LA GRACIA ES LA REALIDAD,
Y LOS DONES DEBEN SER EXPERIMENTADOS
A FIN DE CONVERTIRSE EN MINISTERIOS
Pregunta: ¿Cómo podemos avanzar de una vida de gracia a una vida de realidad? ¿Cómo pueden los dones convertirse en ministerios?
Respuesta: El principio en ambas preguntas es el mismo. Este principio tiene que ver con el hecho de cómo podemos avanzar de una vida inestable y superficial a las profundidades de la estabilidad. En otras palabras, tiene que ver con el hecho de cómo podemos avanzar de la superficie a un lugar escondido.
La gracia es la realidad. Esta realidad se menciona en Juan 1:17, donde la palabra griega fue traducida en la Versión Unión China como “verdad”. Esta versión dice que la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. Sin embargo, según el idioma griego la palabra debiera traducirse más bien como “realidad”. Según el entendimiento de la mayoría de los chinos, la palabra verdad denota una doctrina verdadera, una doctrina que no contiene ninguna falsedad. Sin embargo, en griego esta palabra significa “realidad, lo contrario de lo que es irreal”. Juan 1:17 dice que cuando el Señor Jesús vino, Él nos trajo gracia y realidad. Conforme a la verdad, el Señor Jesús no nos trajo dos cosas, pues la gracia y la realidad son, de hecho, una misma cosa. De hecho, Cristo, la vida, la gracia y la realidad significan lo mismo.
¿Qué es la gracia? La gracia es la realidad. Hay un modismo chino que dice: “Trata de calmar el hambre dibujando pastelillos”. Uno puede dibujar pastelillos en una hoja de papel, pero todos ellos son irreales. Si yo le doy un pastelillo verdadero, en cuanto usted lo vea, se dará cuenta de que los pastelillos que tiene en su hoja de papel son pastelillos en doctrina, y que el pastelillo que le he dado es la realidad. En esto debemos ver dos cosas: primero, que este pastelillo verdadero le es dado a usted y que es gracia; y segundo, que este pastelillo es una realidad y es diferente de los pastelillos dibujados en el papel. La gracia y la realidad son una misma cosa.
Antes de que el Señor Jesús viniera a la tierra, el conocimiento que el hombre tenía en cuanto a Dios era semejante a los dibujos de los pastelillos en la hoja de papel. Había muchas teorías, enseñanzas y revelaciones en cuanto a Dios, pero todas ellas eran “pastelillos dibujados en una hoja de papel”. Un día Dios se encarnó y llegó a ser un hombre llamado Jesús. Cuando Jesús vino, Dios vino con Él (vs. 14-17). Anteriormente todo lo que el hombre tenía era comparable a un pastelillo dibujado, pero un día este pastelillo vino en realidad. Este pastelillo vino y se entregó a usted y entró en usted. Esto es gracia. Al mismo tiempo, este pastelillo era la realidad del pastelillo que estaba dibujado en la hoja de papel. El Dios descrito en los treinta y nueve libros del Antiguo Testamento era solamente el dibujo de un pastelillo. Pero el Señor Jesús, quien vino después, era el pastelillo en realidad.
La gracia es Dios mismo. Por consiguiente, debemos ver que la gracia y la realidad son una sola y que no hay diferencia alguna entre una vida de gracia y una vida de realidad. En otras palabras, si existe una vida que es una vida de gracia, esa vida es también una vida de realidad. Éste es el primer punto.
El segundo punto es que lo que comúnmente se llama una vida de realidad es el segundo nivel de vida que llevan los creyentes. El primer nivel de vida es uno en el cual usted en cierta medida se vale de su propia fuerza. En otras palabras, es una vida en la que uno se esfuerza. Por ejemplo, si usted se levanta en la mañana, pasa algunos minutos en su vigilia matutina, y en su vida diaria ora varias veces durante el día, probablemente piense que esto es muy apropiado. Sin embargo, al llevar esta vida usted gasta sus energías para llevar una vida en la cual se esfuerza. Éste es el primer nivel de vida. El segundo nivel es el de llevar una vida de gracia, es decir, una vida de realidad. Al llevar una vida de esfuerzos, usted emplea su propia fuerza para disfrutar de la gracia de Dios. Cuando una persona salva vive de esta manera, es avivada. Es así como una persona se siente en la etapa inicial de avivamiento. En esta etapa, si usted se encuentra con alguien que le dice algo desagradable, usted pacientemente agachará la cabeza. Si no llevara una vida de esfuerzo, usted probablemente perdería la paciencia en ese momento. Esta clase de vida es una vida de piedad fabricada por el hombre.
Sin embargo, después de experimentar muy a menudo este tipo de lucha y esfuerzo, usted saldrá de esta etapa e ingresará en la etapa de la espontaneidad. Por ejemplo, alguien que ha aprendido a montar en bicicleta sabe que al principio aprendió rápidamente a manejar la bicicleta en línea recta, pero sencillamente no sabía como doblar la esquina fácilmente. Para dar una curva tenía que hacer mucho esfuerzo. Pero un día, después de montar la bicicleta por cierto periodo de tiempo, empezó a dar las curvas de una manera muy espontánea. Aparentemente, hacía un esfuerzo, pero en realidad, estaba movido por una fuerza espontánea. El mismo principio se aplica a la manera en que aprendió a usar los frenos. El que ha aprendido esto recuerda que al principio no usaba los frenos por un poder espontáneo, sino que tenía que emplear su propia fuerza para poder frenar. Poco a poco, a medida que una persona practica en su bicicleta, espontáneamente logra manejarla con mayor rapidez y con más control.
