C. EL ALIENTO
Juan 20:22 dice: “Sopló en ellos, y les dijo: Recibid al Espíritu Santo”. Aquí el Espíritu de vida es comparado al aliento, el cual tiene por finalidad la vida. En Juan 20:22 el Espíritu en calidad de aliento fue infundido como vida en los discípulos para su vivir. Cuando el Señor Jesús con Su soplo infundió el Espíritu en los discípulos, Él se impartió en ellos como vida y como su todo.
En realidad, el Espíritu Santo no es sino el propio Señor Jesús resucitado, porque este Espíritu es Su aliento. La palabra griega para “Espíritu” en este versículo es pnéuma, la misma palabra que se usa para aliento, espíritu y viento. Por tanto, este versículo podría ser correctamente traducido: “Recibid el aliento santo”. El día de Su resurrección, Cristo se infundió en Sus discípulos como aliento santo al soplar en ellos.
En el Evangelio de Juan tenemos a Dios, la vida y el Espíritu. Los capítulos del 1 al 17 nos muestran a Dios que vive entre los hombres; los capítulos 18 y 19 nos muestran la vida que pasa a través de la muerte; y los capítulos 20 y 21 nos presentan al Espíritu, el pnéuma, que se mueve en resurrección. Esta operación del Espíritu en resurrección no ha cesado en ningún momento; por lo cual, a este respecto, el Evangelio de Juan no tiene final. Este Evangelio no contiene un relato de la ascensión pública de Cristo, tal como sucede con el Evangelio de Marcos y el Evangelio de Lucas. Según el Evangelio de Juan, el Cristo resucitado se infundió en Sus discípulos como aliento santo, como Espíritu, y ahora mora en ellos. Por tanto, este aliento, este pnéuma, este Espíritu, continúa moviéndose en resurrección.
El aliento divino de Juan 20:22 es el Espíritu Santo, y el Espíritu Santo es la máxima consumación del Dios Triuno procesado que llega a Su pueblo redimido. El Nuevo Testamento revela que el Dios Triuno se encarnó, vivió como un hombre en la tierra, ejerció Su ministerio, entró en la muerte, a la cual conquistó y subyugó, y salió de la muerte en resurrección. En resurrección, Él llegó a ser el Espíritu vivificante. Juan 1:14 dice: “La Palabra se hizo carne”, y 1 Corintios 15:45 dice: “Fue hecho [...] el postrer Adán, Espíritu vivificante”. Por tanto, Aquel que se encarnó fue el Dios Triuno mismo a fin de hacerse un ser humano: el postrer Adán; y este postrer Adán en resurrección fue hecho el Espíritu vivificante. Por tanto, el día de Su resurrección, Él se apareció a Sus discípulos, sopló en ellos y les dijo: “Recibid al Espíritu Santo”. Es imprescindible que todos nosotros veamos la visión del Dios Triuno que es hecho el postrer Adán y del postrer Adán que llega a ser el Espíritu vivificante, el cual es la consumación del Dios Triuno procesado que llega a nosotros. Éste es el Espíritu simbolizado por el aliento que fue infundido en los discípulos el día de la resurrección de Cristo.
(Conclusión del Nuevo Testamento, La (Mensajes 079-098), capítulo 3, por Witness Lee)