Manera ordenada por Dios de practicar la economía neotestamentaria, La, por Witness Lee

Más extractos de este título...

LA ORACION

Debemos aprender a orar todo el tiempo. Necesitamos invocar el nombre del Señor durante todo el día y conversar con el Señor. Podemos conversar con el Señor usando oraciones cortas como parte de nuestra incesante oración. Podemos orar: “Oh Señor Jesús, quiero que estés conmigo”, u “Oh Señor Jesús, ayúdame”. Al menos necesitamos mantener un espíritu de oración todo el tiempo. En medio de cualquier quehacer podemos orar, y tenemos que orar. Esta oración nos hará hombres de Dios. La oración es el mismo medio por el cual tenemos contacto con Dios.

Dios nos creó en una forma maravillosa. Nos creó con dos oídos para que escuchemos. Nos creó con dos ojos para que veamos. Tenemos que comer, así que Dios nos creó con una boca. Necesitamos hablar, así que Dios nos creó con una lengua y con cuerdas vocales. Tenemos que digerir nuestra comida, así que Dios nos creó con un estómago. Necesitamos respirar, de modo que Dios nos creó con pulmones. Dios creó todo con un propósito. Nos creó con un espíritu para que oremos. Aun los incrédulos oran en ciertos momentos, especialmente cuando están en aflicción o en apuro. Los chinos dicen: “¡Oh cielos! ¡Ayúdame!” Esta es su oración. El Señor Jesús usó los cielos como símbolo de la autoridad suprema, el Dios Todopoderoso (Lc. 15:18). A veces, los incrédulos oran: “¡Dios mío, ayúdame!” De verdad tenemos un órgano de oración por dentro, y también tenemos una intención de oración, un deseo de oración dentro de nosotros. Muchos de nosotros podemos testificar que el tiempo de más disfrute es el tiempo de oración.

A nosotros los seres humanos caídos nos gusta platicar más que orar. Tal vez digamos que no tenemos tiempo para orar, sin embargo podemos tener mucho tiempo para hablar por teléfono. Para algunas personas el teléfono es como el pegajoso papel matamoscas. Cuando algunos tocan el teléfono, se quedan pegados a él. Muchos americanos no pueden vivir sin teléfono. El teléfono es como la respiración para ellos. Tal vez no tengan tiempo para hacer nada, pero siempre tienen tiempo para hablar por teléfono. La demasiada plática por teléfono matará su vida de oración. Cuando nos reunimos con algunos santos, es mejor orar y reducir nuestra conversación. A todos nos gusta platicar, pero debemos convertir nuestra conversación en oración. Demasiada plática mata, pero la oración aviva. Cuando oramos por sólo cinco minutos, nos avivamos y nos hacemos fuertes.

Cada vez que yo voy a hablar, tengo que prepararme mediante la oración. El secreto de dar un mensaje apropiado es la primera frase del mensaje. Si se expresa la primera frase apropiadamente, todo el mensaje estará bien. La manera de expresar apropiadamente la primera frase está en la preparación de oración. Yo tengo que orar antes del mensaje. Asimismo, cuando vamos a las casas, tenemos que orar primero. Muchos de los santos que han salido a visitar a la gente al tocar puertas pueden testificar del poder de la oración. A veces mientras visitaban, no se les abrían las puertas, así que se detenían para orar. Después de su oración, la primera puerta se les abría y los que estaban allí eran bautizados. La oración puede manejar, dirigir y controlar el ambiente. Tenemos que ser personas de oración.

Necesitamos ser los que oran antes de la reunión. Para orar antes de la reunión debemos ser personas de oración que oran sin cesar (1 Ts. 5:17). Necesitamos orar sin cesar invocando el nombre del Señor. Según los Hechos 4:31, también tenemos que orar en la reunión: “Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios”. En las reuniones es bueno invocar el nombre del Señor, orar-leer la Palabra, y orar las estrofas de los himnos. Pero también necesitamos oraciones más largas y más cortas en nuestras reuniones. Necesitamos toda clase de expresión divina y viva. Necesitamos cantar, gritar, repetir, invocar y orar con oraciones apropiadas ya sean largas o cortas.

Orar al principio y al final de la reunión puede avivar, fortalecer, y enriquecer la reunión. Cuanto más oración haya en la reunión, mejor. Podemos orar al principio y al final de la reunión, pero no debemos hacer de ello un legalismo ni algo formal. Durante la reunión, la oración apropiada puede también dar ayuda a la reunión. No solemos orar durante la reunión, pero una oración apropiada en el transcurso la reunión puede ser de mucha ayuda. Cuando oramos de esta manera, debemos tener la certeza que la oración no procede de nuestra carne. En la oración pública, es posible que hagamos una exhibición en nuestra carne (Mt. 6:5-6). Esto tiene que ser condenado. Debemos estar completamente en el espíritu con un motivo puro sin ninguna intención de expresar o glorificarnos a nosotros mismos. Nuestra oración en la reunión no debe ser formal ni tampoco debe ser que sólo ciertas personas oren. En ciertas localidades, yo vi que sólo uno o dos hermanos oraban. Tenemos que exhortar a los santos que oren y tenemos que guiarlos a la oración en la reunión.

Siempre debemos orar ejercitando el espíritu (Ef. 6:18; 1 Co. 14:15a). Ejercitar el espíritu significa no esperar la inspiración del Espíritu sino tomar la iniciativa empujando nuestro espíritu a orar. Cuando oramos, debemos volvernos al espíritu, ejercitando lo más profundo de nuestro ser.

(Manera ordenada por Dios de practicar la economía neotestamentaria, La, capítulo 9, por Witness Lee)