CRISTO LO ES TODO
En las cuatro epístolas que constituyen el corazón de la revelación divina, a saber, Gálatas, Efesios, Filipenses y Colosenses, Pablo descorre el velo para darnos a conocer quién es Cristo y todo lo que El es. Cristo es inmensurable, pues El lo es todo; El es la realidad de todas las cosas positivas del universo; El es la realidad de Dios, del hombre, de la eternidad, de la luz y de la vida. Sencillamente, nos hacen falta palabras para describir quién es Cristo y todo lo que El es.
¿Cuánto conocíamos de Cristo antes de venir al recobro del Señor y recibir la revelación contenida en estas cuatro epístolas? Es posible que sólo supiéramos que Cristo es el Hijo de Dios, quien fue enviado por el Padre en Su misericordia para morir en la cruz y salvar a los pecadores. Tal vez sabíamos que El nació de una virgen, murió en la cruz, resucitó de entre los muertos, y que fue exaltado a los cielos. Como resultado de ello, creímos en El como nuestro querido Redentor y precioso Salvador, y fuimos salvos. Luego, comprendimos que lo necesitábamos para llevar una vida que glorifique al Padre. Es bueno conocer a Cristo de esta manera; sin embargo, este conocimiento es aún limitado.
Hace cuarenta y ocho años mi conocimiento de Cristo se limitaba a estos aspectos. Pero desde 1932, el Señor, por medio del recobro, gradualmente ha ido corriendo el velo para permitirme adquirir un mayor conocimiento Suyo. Poco a poco, el velo se ha ido quitando. Creo que muchos santos que están en el recobro del Señor pueden dar el mismo testimonio.
Sólo hasta hace poco he venido a apreciar lo extenso que es Cristo. Un día, mientras hablaba acerca del Cristo que se revela en Colosenses, de modo espontáneo usé el adjetivo “extenso”, y les dije a los santos que la epístola de Colosenses nos proporciona una revelación acerca de Cristo, y que dicha revelación es universalmente extensa, ya que Cristo es más extenso que el propio universo. El es inmensurable e ilimitado. Por consiguiente, no sólo es todo-inclusivo, sino también universalmente extenso.
La Biblia nos enseña que Cristo lo es todo. En 1932, cuando empecé a ver todos los aspectos de la persona de Cristo, comencé a ministrar sobre esta nueva línea. Aunque la Biblia revela claramente que Cristo lo es todo, muchos creyentes se sorprenden cuando nos escuchan hablar al respecto.
Colosenses 2:16 y 17 dicen: “Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o sábados, todo lo cual es sombra de lo que ha de venir; mas el cuerpo es de Cristo”. Estos versículos indican que Cristo es nuestra comida, nuestra bebida, nuestra fiesta, nuestra luna nueva y nuestro sábado. El es el cuerpo, la realidad, la substancia de todas las cosas positivas del universo. El es la realidad del aire que respiramos, de la comida que comemos y de los rayos de sol que disfrutamos. Además, El es la realidad tanto del Dios Triuno como del hombre.
Cuando enseñamos que Cristo lo es todo, y que El es la realidad de todas las cosas positivas del universo, algunos han llegado al extremo de acusarnos de enseñar panteísmo, diciendo que identificamos a Dios con la creación. Por supuesto, nosotros rechazamos firmemente el panteísmo, e incluso declaramos que dicha enseñanza es diabólica. De ninguna manera predicamos esta herejía. Más bien, lo que predicamos, basándonos en la Biblia, es que Cristo es Dios y hombre, y que El es la realidad de todas las cosas positivas. Esto de ningún modo significa que las cosas materiales del universo sean Dios mismo. No somos Dios y jamás llegaremos a serlo. No obstante, Cristo mora en nosotros y en un sentido muy real, El está llegando a ser nosotros mismos. Colosenses 3:10 y 11 dicen: “Y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno, donde no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro, escita, esclavo ni libre; sino que Cristo es el todo, y en todos”. Estos versículos ciertamente implican que Cristo lo es todo. En el nuevo hombre, es decir, el Cuerpo, la iglesia, no puede haber ni griego ni judío. Tampoco puede haber chino, americano, alemán o francés. En el nuevo hombre Cristo es el todo y en todos. El es todos los miembros del nuevo hombre y está en todos los miembros. Esto significa que en el nuevo hombre, Cristo es usted y Cristo soy yo. El es verdaderamente todo-inclusivo y universalmente extenso.
(Estudio-vida de Filipenses, capítulo 19, por Witness Lee)