Conclusión del Nuevo Testamento, La (Mensajes 079-098), por Witness Lee

M. EL UNGÜENTO COMPUESTO

Otro símbolo del Espíritu es el ungüento compuesto (2 Co. 1:21; 1 Jn. 2:20, 27). Según el tipo descrito en Éxodo 30, para formar un compuesto se añadían cuatro especias a un hin de aceite de oliva, con lo cual se producía el aceite de la santa unción, el ungüento santo. En tipología, el aceite representa al Espíritu de Dios, y el ungüento compuesto, es decir, el aceite mezclado con las cuatro especias, representa al Espíritu Santo, el Espíritu compuesto. Por medio de un proceso de composición, el aceite se convertía en un ungüento y era usado para ungir el tabernáculo y todo lo relacionado con éste. Los sacerdotes también eran ungidos con este ungüento santo. Antes de Éxodo 30, “aún no había” este compuesto; pero después de Éxodo 30 tal ungüento definitivamente existía. Asimismo, antes que Cristo fuera crucificado, resucitado y glorificado, “aún no había” el Espíritu como Espíritu todo-inclusivo y vivificante (Jn. 7:39). Pero mediante el proceso de la crucifixión y la resurrección de Cristo, el Espíritu de Dios, tipificado por el aceite, llegó a ser un compuesto, el Espíritu compuesto, el cual es tipificado por el ungüento.

Las cuatro especias usadas para hacer el ungüento en Éxodo 30 —mirra, canela, cálamo y casia— tipifican respectivamente la eficacia de la muerte de Cristo, la dulzura de Su muerte, el poder de Su resurrección y la fragancia de Su resurrección. Antes de la crucifixión y la resurrección de Cristo, el Espíritu de Dios no tenía estos cuatro elementos. Pero después de la resurrección de Cristo estos elementos fueron añadidos al Espíritu de Dios para formar un compuesto, con lo cual el Espíritu de Dios se convirtió en el Espíritu, es decir, el Espíritu compuesto simbolizado por el ungüento compuesto (véase el Estudio-vida de Éxodo, mensajes 157-163).

En este ungüento compuesto tenemos al Dios Triuno, según está representado por los números uno y tres (un hin de aceite de oliva; tres unidades completas de quinientos siclos cada una, Éx. 30:23-25), y tenemos la humanidad, representada por el número cuatro (las cuatro especias). También tenemos la muerte de Cristo, la eficacia de esta muerte, el poder de la resurrección de Cristo y el sabor de Su resurrección. Este ungüento compuesto es un cuadro del Espíritu compuesto actual. Antes de la crucifixión y la resurrección del Señor, el Espíritu de Dios no era un compuesto; Él únicamente poseía divinidad. Pero después de la resurrección del Señor, este Espíritu de Dios llegó a ser un compuesto que incluye la humanidad, la muerte de Cristo, la resurrección de Cristo, la eficacia de la muerte de Cristo y la eficacia de Su resurrección. Todo esto se halla compuesto en un solo ungüento que en la actualidad es el Espíritu. Antes de la resurrección de Cristo, existía el Espíritu de Dios pero no el Espíritu compuesto. Después que el Señor Jesús fue crucificado y resucitado, vino a existir el Espíritu compuesto. El día de la resurrección de Cristo, el Espíritu de Dios llegó a ser el Espíritu compuesto. En el Espíritu compuesto hay muchos elementos: la divinidad, la humanidad, la eficacia de la muerte de Cristo y el poder de la resurrección de Cristo.

En 2 Corintios 1:21 Pablo dice: “El que nos adhiere firmemente con vosotros a Cristo, y el que nos ungió, es Dios”. En 1 Juan 2:20 se nos dice que tenemos la unción del Santo, y el versículo 27 dice que esta unción permanece en nosotros. “Cristo” es la forma castellanizada del término griego Cristós, que significa el Ungido. La palabra griega para “ungir” es crísma. Debido a que fuimos adheridos por Dios a Cristo, el Ungido, espontáneamente somos ungidos con Él por Dios. Cristo ha sido ungido con el ungüento divino, y el ungüento que está sobre Él ahora fluye en nosotros. Esto se halla presentado en el salmo 133, donde dice que el aceite de la unción fluye desde la cabeza de Aarón a su barba e incluso hasta el borde de sus vestiduras sacerdotales. Esto indica que Cristo posee el aceite de la unción en abundancia. Dios ha derramado el ungüento sobre Cristo. Mediante tal unción, Cristo recibió el ungüento, y a la postre Él, el Ungido, se ha convertido en Aquel que unge. De hecho, Él incluso se ha convertido en la unción misma. Cuando Él entró en nuestro ser como Ungido, Él llegó a ser Aquel que unge en nosotros. En realidad, la unción que mora en nosotros es el Ungido que ha llegado a ser Aquel que unge y también la propia unción.

La intención de Dios es forjarse en nosotros para llegar a ser nuestra vida y nuestro todo a fin de hacernos Su complemento con miras a Su expresión. A fin de lograr esto, era necesario que Dios pasara por el proceso de la encarnación, el vivir humano, la crucifixión y la resurrección. Cuando Él entró en resurrección, llegó a ser el Espíritu compuesto, todo-inclusivo y vivificante. Este Espíritu en realidad es Cristós, el Ungido, quien llega a ser Aquel que vivifica. Cuando creímos en el Señor Jesús, le recibimos en nuestro ser. Aquel que recibimos es el Ungido, quien mediante la muerte y la resurrección ha llegado a ser Aquel que unge. Además, Aquel que unge es el Espíritu todo-inclusivo que mora en nosotros. En cuanto creímos en Él, como Espíritu Él entró en nuestro espíritu. Ahora Él está dentro de nuestro espíritu para ungirnos, para “pintarnos”, con el elemento del Dios Triuno. Cuanto más se realiza este “pintar”, más el elemento del Dios Triuno es transfundido a nuestro ser. Hoy en día todos nosotros estamos bajo la unción del Espíritu compuesto con la divinidad de Cristo, Su humanidad, Su muerte todo-inclusiva y Su maravillosa resurrección. Éste es el Espíritu como ungüento compuesto.

(Conclusión del Nuevo Testamento, La (Mensajes 079-098), capítulo 4, por Witness Lee)