Manera ordenada por Dios de practicar la economía neotestamentaria, La, por Witness Lee

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LA VIDA DIARIA CRISTIANA, VIVIR A CRISTO

Para que algo exista, actúe y viva, debe tener algún soporte. Hemos visto que la vida de iglesia depende de las reuniones de la iglesia. Estas reuniones son muy cruciales para la vida de iglesia. En este capítulo queremos tener comunión sobre el soporte de las reuniones de la iglesia. El soporte de las reuniones de la iglesia es la vida diaria cristiana, o sea, el vivir a Cristo (Fil. 1:20-21). La vida diaria cristiana no es meramente un asunto de buen comportamiento o carácter. La Biblia revela con claridad que la vida diaria cristiana no es nada menos que Cristo mismo. El debe ser nuestra vida diaria. En la China había varias personas que practicaban conforme a la enseñanza de Confucio, y su comportamiento y su carácter eran dignos de elogio. Sin embargo, no tenían la vida diaria cristiana porque no tenían a Cristo como su vida y su vivir. No tenían a Cristo como su todo en su vida humana. Puede ser que tuvieran buen carácter, pero no tenían la vida diaria cristiana.

Para tener buenas reuniones, el soporte no es meramente el buen carácter. El soporte debe ser Cristo mismo expresado en nuestro vivir. La nueva manera de llevar a cabo la economía neotestamentaria hace hincapié en la reunión cristiana, y la reunión cristiana necesita el soporte de una vida diaria en la cual Cristo mismo vive a través de nosotros. Sólo Cristo, el Viviente, puede capturar la gente. Cuando salimos a visitar a la gente al tocar sus puertas, debemos estar eslabonados a este Cristo viviente. No sólo debemos vivir para El o para con El sino también vivirle a El. El es nuestra vida por dentro, y El es nuestro vivir por fuera. Necesitamos vivirle a diario.

Vivirle significa primero tomarle como nuestra vida. Como personas regeneradas, debemos tomarle como nuestra vida. Aunque tenemos una vida natural, una vida humana, una vida creada por Dios, esa vida no es la vida divina. La vida humana fue creada por Dios para contener la vida divina. Génesis 1 nos dice que Dios creó al hombre a Su propia imagen (v. 26). Génesis 2 relata que Dios puso a este hombre delante del árbol de la vida, indicando que este ser humano creado necesitaba la vida divina (vs. 7-9). Cuando creemos en Cristo, El entra en nosotros no sólo para ser nuestro Salvador, sino aun más para ser nuestra vida, llevando a cabo así el propósito de Dios. El Señor Jesús dijo que El era la vida (Jn. 14:6), y Pablo dijo que Cristo es nuestra vida (Col. 3:4). Por eso, Pablo dijo también que para él el vivir era Cristo (Fil. 1:21). Debemos vivir a Cristo, no sólo vivir para Cristo o para con Cristo. Cristo es nuestra vida y nuestro suministro de vida, y Cristo debe ser nuestro vivir, nuestra propia expresión.

Vivir a Cristo es la vida diaria cristiana, y esto sostiene las reuniones cristianas. Si venimos a una reunión sin tal vivir, sin tal vida diaria, venimos de una manera vacía y muerta. Sin un vivir así nunca podríamos sostener la reunión cristiana. Por muy entusiastas que fuéramos, nunca podríamos impartir Cristo a la gente como su vida o suministro de vida. Debemos vivir a Cristo. Día tras día Cristo debe ser nuestro vivir.

Para tener un vivir como éste debemos aprender a negarnos a nosotros mismos. Dios no tiene ninguna intención de que vivamos nosotros, sino que Su única intención es que recibamos a Cristo dentro de nosotros para que El reemplace nuestra vida a fin de poder ser nuestra propia vida. Esto no debe ser solamente una enseñanza para nosotros; debe ser nuestra práctica diaria. Entre nosotros en el recobro del Señor, he notado a través de los años que muy pocos santos realmente practican el negar al yo y el tomar a Cristo como su vida. Debemos negarnos a nosotros mismos. Cuando amamos a una persona, tenemos que amarla negándonos a nosotros mismos y tomando a Cristo como nuestro amor. Debemos dejar que Cristo ame a la gente a través de nosotros. Debemos permitir que el amor de Cristo se haga nuestro amor con el cual amamos a otros. La vida cristiana no es que nosotros amemos a la gente, sino que Cristo ama a la gente desde nuestro interior. Lo que sale de nosotros no debe ser nuestro amor humano natural sino Cristo mismo.

