Manera ordenada por Dios de practicar la economía neotestamentaria, La, por Witness Lee

Más extractos de este título...

CRISTO SIENDO COMPLETADO

Necesitamos pedirle al Señor que nos conceda una visión de Cristo siendo completado. Puede que algunos pregunten: “¿Necesita ser completado Cristo? ¿No es perfecto?” Cuando contestamos una pregunta así, tenemos que distinguir entre lo que significa ser completado, y lo que significa ser perfeccionado. Todos nosotros, los seres humanos, necesitamos ser perfeccionados, pero el Cristo de Dios es perfecto eternamente. El no necesita perfeccionamiento alguno. Sin embargo tal Cristo, eternamente perfecto, necesita ser completado. Para ayudarnos a entender esto, preguntaría yo: “Antes de que Cristo fuese encarnado, ¿tenía la naturaleza humana?” Con respecto a este asunto de tener la naturaleza humana, El necesitaba ser completado. Antes de que Cristo fuese encarnado, era perfecto eternamente, pero no era completo porque todavía carecía de la naturaleza humana. Cristo pasó a través del proceso de la encarnación a fin de poseer la naturaleza humana (Jn. 1:14).

Los cuatro Evangelios tienen muchas historias acerca de Jesús; y cuando yo era joven, mi madre me contaba estas historias. Pero muy pocos lectores del Nuevo Testamento se dan cuenta de que los cuatro Evangelios no meramente se componen de historias acerca de Jesús, sino que son libros que nos muestran cómo fue completado Cristo. Los Evangelios nos muestran una Persona particular viviendo en esta tierra y pasando a través del vivir humano. Para que Jesús fuera el Ungido de Dios, el Cristo, necesitaba tener un vivir humano (Fil. 2:7-8). Si nunca hubiera pasado a través del vivir humano, ¿cómo podría ser nuestro Pastor, nuestro Sumo Sacerdote o Aquel que nos ayuda, nuestro Consolador? Debido a que Cristo necesitaba ser completado en este asunto, se hizo hombre y pasó a través del vivir humano. Lucas 2:40 y 52 nos dicen cómo el niño Jesús crecía y avanzaba en sabiduría y en estatura. Su sabiduría divina correspondía a Su crecimiento en estatura física. El fue un muchacho humano que crecía entre los seres humanos. El experimentó este crecimiento por treinta y tres años y medio. Fue necesario que El pasara a través de este proceso del vivir humano para que pudiese ser el Cristo de Dios para llevar a cabo la eterna comisión de Dios de realizar la economía divina de Dios.

Después de pasar a través del proceso del vivir humano, Cristo experimentó el proceso de crucifixión (Hch. 2:23). Para ser el Ungido de Dios a fin de llevar a cabo la eterna comisión de Dios, El necesitaba tal muerte. Su muerte anuló todas las cosas negativas, y resolvió todos los problemas en el universo. Después de Su muerte, entró en la resurrección (Hch. 2:24). Cristo no era solamente la vida sino también la resurrección (Jn. 11:25). Sin embargo, no fue hasta el día de Su resurrección que El pasó a través de la resurrección y entró en la resurrección en Su experiencia física. El era Jesús en la forma de la carne física por treinta y tres años y medio, pero necesitaba estar en la forma del Espíritu. El no solamente necesitaba ser el Cristo físico, sino también el Cristo pneumático. Pasó a través de la resurrección, y salió de esa resurrección para estar en otra forma, en la forma del Espíritu vivificante (1 Co. 15:45). Que El pudiera ser tal Cristo con un cuerpo de carne, mas resucitado en la vida divina, es un misterio maravilloso (Jn. 20:19-20). Damos gracias al Señor que en este universo hay tal resurrección.

