la verdad, la realidad. Como Espíritu de realidad, el Espíritu es la realidad de Dios y del Hijo. El Espíritu es la realidad de toda cosa divina y, como tal, Él es la realidad de la vida eterna. Finalmente, debido a que el Espíritu es la realidad, Él es Dios, el Hijo y la vida eterna. Aparte del Espíritu de realidad, la vida eterna sería algo vacío y vano para nosotros. Por tanto, el Espíritu es la realidad de Dios, el Hijo, la vida eterna, la gracia y todo asunto divino. Debido a que el Espíritu es la realidad de todas las entidades y cosas divinas y espirituales, Él es llamado el Espíritu de realidad.
(Conclusión del Nuevo Testamento, La (Mensajes 079-098), capítulo 2, por Witness Lee)