GUARDAR EL ORDEN EN EL SERVICIO
Y LA COORDINACIÓN DE LA IGLESIA
Además, cuando sirvamos en los diferentes lugares, no debemos hacerlo de manera desordenada e impráctica. En nuestro servicio primeramente debemos tener en cuenta la soberanía del Señor. Siempre que el Señor disponga las circunstancias para que sirvamos, debemos servir con sencillez de corazón, sirviendo tanto a los santos como a los pecadores. En segundo lugar, debemos llegar a conocer nuestro lugar en la coordinación con los santos; debemos llegar a conocer el orden que hay entre los santos. Entre todos los hermanos y hermanas necesitamos saber quién está debajo de nosotros y quién está por encima, es decir, quién es nuestra autoridad. Tercero, después de que descubramos el orden y sepamos quién está por encima de nosotros, debemos inmediatamente orar y sujetarnos a esa persona. Podemos orar de una manera concreta y específica, sujetándonos a dicha persona. En particular, los hermanos y hermanas jóvenes deben encontrar a alguien que esté por encima de ellos para que los supervise. Esto no debe ser asignado por otros, porque este tipo de organización puede no ser lo más conveniente. Por tanto, es necesario que inquiramos adecuadamente delante del Señor. Una vez que tengamos claridad al respecto, debemos aprender a restringirnos a nosotros mismos permaneciendo sujetos a la autoridad. Cualquier hermano o hermana, al cual se le haya pedido que asuma una posición de autoridad, debe primero acudir al Señor para orar y discernir si el Señor desea que él o ella asuma la responsabilidad de supervisar a otros, y después de esto, guiar a los santos apropiadamente, hacerse responsable por ellos y restringirlos. Aquellos que sirven como autoridad deben tomar este asunto con la debida seriedad, y aquellos que están bajo autoridad deben someterse de corazón a dicha autoridad.
(Puente y canal de Dios, El, capítulo 8, por Witness Lee)