II. OTROS PREDICABAN A CRISTO
CON UNA INTENCION PURA
En 1:15, Pablo declara que algunos predicaban a Cristo de buena voluntad. Estos tenían comunión con el apóstol, participaban con él en la predicación del evangelio y también colaboraban con él en la defensa de dicho evangelio. Tales personas predicaban a Cristo por amor.
En la actualidad, entre los cristianos existe el concepto de que, mientras creamos que Cristo es nuestro Salvador, adoremos al mismo Dios, enseñemos la Biblia y prediquemos el evangelio, todo estará bien. Pero aunque todos los cristianos crean en el mismo Señor, adoren al mismo Dios, enseñen la misma Biblia y prediquen el evangelio, es posible que todavía existan distintos motivos para predicar a Cristo. Las palabras de Pablo en 1:15-17 muestran claramente que, incluso en el primer siglo, no todos los cristianos predicaban a Cristo de una manera genuina. Pablo predicaba a Cristo y los creyentes judaizantes también lo hacían, pero la manera y los motivos eran muy distintos.
Debido a que existen diferentes maneras de predicar a Cristo, necesitamos conocimiento y discernimiento. Es por eso que Pablo oró para que el amor de los filipenses “abundara aun más y más en pleno conocimiento y en todo discernimiento” (1:9). Debemos discernir los diferentes motivos por los que la gente predica. Los cristianos predican a Cristo en el mundo entero, pero no debemos pensar que por el hecho de que prediquen a Cristo, todo está bien. Debemos percibir que existen diferentes motivos para predicar a Cristo, y tener la capacidad de discernir cada uno de ellos. Por lo tanto, en este mensaje, hablaremos de los diferentes motivos por los que se predica a Cristo.
En relación con el evangelio, Pablo usa en este libro varias expresiones que son muy significativas, por ejemplo: la “comunión en el progreso del evangelio” (1:5), “la defensa y confirmación del evangelio” (1:7), “el avance del evangelio” (1:12) y “la fe del evangelio” (1:27). Debemos conocer el significado de estos aspectos del evangelio y no pasarlos por alto. Siempre que leamos dichas expresiones en Filipenses, ellas deben producir una respuesta genuina en nosotros.
Los cristianos hablan mucho acerca de la predicación del evangelio, pero muy poco de la comunión en el progreso del evangelio. Para muchos de nosotros, esta no es una expresión familiar y tal vez ni siquiera la usemos. Es posible que incluso nos suene como una expresión tomada de otro idioma. El hecho de que el vocabulario de Pablo no nos sea familiar, indica que aún seguimos bajo la influencia de nuestro trasfondo religioso. Aprendamos a usar las mismas expresiones que usó Pablo con relación al evangelio. Hablemos de la comunión en el progreso del evangelio, de la defensa del evangelio, de la confirmación del evangelio, del avance del evangelio, y de la fe del evangelio.
En la actualidad muchos cristianos predican el evangelio, pero lo hacen fuera de la comunión en el progreso evangelio. Tampoco participan en su defensa ni hacen nada por confirmarlo. Es posible que dicha predicación no contribuya al avance del evangelio, y que ellos mismos no sepan lo que es la fe del evangelio. Como resultado, se presentan distintas maneras de predicar a Cristo. Cuando Pablo predicaba a Cristo, dicha predicación incluía la comunión, la defensa, la confirmación, el avance y la fe. Los creyentes judaizantes, por su parte, predicaban a Cristo de una manera totalmente distinta. Ellos, en lugar de predicar a Cristo siguiendo el camino de la comunión, predicaban a Cristo por envidia; y en lugar de predicar a Cristo buscando defender el evangelio, lo predicaban con un espíritu de contienda. Sin duda alguna, ellos predicaban a Cristo, pero su predicación no contribuía a la confirmación del evangelio. Por el contrario, predicaban a Cristo por rivalidad, con un espíritu divisivo y por ambición. En dicha predicación no se hallaban los aspectos positivos del evangelio, sino únicamente envidias, contiendas y rivalidades. Tal predicación no contribuía al avance del evangelio.
En principio, la situación actual es similar a la de los tiempos del apóstol Pablo. Actualmente muchos predican a Cristo, pero en su predicación podemos discernir que hay envidias, contiendas y rivalidad, que es lo contrario de la comunión, la defensa, la confirmación, el avance y la fe del evangelio. Por lo tanto, debemos adoptar el vocabulario de Pablo y, de una manera apropiada, con humildad y amor, compartir esto con todos los creyentes que estén dispuestos a escucharnos. Tal vez el Señor propicie que muchos jóvenes tengan la oportunidad de compartir con sus padres lo que Pablo quería decir cuando habló de la comunión en el progreso del evangelio, y de la defensa y la confirmación del evangelio.
La Biblia es muy profunda, y no debemos conformarnos con entenderla superficialmente. Al estudiarla, lo único que debe preocuparnos es la Palabra pura, y no las tradiciones preservadas por siglos ni las opiniones emitidas durante los concilios de la iglesia. Debemos aprender a sumergirnos en las profundidades de la Palabra, indagando el verdadero significado de las diferentes palabras, términos y expresiones. Luego, debemos usar la terminología de la Biblia en nuestras conversaciones. No nos interesan las tradiciones ni la teología sistemática. Lo único que nos interesa es la Palabra santa de Dios.
Al familiarizarnos con los términos usados por Pablo en relación con el evangelio, nos daremos cuenta de que muchas de las enseñanzas de hoy en cuanto al evangelio son muy superficiales. Han existido predicadores y maestros de la Biblia que han descubierto algunos tesoros en la Palabra. Sin embargo, entre los que los siguieron, muchos descuidaron estas riquezas, valorando más el trasfondo teológico tradicional que el verdadero entendimiento de la Palabra. Pero nosotros, en el recobro del Señor, no debemos conformarnos con una predicación superficial del evangelio; más bien debemos regresar a la Biblia y cavar en las riquezas que ella contiene. Por la misericordia del Señor, los que estamos en el recobro, disfrutamos de estas riquezas. ¡Cuánto le agradecemos al Señor por ello!
En la actualidad, la predicación en su mayoría no es sana. Le ofrece algo a las personas, pero no es un alimento saludable. Se trata más bien de un alimento “endulzado”, agradable al paladar, pero sin valor nutritivo. Por tanto, debemos ser capaces de discernir entre esta predicación y la predicación de Cristo que es conforme a la economía de Dios.
(Estudio-vida de Filipenses, capítulo 4, por Witness Lee)