Esta fuerza espontánea es semejante a las leyes mencionadas en Romanos 7 y 8. Una ley es un principio que opera de forma espontánea y automática. Por ejemplo, cuando comemos algo, no necesitamos repetir continuamente: “Tengo que digerir”, ya que la comida que comemos es digerida automáticamente, pues dentro de nosotros opera una ley. Las actividades que suceden en nuestro cuerpo son leyes que operan. Así, cuando nuestras manos se mueven, no necesitan darle órdenes a nuestro dedo meñique para que se mueva hacia delante o hacia atrás, sino que el dedo meñique automáticamente coopera y se mueve. Biológicamente, el movimiento es controlado de una manera orgánica. No obstante, el movimiento mismo se produce de forma automática como resultado de la operación de una ley.
Una vez que usted pase de la etapa del esfuerzo a la etapa en la que es regido por una ley espontánea, vivirá en la gracia y en la realidad. Así, cuando otros traten de discutir con usted, no tendrá necesidad de agachar la cabeza y de controlarse con mucho esfuerzo, sino que, más bien, de una manera natural usted no tendrá ninguna reacción inapropiada.
La pregunta que usted debe hacerse es la siguiente: ¿Cómo puede uno pasar de una vida de luchas y esfuerzos a una vida de espontaneidad espiritual? La respuesta a esta pregunta es que usted necesita que todas sus luchas espirituales se entretejen con la vida divina y se unan a la vida divina. Entonces, llegará a una etapa en la que espontáneamente usted se unirá a la ley de vida, la cual opera de forma automática. En Romanos 8 esta ley es llamada “la ley del Espíritu de vida”.
La segunda pregunta es cómo los dones llegan a ser ministerios. Me temo que algunos de ustedes no entiendan realmente lo que son los dones. Los dones son capacidades que nos son dadas cuando el Espíritu Santo opera en coordinación con la Palabra de Dios. Por ejemplo, supongamos que un hermano comparte durante ocho días sobre la manera en que la carne es quebrantada por la cruz. El Espíritu, junto con la Palabra, lo conmueve e ilumina, capacitándolo para compartir durante ocho días consecutivos. Pero por favor, tengan presente que esto es sólo un don, pues es posible que este hermano no haya tenido ni siquiera una experiencia de lo que comparte, sino que sólo haya sido inspirado por el Espíritu e iluminado por la Palabra.
¿Qué es entonces un ministerio? Un ministerio es producido cuando, después de que uno ha sido iluminado, vive bajo el resplandor cada día hasta que finalmente llega a ser esa clase de persona. Por ejemplo, la luz en cuanto al quebrantamiento de la carne por medio de la cruz puede forjarse en su constitución intrínseca a medida que uno experimenta esto diariamente, al grado en que un día uno llega a ser una persona cuya carne ha sido quebrantada por la cruz, es decir, cuyo ser entero ha sido quebrantado lo suficiente por la cruz. Entonces, cada vez que usted se ponga de pie para compartir la palabra, sus palabras ya no serán la manifestación de un don, sino que serán un ministerio. Un ministerio es producido cuando nosotros mismos somos lo que predicamos.
Por ejemplo, los profesores más veteranos que han enseñado en una universidad desde que eran jóvenes han llegado al punto de tener un “ministerio”. Supongamos que me pidieran enseñar inglés. Yo podría esforzarme para dar una lección que los estudiantes consideren bastante buena. Esto sería un buen ejemplo de lo que es un don. Entonces, ¿qué sería un ministerio? Supongamos que yo no sólo enseño inglés en la universidad, sino que además de eso he venido enseñando esta materia por treinta años al punto en que tengo el idioma inglés en mis células. A la edad de cincuenta, no necesitaría hacer nada, pues mi ser sería un “ser saturado del idioma inglés”. Este ejemplo nos muestra lo que es un ministerio. Con esto podemos ver la diferencia entre un don y un ministerio.
Una persona que tiene un ministerio auténtico no necesita prepararse. Cada vez que se pone de pie para compartir la palabra, habla de lo que está en él debido a que su ser está constituido de ello. Por ejemplo, yo soy chino y hablo chino; el chino es mi lengua materna y hasta mi constitución intrínseca. Aunque puedo hablar inglés, en cuanto a mí, hablar inglés es simplemente un don, mientras que hablar chino es un “ministerio”. Por consiguiente, cada vez que escribo algo en inglés, eso es solamente un don, y tal vez me tarde veinte minutos en hacerlo; sin embargo, si escribo lo mismo en chino, eso sería un “ministerio”, y sólo me demoraría dos minutos. El idioma chino ha sido forjado en mi constitución intrínseca, mientras que el idioma inglés me ha sido dado como un don. Si ustedes me pidieran que dijera algunas palabras en inglés, me tardaría unos minutos para pensar primero qué decir. Pero si en lugar de ello me pidieran decir algo en chino, podría hacerlo sin pensar, porque el idioma chino es parte de mi ser. Por consiguiente, todo lo que requiere un esfuerzo de nuestra parte es un don, mientras que un ministerio es aquello que hacemos sin pensarlo y que espontáneamente fluye de nosotros.
Según este principio, usted puede dar un mensaje de la palabra e invertir mucho esfuerzo en ello; sin embargo, no importa lo que usted diga, simplemente estará ejercitando su don. Estará ejercitando un don si lo que usted comparte es simplemente una doctrina que no ha llegado a ser un elemento constitutivo de su ser. Sin embargo, una vez que lo que comparte llega a ser un elemento constitutivo en su vivir, llegará a ser su ministerio. Por lo tanto, se requiere mucho tiempo para tener un ministerio, uno no llega a tenerlo en uno o dos días.
(
Puente y canal de Dios, El, capítulo 4, por Witness Lee)