Para realizar el propósito eterno de Dios, Cristo necesitaba ser divinamente equipado de estas cuatro cosas: la encarnación, el vivir humano, la crucifixión todo-inclusiva, y la resurrección maravillosa. Ahora tenemos un Cristo con este equipo grande y divino. En Su resurrección, El se hizo un Espíritu vivificante. Tenemos que ver los cuatro Evangelios a la luz del completar a Cristo. Los cuatro Evangelios no meramente nos cuentan historias de Jesús obrando cosas milagrosas. Tenemos que ver que los milagros más grandes son la encarnación, el vivir humano, la muerte y la resurrección del maravilloso Jesús. Hoy Jesús no es lo mismo que era antes de Su encarnación. Mediante Su encarnación, El participó de sangre y carne (He. 2:14) para hacerse hombre. Mediante Su crucifixión y en Su resurrección El fue transfigurado de la carne para ser un Espíritu vivificante.

En la tarde del día de resurrección, el Señor vino en un cuerpo resucitado (Lc. 24:37-40; 1 Co. 15:44) al cuarto donde estaban los discípulos con las puertas cerradas. Podríamos decir que El pudo hacer esto porque era Espíritu, sin embargo, mostró a Sus discípulos Sus manos y Su costado (Jn. 20:20). Después de ocho días, el Señor apareció a Sus discípulos otra vez en el cuarto donde estaban cerradas las puertas. El pidió a Tomás que tocara Sus manos y Su costado para que creyera (20:27). Nuestra mentalidad limitada no puede comprender esto, pero es un hecho. Si alguien pregunta si Jesús era una persona física cuando apareció a Sus discípulos en resurrección, la mejor respuesta es: “Yo no sé”. Este Jesús es una persona que jamás podemos conocer con nuestra mentalidad limitada. Es difícil determinar si Cristo en Su cuerpo resucitado es físico o espiritual, pero sí sabemos que en el universo hay una cosa tan maravillosa como la resurrección de Jesús.

Ahora Cristo está plenamente equipado de la encarnación, el vivir humano, la crucifixión y la resurrección. En la resurrección El se hizo un Espíritu vivificante, el Espíritu esencial de vida (1 Co. 15:45; Jn. 20:22). Cuando Cristo se hizo tal Espíritu a través de Su muerte y resurrección, El abrió un camino nuevo y vivo para que impartiera Su vida a nosotros y para que nosotros le recibiéramos a El como esta misma vida. Sin tal camino nuevo y vivo abierto por Su muerte y resurrección, no hubiera habido manera de que Dios impartiera Su vida divina a ningún pecador, ni tampoco que ningún pecador recibiera a Dios como Su vida. Este camino nuevo y vivo es el camino que la muerte y resurrección de Jesús abrió. Ahora El es el Espíritu vivificante, el mismo Cristo pneumático, el Espíritu esencial de la vida.

El próximo paso en el completar a Cristo fue Su ascensión (Hch. 2:33-36). El no sólo entró en resurrección sino que también entró en ascensión. Tenemos un Cristo en ascensión, y estamos en un Cristo que está en ascensión. El está en ascensión, y debido a que estamos en El, nosotros también estamos en ascensión (Ef. 2:6). Cada vez que hablo me doy cuenta de que estoy hablando desde la ascensión y en la ascensión. En resurrección Cristo se hizo un Espíritu vivificante, el Espíritu esencial de vida, y en ascensión El se hizo un Cristo poderoso, el Espíritu económico de poder (Hch. 2:1-4, 33b). En resurrección El es el Espíritu vivificante en la esencia del Ser divino. Pero si nunca hubiera entrado en ascensión, no hubiera recibido la autoridad. Como hombre, El nunca hubiera sido entronado (He. 12:2b) y coronado de gloria y honor (He. 2:9). Hoy día Cristo es el que está en ascensión y que ha sido glorificado, entronado, y a El se le ha encomendado toda la autoridad en el cielo y en la tierra (Mt. 28:18).

(Manera ordenada por Dios de practicar la economía neotestamentaria, La, capítulo 1, por Witness Lee)