Estudio-vida de los Salmos, por Witness Lee

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II. LA INSPIRADA ALABANZA DE DAVID ACERCA DE LA EXCELENCIA DE CRISTO

El salmo 8 es producto de la inspiración de David y constituye Su inspirada alabanza de la excelencia de Cristo.

A. El nombre del Señor es un nombre admirable (majestuoso) en toda la tierra, y Su esplendor (Su gloria) esta sobre los cielos

El nombre del Señor es un nombre admirable en toda la tierra, y Su esplendor está sobre los cielos. Quiero repetir que este salmo hace lo posible por unir la tierra con los cielos y por hacer descender los cielos a la tierra, de tal manera que la tierra y los cielos sean uno.

En Salmos 3—7 había un desorden en la tierra conforme al concepto humano de David. Aquí, en el salmo 8, algo, es decir, el nombre del Señor, es admirable (majestuoso) en la tierra conforme a la revelación divina, y el esplendor (la gloria) del Señor está sobre los cielos a la vista de David. Actualmente los que moran en la tierra no ven esta revelación. Ellos no tienen tal panorámica, pero nosotros sí tenemos una panorámica tan celestial acerca de Jesús. Por encima de David en los cielos estaba la gloria, y con David en la tierra había un nombre admirable. Así que, esta visión apartó a David de la visión de la tierra desordenada. Hoy día los medios de comunicación informan todas las cosas malas que acontecen en la tierra cada día. Vivir en cualquier parte de la tierra sin la vida de la iglesia sería terrible.

B. De la boca de los niños y de los que maman el Señor fundó la fortaleza (alabanza) a causa de Sus adversarios, para detener al enemigo y al vengador

De la boca de los niños y de los que maman el Señor ha fundado la fortaleza (alabanza, Mt. 21:16) a causa de Sus adversarios, para detener al enemigo y al vengador (Sal. 8:2). Que se mencionen los niños y los que maman, es decir, los más jóvenes, pequeños y débiles entre los hombres, indica la consumación más alta de la obra redentora del Señor. En la salvación que Dios provee, la mayor consumación consiste en perfeccionar a los más pequeños y a los más débiles para que alaben al Señor.

Cuando disfrutemos al máximo la obra redentora de Cristo, tendremos toda la confianza de alabar al Señor. Cuando estamos desanimados y decepcionados quizá nos lamentemos y nos quejemos. En cambio, alabar al Señor es la experiencia más elevada de nuestro disfrute de Cristo. Disfrutar a Cristo nos fortalecerá para elevar una perfecta y completa alabanza al Señor. Todos tenemos que aprender a alabar. Esta es la consumación máxima que Dios ha completado en la obra redentora que El efectuó por medio de Cristo.

Es necesario que todos seamos niños y lactantes en la vida de la iglesia. Es posible que físicamente no seamos viejos, pero en nuestra experiencia cristiana tal vez seamos como viejecitos cansados y fatigados. Si todavía somos jóvenes en el Señor, alabaremos al Señor cuando vayamos en camino a las reuniones. Cuando estábamos en Elden Hall en Los Angeles, un hermano iba gritando alabanzas al Señor mientras manejaba rumbo a una reunión. Un policía lo vio, lo siguió y lo detuvo. El policía le preguntó al hermano qué le ocurría. Entonces el hermano le contestó: “¡Estaba alabando a Jesús!” Luego el policía lo dejó ir. Esta es la manera apropiada de venir a las reuniones. Al venir manejando rumbo a una reunión, debemos cantar, alabar y gritar así: “¡Amén! ¡Aleluya! ¡Amén! ¡Señor Jesús! ¡Amen!” Muchos de nosotros no haríamos esto debido a que hemos envejecido. Ser viejo significa ser débil. Debemos gritar más, decir más “aleluya”, decir más “amén”, y alabar más. Nuestras reuniones deben estar llenas de voces de júbilo.

Varias de nuestras hermanas todavía están alrededor de los veinte años de edad, pero su fatigada actitud las hace parecer como si tuvieran más de cien años. No reflejan lozanía ni vigor. No reflejan un amanecer sino un atardecer. Ellas tienen que aprender a alabar al Señor. Que los más débiles de los hombres sean perfeccionados para alabar al Señor denota la más elevada consumación de la obra redentora del Señor.

El Señor lleva a cabo una obra tan consumada a causa de Sus adversarios. Lo hace con el fin de insultar a Satanás. Es como si Dios dijera: “Satanás, tú has hecho tanto así. Ahora déjame mostrarte cuánto puedo hacer Yo. Yo puedo hacer mucho más de lo que tú puedas hacer. Mira ahora a todos Mis hijos. Todos son niños y lactantes que me alaban”. Esta alabanza hace callar a Satanás. Nuestra alabanza hace callar la voz del enemigo. De nuestras boca el Señor funda la fortaleza y perfecciona la alabanza a causa de Sus adversarios (por dentro), para detener al enemigo y al vengador (por fuera).

(Estudio-vida de los Salmos, capítulo 5, por Witness Lee)