I. CRISTO COMO PASTOR EN SU RESURRECCION
Salmos 23:1 dice: “Jehová es mi Pastor”. Cristo es nuestro Pastor y nosotros somos Su rebaño. En la Biblia se hace referencia a la iglesia como un rebaño. En Juan 10 el Señor dijo que El era el buen Pastor que reuniría las ovejas de entre Israel y de entre los gentiles para hacer de ellas un solo rebaño (vs. 14-16), el cual es la iglesia (1 P. 5:2; Hch. 20:28).
Jehová, por supuesto, es el Dios divino, mientras que nosotros somos simplemente seres humanos. ¿Cómo es posible que Dios, Aquel que es divino, se acerque a nosotros los seres humanos para ser nuestro Pastor? Si Dios viniera a nosotros de manera directa, tal vez nos espantaríamos sumamente. La Biblia narra que esto ocurría cada vez que Dios se le aparecía a la gente (Ap. 1:17; Gn. 17:3; Dn. 8:17; Mt. 17:6). La Biblia también dice que nadie ha visto jamás a Dios (1 Ti. 6:16; Jn. 1:18; Ex. 33:20). ¿Cómo puede el Dios Triuno divino estar tan cerca de nosotros, tal como un pastor lo está de sus ovejas? Además, ¿cómo es posible que nosotros, pecadores y caídos como somos, seamos el rebaño del Pastor divino? Con respecto a nuestra naturaleza caída, somos serpientes, víboras (Mt. 23:33) y “escorpiones”.
El salmo 23 denota que este Pastor es Aquel que se hizo hombre, que murió en la cruz por nosotros a fin de redimirnos y lavarnos de nuestros pecados, y entró en la resurrección para llegar a ser el Espíritu vivificante (1 Co. 15:45) con la meta de regenerarnos. Por ser El todo esto, El puede cambiar nuestra naturaleza. Ya que El ha dado estos tres pasos: 1) la encarnación; 2) la crucifixión, la cual tiene como fin redimirnos; y 3) la resurrección, la cual tiene como fin regenerarnos, El tiene toda la capacidad y todo lo necesario para ser nuestro Pastor. El no es solamente Dios, sino también hombre. El no sólo es divino, sino también humano. El murió por nuestros pecados, fue resucitado, y en Su resurrección El ha venido a ser el Espíritu vivificante.
El Señor Jesús ahora es el Espíritu (2 Co. 3:17). Como Espíritu vivificante, El es nuestro Pastor interiormente. El no sólo está con nosotros, sino también dentro de nosotros. Nosotros éramos serpientes y escorpiones, pero hemos sido redimidos, lavados en Su sangre, y resucitados (Ef. 2:6) y regenerados. Puesto que todo esto ha sido llevado a cabo en nosotros, somos las ovejas del rebaño de Dios, la iglesia. Al encarnarse, ser crucificado, y resucitar para ser el Espíritu vivificante, Jehová, el Dios Triuno, ahora está calificado para ser nuestro Pastor. Mediante la redención, la purificación, la resurrección y la regeneración de que hemos sido objeto de parte Suya, nosotros estamos calificados para ser Su rebaño. El está calificado para ser nuestro Pastor y nosotros estamos calificados para ser Su rebaño. El salmo 23 es un salmo totalmente basado en Cristo como el Pastor en Su resurrección.
En este salmo también podemos ver a Jehová como el Dios Triuno. El versículo 2 dice: “En verdes pastos me hace recostar”. El color verde representa las riquezas de la vida. Cuando vemos el verde de los árboles y los pastos, vemos las riquezas de la vida. Arboles amarillentos y secos y hierba pardusca son indicios de muerte.
Los pastos verdes representan al Señor Jesús El Señor Jesús habló de esto en Juan 10. El dijo que Sus ovejas oirían Su voz y saldrían del redil en pos de El a fin de disfrutar de los pastos verdes, como un rebaño (vs. 9, 16). En Juan 10 Cristo es la puerta (v. 9), el Pastor (v. 11) y el pasto (v. 9). Cristo mismo es nuestro pasto, nuestro alimento. El es el lugar donde comen todas las ovejas. En Juan 6 Cristo dijo que El era el pan de vida (v. 35) para alimentarnos (v. 57). El “pan” de las ovejas es los pastos verdes, así que los pastos verdes son Cristo. Cristo puede ser nuestro pasto mediante Su encarnación, Su muerte y Su resurrección. Después de Su encarnación, muerte y resurrección, El está creciendo como pasto verde para que nos alimentemos.
Salmos 23:2b dice que Cristo como nuestro Pastor nos conduce a aguas de reposo. Las aguas de reposo son el Espíritu. El Espíritu es el agua, y Cristo es el pasto. El versículo 5 dice: “Unges mi cabeza con aceite”. Hebreos 1:9 habla del óleo de alegría. Este óleo representa al Espíritu. Juan 7:39 dice que antes de la resurrección de Cristo, todavía no había el Espíritu. Esto quiere decir que el Espíritu aún no había sido consumado. El Espíritu de Dios ha sido consumado por medio de la encarnación, la crucifixión y la resurrección de Cristo. En la resurrección de Cristo, el Espíritu de Dios llegó a ser el Espíritu vivificante (1 Co. 15:45). Ahora El está disponible para nosotros porque El ha sido consumado. En el salmo 23, el Espíritu, tipificado por las aguas y por el aceite, representa al Espíritu consumado después de la resurrección de Cristo.
Este salmo también dice que Cristo nos pastorea en cinco etapas. La primera etapa corresponde a los pastos y a las aguas de reposo (v. 2). Los pastos y las aguas son para que nos alimentemos, lo cual incluye un tierno cuidado y disfrute. La segunda etapa corresponde a las sendas de justicia (v. 3). Las sendas de justicia denotan nuestro andar. Luego de disfrutar a Cristo, de ser llenos de El y de ser nutridos por El, andamos en sendas de justicia. La tercera etapa corresponde al valle de sombra de muerte (v. 4). Ni el valle, ni la sombra ni la muerte son placenteros. El pastoreo de Cristo nos hace pasar por el valle de la sombra de muerte. La cuarta etapa es el campo de batalla (v. 5), donde peleamos contra los adversarios. Ahí, en el campo de batalla, se nos presenta una mesa, un banquete. Por último, la etapa final corresponde al hecho de morar en la casa de Dios todos los días de nuestra vida (v. 6).
Me gustaría que consideráramos en cuál de estas cinco etapas del pastoreo de Cristo nos encontramos nosotros. La primera etapa es la inicial de disfrute. Esto equivale simplemente a la escuela primaria. En nuestro sistema educativo hay cinco etapas: la escuela elemental, la intermedia, la superior, la universidad y la escuela graduada. Esto se puede comparar con las cinco etapas del pastoreo de Cristo en el salmo 23. En cuanto a la experiencia de Cristo, muchos de nosotros estamos en la “escuela elemental”, mientras que otros están en el “bachillerato”. Un hermano que sea más maduro en el Señor y que haya sido un cristiano diligente por muchos años quizás ya haya pasado por las cinco etapas del pastoreo de Cristo. Ahora en su experiencia actual, él podría decir que en diferentes ocasiones experimenta las cinco etapas.
(
Estudio-vida de los Salmos, capítulo 11, por Witness Lee)