Estudio-vida de los Salmos, por Witness Lee

Más extractos de este título...

VII. EN EXPERIMENTAR Y DISFRUTAR QUE DIOS LE SALVE DE SU ANGUSTIA

El salmo 31 nos muestra las expresiones mezcladas de los sentimientos del salmista al experimentar y disfrutar que Dios lo salve de sus aflicciones. En el salmo 31 David no habla de que Dios salva de la perdición eterna y de Su juicio, sino que habla de que Dios lo salva de su angustia. En el salmo 31 él enumera una a una sus aflicciones.

A. Se refugia en Dios como roca de protección y fortaleza que le salve de la red que le tienden en secreto sus enemigos

David dijo que se refugiaba en Dios como roca de protección y como fortaleza que le salvase de la red que le tienden en secreto los enemigos (vs. 1-4). El Señor Jesús dijo que El es la roca para la edificación de la iglesia (Mt. 16:18), pero David dijo que Dios era la roca para su protección, para salvarle de sus aflicciones. El deseo de Dios es salvar al hombre principalmente de la perdición y el castigo eternos, no de sus aflicciones. Después de que somos salvos de la perdición eterna, Dios entonces desea ser nuestra salvación para que vivamos a Cristo y le magnifiquemos (Fil. 1:19-21a). Es posible que la esposa desee ser salva del mal genio de su esposo, y que el esposo desee ser salvo de las críticas de su esposa. En otras palabras, ellos desean ser salvos de sus aflicciones. Pero la salvación que Dios tiene para los creyentes neotestamentarios tiene como fin que ellos sean sustentados y fortalecidos para vivir a Cristo y magnificarle.

David también se goza en la bondad de Dios porque le ha librado de mano de sus enemigos y ha puesto sus pies en lugar ancho y espacioso (vs. 5-8). Estas expresiones indican que David estaba demasiado centrado en sí mismo, aun al buscar la salvación de Dios.

B. Le cuenta a Dios sus aflicciones y sus angustias

En los versículos 9-13 David le cuenta a Dios sus aflicciones y angustias: “Seme propicio, oh Jehová, porque estoy en angustia; se han consumido de tristeza mis ojos, mi alma también y mi cuerpo” (v. 9). Es muy bueno que David le pida a Dios que le sea propicio, es decir, que le dé Su gracia. Esto parece que fuera una frase del Nuevo Testamento. David también dijo que sus ojos se consumían de tristeza, y también su alma y su cuerpo. Consumirse significa secarse. David dijo que había quedado seco por sus aflicciones, las cuales eran su angustia.

En los versículos 10-13 él dijo: “Porque mi vida se va gastando en tristeza, y mis años de suspirar; se agotan mis fuerzas a causa de mi iniquidad, y mis huesos se han consumido. A causa de todos mis adversarios soy objeto de oprobio, y para mis vecinos mucho más, y el horror de mis conocidos; los que me ven fuera huyen de mí. He sido olvidado de su corazón como muerto; he venido a ser como un vaso destruido. Porque oigo la calumnia de muchos; el terror me asalta por todas partes, mientras consultan juntos contra mí e idean quitarme la vida”. Todos estos puntos los consideraba David sus aflicciones. Lo dicho por David aquí acerca de que otros fraguaban intrigas para quitarle la vida, fue en realidad la experiencia del Señor Jesús (Mt. 27:1). En este punto, David tenía la responsabilidad de mostrarnos a Jesús.

Las aflicciones de David incluían su pena, su dolor y el ser el objeto de oprobio de sus adversarios. Hoy día nosotros los cristianos que seguimos al Señor también sufrimos muchas aflicciones, y hasta persecución. Sin embargo, el Nuevo Testamento nos muestra que el apóstol Pablo no se quejaba por esto. En el libro de Romanos, Pablo dijo que todas las cosas cooperaban para su bien, para ser transformado, como uno de los muchos hijos de Dios, a la imagen del Hijo primogénito de Dios (8:28-29). Pablo no se quejaba de sus aflicciones. Al contrario, comprendía que todas las cosas cooperaban para su bien, para poder ser transformado y conformado a la imagen de Cristo.

C. Confía en que Dios le salvará y resplandecerá sobre él

David dijo: “Mas yo en Ti confío, oh Jehová; digo: Tú eres mi Dios. En Tu mano están mis tiempos” (vs. 14-15a). Esta es una palabra muy buena, pero la revelación neotestamentaria es más elevada. Los tiempos de David estaban en la mano de Dios, pero en nuestro caso, todo nuestro ser está en Jesús. Los tiempos de David estaban en la mano de Dios, pero nosotros estamos en Cristo, quien es la incorporación de Dios (1 Co. 1:30a; 2 Co. 5:17). Es mucho más elevado estar en Cristo.

El versículo 16a dice: “Haz resplandecer Tu rostro sobre Tu siervo”. David buscaba que el rostro de Dios resplandeciera sobre él. El quería agradar a Dios, y que Dios estuviera complacido con él. Este versículo está en el contexto de su deseo de ser librado de sus enemigos y de que éstos fueran avergonzados (vs. 15b, 17). Por consiguiente, el resplandor que David buscaba en el salmo 31 no es el tipo de resplandor que nosotros buscamos. La clase de resplandor que nosotros debemos buscar es el resplandor que nos expone. Cuando estamos bajo el resplandor de Dios, vemos que somos horribles y desagradables. Cuando nos metamos en el resplandor de Dios, nos postraremos en tierra para confesarnos.

(Estudio-vida de los Salmos, capítulo 15, por Witness Lee)