DIOS DESEA FORJARSE A SÍ MISMO EN EL HOMBRE
En los pasados dos mil años, aquellos que han prestado atención únicamente a la manera en que Dios obra, han sido destinados a fracasar o errar. El Nuevo Testamento nos muestra claramente que Dios desea forjarse a Sí mismo en nosotros; no obstante, este asunto sobrepasa todos nuestros pensamientos naturales. Nosotros pensamos únicamente en ser fervientes, en laborar para Dios, en ser espirituales, en recibir poder y en otras cosas semejantes. Éste es especialmente el caso de aquellos que están en el cristianismo. En cuanto una persona es salva, le vienen todos estos pensamientos naturales. Pero que Dios se pueda forjar en nosotros va mucho más allá de lo que jamás podríamos soñar. En nosotros no tenemos esta luz ni esta revelación. Aunque nos pusieran este asunto delante de nuestros ojos, no habría ninguna respuesta en nuestro ser; seríamos como las rocas, en las cuales no se puede sembrar semilla ni se puede escribir con tinta. Sencillamente no tenemos ningún concepto relacionado con la única obra que Dios realiza.
Incluso puede ser que los hermanos y hermanas que tienen muchos años de haber sido salvos y que han escuchado muchísimos mensajes en la iglesia, aún tengan el deseo de mejorar su condición delante de Dios cada vez que piensan en Él. Necesitamos que el Espíritu Santo abra nuestros ojos para ver que tratar de mejorarnos a nosotros mismos no es lo que Dios desea de nosotros. Aun cuando pudiésemos ser mil veces mejores personas que hoy, Dios no querría esto. Lo que Dios desea es forjarse a Sí mismo en nosotros. Esto es lo que Dios ha venido haciendo en cada era.
La naturaleza de la obra de Dios es la misma en cada era; el diseño, la medida y el plan de la obra de Dios no ha cambiado en absoluto, pues lo que Él desea es forjarse a Sí mismo en nosotros. La forma o la manera en que esta obra se manifiesta externamente es diferente en cada persona. Pero, si todos cooperáramos con Dios, sólo Dios sabe lo que sucedería en esta tierra en los próximos cinco años.
(Puente y canal de Dios, El, capítulo 1, por Witness Lee)