EL CONTRASTE ENTRE LA LEY Y CRISTO
Cuando Pablo escribió los versículos 3:5-8, sin duda tenía en mente el contraste que hay entre la ley y Cristo. El había tenido muchas experiencias tanto de la ley como de Cristo y, por medio de ellas, adquirió un conocimiento cabal con respecto a Cristo y la ley.
En la Biblia, la ley y Cristo son dos factores de vital importancia. Podríamos decir que, en cierto modo, el Antiguo Testamento es un libro sobre la ley, pues trata principalmente de ella. Por otra parte, el Nuevo Testamento es un libro que gira en torno a Cristo como el factor fundamental y predominante. En conclusión, el Antiguo Testamento se basa en la ley, y el Nuevo Testamento, en Cristo.
Pablo poseía un conocimiento profundo tanto de la ley como de Cristo. Los años que había pasado en el judaísmo le habían permitido adquirir un conocimiento detallado de la ley. Su conocimiento no era el de un simple observador, sino el de un miembro celoso del judaísmo. Pero en la época en que Pablo escribió la carta de Filipenses, ya había sido trasladado de la ley a Cristo. Así que, además de conocer la ley, Pablo había adquirido no sólo el conocimiento sino también la experiencia de la persona maravillosa del Cristo todo-inclusivo y universalmente extenso. El vivía ahora en esta persona maravillosa, y por eso pudo referirse a sí mismo como un hombre en Cristo (2 Co. 12:2).
La frase “en cuanto a” se usa tres veces en los versículos 5 y 6, en relación con la ley, con el celo y con la justicia. En los versículos 7 y 8, la frase “por amor de”, se usa dos veces con relación a Cristo, y la palabra “por”, que también podría traducirse “por amor de”, aparece una vez, en conexión con la excelencia del conocimiento de Cristo. Por consiguiente, vemos que Cristo está en contraste con la ley, con el celo por la ley y con la justicia que es según la ley. Por otro parte, la excelencia del conocimiento de Cristo y Cristo mismo están en contraste con “todas las cosas”, lo cual incluye la ley. Así, por amor de Cristo y por la excelencia del conocimiento de Cristo, Pablo dejó la ley, su celo por ella, la justicia que se basa en ella y todas las demás cosas. Esto demuestra que Cristo y la excelencia del conocimiento de El son muy superiores a la ley y a cualquier otra cosa.
El versículo 8 no dice solamente que Pablo estimaba todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo y que por causa de ello lo había perdido todo, sino que incluso lo tenía todo por basura. Este término griego se refiere a la escoria, el desecho, lo que se echa a los perros, y por derivación, basura, algo que es repulsivo. No hay comparación entre tales cosas y Cristo.
Es importante que veamos que, en 3:8, Pablo no habla de la excelencia de Cristo, sino de la excelencia del conocimiento de Cristo. Al leer esta epístola muchos piensan que la “excelencia” aquí se refiere a Cristo mismo y no al conocimiento acerca de El. Sin embargo, Pablo habla de manera clara y particular de la excelencia del conocimiento de Cristo. Su conocimiento de Cristo era excelente, y por la excelencia de dicho conocimiento, él estaba dispuesto a perderlo todo.
En el versículo 7, el apóstol escribe: “Por amor de Cristo”, pero en el versículo 8, va más allá y dice: “Por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor”. Estas dos últimas palabras “mi Señor” indican que Pablo tenía un sentimiento tierno e íntimo por Cristo. Mientras escribía, brotaban de él tiernos sentimientos por su precioso Señor Jesús, y dichos sentimientos lo incitaron a decir: “Cristo Jesús, mi Señor”. El apóstol Pablo tenía en muy alta estima la excelencia del conocimiento de su querido Señor Jesucristo.
(Estudio-vida de Filipenses, capítulo 19, por Witness Lee)