Cuando hablamos con la gente, debemos aprender a negarnos a nosotros mismos y tomar a Cristo como nuestra vida para expresar a Cristo. No debemos hablar con la gente por nuestra propia cuenta. Debemos aprender y poner en práctica el hablar con la gente al negarnos a nosotros mismos. No sólo diariamente, sino también momento tras momento, debemos tener la práctica de actuar, vivir y mantener nuestro ser en Cristo, con Cristo y por Cristo. Debemos aprender también cómo tener un andar en el cual oramos a El todo el tiempo (1 Ts. 5:17). Mientras vamos al trabajo, tenemos que ir orando. La mejor manera de orar sin cesar es invocar el nombre del Señor. Mientras usted toma la cruz, tiene que hacerlo invocando, como una oración instante y continua al Señor. Invocar el nombre del Señor es respirar a Cristo (Lam. 3:55-57). Cada vez que usted dice: “Oh Señor Jesús”, en realidad respira a Cristo dentro de sí.

Cuando el recobro del Señor vino a los Estados Unidos, un hermano que había sido predicador se volvió a este camino. Un día yo pedí el himno #255 por A. B. Simpson. El coro de este himno dice:

Hoy exhalo mi tristeza, Mi pecado va, Respirando, y recibiendo De Tu plenitud.

Después que cantamos ese himno este hermano no entendía de qué hablaba A. B. Simpson, y me dijo que no le gustaba este canto. Unos años después, el orar-leer la Palabra e invocar el nombre del Señor Jesús entraron en el recobro del Señor y este hermano practicó estas cosas. Un día me encontré con él en otra ciudad y me dijo: “Hermano Lee, para mí el mejor himno es #255 sobre el respirar”.

Sin respirar, todos pronto expiraríamos. Invocar el nombre del Señor es respirar y es una oración instante y continua. Invocando podemos orar sin cesar, y por esta clase de oración en realidad espontáneamente tomamos a Cristo como nuestra vida. Entonces actuamos por El y no por nosotros mismos. Hablamos con la gente por El y no por nosotros mismos. Invocar Su nombre nos hace vivir a Cristo, o sea, tener una adecuada vida diaria cristiana. Si somos tales personas que practican el invocar al Señor diariamente, nos reuniremos llenos de Cristo, con un espíritu viviente y gozoso. La reunión no estará vacante, vacía ni ociosa. Más bien, la reunión será activa, o sea, llena de actividades espirituales por los miembros que viven a Cristo diariamente. La reunión será muy alta, muy rica, muy fresca y muy refrescante.

La comunión en este libro no es con el propósito de darnos más doctrina y enseñanza. Todo de lo que estamos hablando es totalmente para nuestra práctica. De ahora en adelante, todos debemos ejercitarnos para poner en práctica la economía neotestamentaria. He notado que aun durante nuestros entrenamientos, los asistentes estaban en los cielos al escuchar los mensajes. Pero en el descanso entre las reuniones se volvieron “personas bajo la tierra”. Ya no eran personas en los cielos. Esto muestra que debemos practicar el vivir a Cristo no sólo en las reuniones del ministerio sino también en nuestra vida diaria. Un esposo debe hablar con su esposa por medio de Cristo, y una esposa debe hablar con su esposo por medio de Cristo. Debemos hablar tomando a Cristo. En nuestro hablar con nuestro esposo debemos vivir a Cristo. Necesitamos andar en serio para realmente tomarle como nuestra vida y vivirle. Entonces seremos las personas apropiadas para venir a las reuniones, y con una vida diaria así, seremos un sostén fuerte. Aunque sólo cinco santos de cien que se reúnen fueran personas que se ejercitaran para tomar a Cristo como su vida, esa reunión sería muy fresca y muy refrescante.

(Manera ordenada por Dios de practicar la economía neotestamentaria, La, capítulo 6, por Witness Lee)