III. EL ESPIRITU DE LA BIBLIA
Colosenses 1:15-19 muestra que el espíritu de la Biblia exalta a Cristo. Estos cinco versículos son únicos en la Biblia con respecto a exaltar a Cristo. Cristo debe tener el primer lugar; El debe tener la preeminencia. Cristo tiene la preeminencia en la Deidad debido a que en la Deidad El es la imagen de Dios, la incorporación de Dios y la expresión de Dios. El ocupa el primer lugar aún en la Deidad. En la vieja creación, El era la primera criatura, el Primogénito de la creación (Col. 1:15). En la nueva creación, en resurrección, El también es el primero. El es el que tiene la preeminencia. Además, en el Cuerpo de Cristo, en la iglesia, Cristo es el primero. En la Deidad, Cristo es el primero; en la vieja creación Cristo es el primero; en la nueva creación Cristo es el primero; y en la iglesia como el Cuerpo de Cristo, Cristo es el primero. El ocupa el primer lugar en todo.
Puesto que El ocupa el primer lugar en todo, nosotros debemos darle a El el primer lugar en nuestro ser y en todo lo que hagamos. El debe ser el primero en nuestro matrimonio, en nuestro modo de gastar dinero y en nuestra conducta. En nuestra manera de vestir, debemos darle a Cristo la preeminencia. El espíritu de la Biblia simplemente consiste en exaltar a Cristo. Al estudiar los salmos debemos comprender esto. Debemos comprender que no podemos poner nada por encima de Cristo. Si exaltamos a alguien o algo además de Cristo, quebrantamos el espíritu de la Biblia. Si queremos interpretar algún tipo o explicar alguna parábola, debemos prestarle atención al espíritu. El espíritu de la Biblia consiste en exaltar a Cristo.
El espíritu de la Biblia exalta al Cristo a quien Dios ha puesto para que tenga la preeminencia (el primer lugar) en la vieja creación, en la nueva creación, en el Cuerpo de Cristo y en todas las cosas (Col. 1:15-19). Además, el espíritu de la Biblia no le confiere ninguna posición ortodoxa a la ley (Gá. 4:21-25) que Dios dio como algo secundario a Su economía (Ro. 5:20a).
Hoy día muchas de las enseñanzas del cristianismo están fuera del blanco debido a que no toman en cuenta las líneas, los principios y el espíritu de la Biblia. Nosotros debemos permanecer en la línea del árbol de la vida. Que al hablar seamos o no el oráculo de Dios depende de lo que hablemos. Un profeta es aquel que ha recibido la palabra de parte de Dios. Luego este profeta habla la palabra basándose la línea del árbol de la vida, en los principios adecuados y en el espíritu de exaltar a Cristo. En todo lo que hablemos, debemos tener un espíritu que exalta a Cristo.
En los dos años anteriores hemos dado mensajes acerca de Isaías, Daniel, Zacarías y Jeremías. No es fácil ver a Cristo en estos cuatro libros. ¿Cuántos pueden ver en estos cuatro libros la economía de Dios, en la cual Cristo es la centralidad y la universalidad? Siempre que estudiemos un libro de la Biblia debemos guardar las líneas, los principios y el espíritu de la Biblia. Entonces viene la luz. Si leemos la Biblia sin ver las líneas, los principios ni el espíritu de la Biblia, no sabremos de qué habla ésta.
Cuando estudiamos los salmos a la luz de las líneas, los principios y el espíritu de la Biblia, podemos ver el concepto humano y el concepto divino. Podemos ver a Cristo en la economía de Dios en contraste con la ley en el aprecio del hombre. Es posible que pensemos que todos los salmos son buenos, puestos que son salmos de oración, agradecimiento y alabanza. Mas cuando veamos las líneas, los principios y el espíritu de la Biblia, veremos que muchos de los salmos son buenos, pero en la manera incorrecta.
David decía que debido a su propia justicia Dios le oía. Esto no solamente está equivocado, sino terriblemente equivocado. Esto va contra el principio de la Biblia. ¿Cómo podría Dios escucharnos por causa de nuestra justicia? La Biblia dice que hasta lo mejor de nuestra justicia es como trapo de inmundicia (Is. 64:6). Por las obras de la ley ninguna carne puede ser justificada delante de Dios. Esto es el principio. No podemos ser justificados ni satisfacer a Dios por medio de nuestra justicia.
Caín le ofreció a Dios el fruto de su trabajo. Parecía como si esto fuera cierta clase de adoración a Dios, pero en realidad constituyó un insulto para Dios. Esto le fue un insulto a Dios porque Dios no necesita que nosotros hagamos nada para El. Nosotros necesitamos que El lo haga todo para nosotros. El quiere que nosotros dejemos de hacer nuestras obras, reposemos en El y nos refugiemos en El. Al hacer esto, honramos a Dios. Esto es el principio.
Quizá nosotros amemos a la gente y ayudemos a la gente pero nuestro amor y nuestra ayuda pueden ser un insulto para Dios. ¿Amamos a la gente y ayudamos a la gente por nosotros mismos o por medio de Cristo? Si es por nosotros mismos, corresponde al bien del árbol de la ciencia del bien y del mal. Si detestamos a la gente, esto corresponde al mal del mismo árbol. El fruto es distinto, pero la fuente y el resultado son lo mismo. Tal vez digamos que hacemos todas las cosas con el mejor de los conocimientos. Esto quiere decir que nuestras obras corresponden al árbol de la ciencia, no al árbol de la vida.
Nuestra actitud debe ser que, a pesar de que podamos hacer algo por nosotros mismos, no lo hagamos. A nosotros no debe agradarnos actuar por nuestra cuenta porque Dios aborrece eso. Dios aborrece todo lo que surge de nosotros, todo lo hecho por medio de nosotros y todo lo realizado por nosotros. Debemos cesar de hacer nuestras obras y debemos descansar en El, confiando en lo que El hace. Esto es una honra para Dios y nos trae Su bendición.
Muchas veces las cosas buenas pueden ser una verdadera tentación, un lazo y una trampa para nosotros. Cuando hagamos algo bueno, tenemos que verificar quién lo hace. ¿Somos nosotros o es Cristo? Hasta lo mejor, hecho meramente por el hombre, es un insulto para Dios. Solamente las buenas obras de Cristo como nuestra vida y solamente lo efectuado por Dios como nuestro disfrute está en la línea del árbol de la vida. Cuando nos conducimos en la línea del árbol de la vida, lo que hacemos está en la línea adecuada, guarda el principio adecuado y tiene el espíritu de exaltar a Cristo.
Cuando vemos las líneas, los principios, y el espíritu de la Biblia, tenemos la confianza de decir cuáles salmos pertenecen al árbol de la vida y cuáles no. A pesar de lo bueno que algo pueda ser, a Dios sólo le importa quién lo hace. Dios quiere que nosotros le vivamos, pero no mediante nosotros mismos. Dios quiere que nosotros lo expresemos a El, pero no mediante nosotros mismos. Tenemos que hacer cesar nuestra expresión. Tenemos que poner nuestra confianza en El y permitir que El viva en nosotros y que El se exprese en nuestro vivir. Entonces todo lo que hagamos será un honor y una gloria para Dios. De lo contrario, todo lo que hagamos, aunque sea muy bueno, será un insulto para El.
(
Estudio-vida de los Salmos, capítulo 8, por Witness Lee)