II. LOS PRINCIPIOS
Existen muchos principios en la Biblia, características de la Biblia, los cuales nos pueden servir de ayuda para entender adecuadamente la Biblia. A muchos de los que estudian la Biblia les resulta difícil entenderla porque no conocen los principios de la Biblia. Para que podamos entender qué son estos principios, quiero presentar unos cuantos ejemplos.
En los tiempos de Martín Lutero, la iglesia católica enseñaba que para ser salvo y justificado por Dios, era necesario hacer buenas obras y guardar la ley. Entonces Lutero señaló que la justificación viene por fe. La fe es un principio en el Nuevo Testamento. Génesis 15 dice que Abraham creyó a Dios y le fue contado por justicia (v. 6). Dios contó la fe de Abraham como justicia. Esto muestra que no tenemos que hacer nada para establecer nuestra propia justicia. Simplemente tenemos que creer en Cristo.
El libro de Habacuc habla de que los babilonios devastarían todo el país de Israel. En este libro hay un versículo que dice: “El justo por su fe vivirá” (2:4). La fe es un gran principio en la Biblia. Según toda la Biblia, por el lado negativo la fe consiste en cesar de hacer nuestras obras, es decir, en hacer cesar lo que hagamos. Luego, por el lado positivo, la fe consiste en confiar en el Señor. La fe consiste en hacer cesar nuestras obras y en confiar en las obras del Señor.
El principio de la fe tiene que ver con el principio del sábado. El principio del sábado radica en lo siguiente: es necesario que cesemos de hacer toda obra, porque Dios lo es todo para nosotros. Si necesitamos que algo sea hecho, Dios lo hace por nosotros. Tal es el significado de disfrutar del sábado. El sábado pertenece al mismo principio de la fe. Creer de verdad, tener verdadera fe, significa cesar de hacer toda obra. Todo lo que uno haga es un insulto para Dios. Según el principio del sábado y según el principio de la fe, no es necesario trabajar ni hacer nada, porque Dios hace todo y soluciona todo para que nosotros disfrutemos. Uno sólo tiene que confiar en El y confiar en Sus obras, confiar en lo que El hace. En esto radica la fe.
El salmo 1 dice que bienaventurado será el que guarde la ley (vs. 1-2), pero el salmo 2 dice que bienaventurado es el que se refugia en el Hijo (v. 12). La única manera de refugiarse en el Hijo es cesar de hacer toda obra. Necesitamos refugiarnos en Jesús, necesitamos creer en El. En esto consiste el principio de la fe. Según la enseñanza del catolicismo, es necesario obrar, trabajar y sufrir para ser justificado por Dios. Luego Martín Lutero descubrió que el principio de la salvación provista por Dios no descansa en las obras ni en los hechos, sino en creer en Dios y en todo lo que El ha hecho y aún hará. En esto consiste refugiarse en el Dios que obra y esto es cesar de hacer nuestras obras. Este principio de la fe debe gobernar toda nuestra vida cristiana.
Por un lado, nosotros debemos dejar nuestras obras. Por otro lado, todavía tenemos que trabajar, pero este trabajo no debe ser en nosotros mismos ni por medio de nosotros mismos. Pablo dijo: “He trabajado mucho más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo” (1 Co. 15:10). La gracia de Dios es Cristo. Pablo dijo: “Pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo”. Esto es parecido a lo dicho en Gálatas 2:20, donde Pablo dijo que él había sido crucificado juntamente con Cristo y que ya no vivía él, sino que Cristo vivía en él. Esto es descansar, guardar el sábado, refugiarse en el Hijo, creer en El. Toda nuestra vida cristiana debe llevarse a cabo conforme a este principio del sábado y de la fe.
La fe es uno de los muchos principios de la Biblia. En sus epístolas Pablo definió de una manera cabal el principio de la fe. El dijo que ninguna carne puede ser justificada por las obras de la ley (Ro. 3:20; Gá. 2:16; 3:11). Existen muchos otros principios de la Biblia.
La Biblia consiste de dos testamentos: el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento. Para entender el Antiguo Testamento es necesario guardar un principio; y para entender el Nuevo Testamento es necesario guardar otro principio. Actualmente, los pentecosteses, del mismo modo que los católicos, entienden la Biblia de una manera mezclada. Ellos no guardan el principio del Antiguo Testamento ni el del Nuevo Testamento. Cuando se recurre a algo propio del Antiguo Testamento, es necesario encontrar el principio por medio del cual aplicar eso de una manera espiritual, no de una manera física.
Esta es la diferencia entre la práctica del judaísmo y la práctica de la economía neotestamentaria de Dios. El Tora, es decir, la recopilación de los primeros cinco libros del Antiguo Testamento, ha llegado a ser un ídolo para los religiosos judíos. A ellos en realidad no les interesa la verdad de Dios, sino lo escrito en el Tora. Hasta el arca vino a ser un artículo de superstición para los hijos de Israel. Cuando luchaban contra los filisteos, sacaron el arca para que fuera con ellos. Al final, fueron derrotados y el arca cayó en manos de los filisteos (1 S. 4:3-5, 10-11). Los hijos de Israel también edificaron el templo, y a la larga éste les vino a ser un ídolo. Llegaron a confiar más en el templo que en Dios mismo. Más tarde, los babilonios destruyeron el templo.
Las dos líneas de la Biblia son la línea de la vida y la línea de la ciencia del bien y del mal. En relación con estas dos líneas, están los principios de la Biblia. Nada que esté aparte de Dios, sea bueno o malo, puede ser vida. Solamente Dios mismo es el árbol de la vida.
Hoy día los hombres reclaman sus derechos, pero violan los principios que Dios ha ordenado. En sus epístolas, Pablo habló de las diferencias entre varones y mujeres (1 Co. 11:2-15; 1 Ti. 2:9-15). Deuteronomio 22:5 dice: “No vestirá la mujer traje de hombre, ni el hombre vestirá ropa de mujer; porque abominación es a Jehová tu Dios cualquiera que esto hace”. Que una mujer vista ropa de varón, o que un varón vista prendas de mujer quebranta un principio establecido por Dios. Tenemos que guardar los principios. Cada parte, capítulo, párrafo, oración y cláusula de la Biblia debe ser interpretado conforme a los principios adecuados.
En conformidad con el principio del Antiguo Testamento, los santos de los tiempos antiguotestamentarios tenían que guardar el sábado, el séptimo día. Pero cuando el Señor Jesús vino, los tiempos antiguotestamentarios llegaron a su fin. Llegar al fin quiere decir concluir o consumar. Cristo consumó, concluyó, terminó el Antiguo Testamento. Ahora, conforme al libro de Hebreos, Cristo lo es todo. En el Nuevo Testamento, Cristo es nuestro sábado (Mr. 2:27-28; Col. 2:16-17).
Ahora que estamos en la era neotestamentaria, tenemos que guardar este principio respecto a Cristo. En el Antiguo Testamento el principio consistía en guardar el sábado. En el Nuevo Testamento el principio tocante al sábado consiste en creer en el Señor, descansar en el Señor y disfrutar al Señor. Los Adventistas del Séptimo Día mezclan el principio del Antiguo Testamento con el principio del Nuevo Testamento. Ellos guardan el sábado del Antiguo Testamento en la era del Nuevo Testamento. Están equivocados en cuanto al principio. Su intención tal vez sea buena, pero su principio está equivocado.
(
Estudio-vida de los Salmos, capítulo 8, por Witness Lee)