Puente y canal de Dios, El, por Witness Lee

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LA MANERA EN QUE LA OBRA DE DIOS SE MANIFIESTA EXTERNAMENTE Y EL PRINCIPIO INTERNO QUE LA RIGE

En este universo y en cada era Dios obra según Su propósito. Aparentemente la obra que Dios realiza en cada era es diferente, pero si consideramos el principio interno que la rige, en realidad, es exactamente la misma. La era del Antiguo Testamento y la era del Nuevo Testamento son completamente diferentes, y la obra que Dios realiza en cada una de ellas es distinta. Sin embargo, intrínsecamente es el mismo Dios el que opera en ambas. Por ejemplo, la ropa que tenía puesta ayer es diferente de la que tengo puesta hoy, pero yo, la persona que lleva puesta la ropa, sigo siendo el mismo. De igual manera, en cada era Dios sigue siendo el mismo, y la obra que Él realiza en cada era tiene la misma meta, aunque la manera en que la obra se manifieste sea diferente. Por consiguiente, mientras los que buscan a Dios andan en Su camino, ellos no deben distraerse con la manera en que la obra de Dios se manifiesta, sino únicamente deben preocuparse por conocer la manera en que procede Dios, y conocerlo a Él mismo internamente. Es difícil determinar cuál es la manera en que Dios obra en cada era, y es aún más difícil determinar cual será la manifestación externa de la obra que Él realiza en el hombre y por medio del hombre. Estos asuntos están enteramente bajo el control de la mano de Dios, y el hombre no puede determinarlos.

Por ejemplo, en los cuatrocientos años que han pasado desde la época de la reforma encabezada por Martín Lutero, Dios ha pasado a través de muchas personas. Sin embargo, es asombroso que aquellos por quienes Dios ha pasado y en quienes Él ha trabajado, han tenido diferentes manifestaciones externas. La obra del Señor se manifestó de una manera en George Müller, de otra manera en D. L. Moody, e incluso de otra manera en Charles Spurgeon. No sólo la obra de Dios se manifestó de manera diferente en cada persona, sino que las manifestaciones de Su obra en cada era también fueron diferentes. Por lo tanto, no debemos insistir en que tenemos que hacer algo en particular a fin de satisfacer el deseo de Dios. Por ejemplo, en China el Señor usó al hermano John Sung principalmente para predicar el evangelio. La obra de Dios en él se manifestó de una manera particular y tenía un aspecto específico. Algunos consideraban que su obra era fructífera y, por consiguiente, intentaron imitar, o copiar, la manera en que él predicaba el evangelio; sin embargo, esto no les funcionó. Todos tenemos cierto aspecto físico, pero ninguno de nosotros podría garantizar que los hijos que engendremos serán iguales a nosotros, debido a que el aspecto físico que ellos tengan no depende de nosotros. Los hijos que damos a luz no son estatuas de bronce, esculturas de piedra o imágenes de cera. Únicamente los objetos hechos por el hombre, tales como las estatuas de bronce, las esculturas de piedra o las imágenes de cera pueden tener una misma semejanza. Pero los hijos que damos a luz tienen vida y son vivientes.

Hay dos formas de ver la obra que Dios ha venido realizando a través de los siglos. Aparentemente, la manifestación externa o la forma externa, de la obra de Dios es completamente diferente en cada era. Sin embargo, intrínsecamente, el principio, el modo de proceder, el contenido y propósito de la obra de Dios son absolutamente los mismos. Dios laboró en Cristo, en los apóstoles y en los santos espirituales a través de los siglos, y también está laborando en nosotros. La meta y la dirección de la obra de Dios son absolutamente los mismos. Podemos comparar esto con el hecho de que aunque en China la gente usa túnicas chinas, en Japón usan kimonos y en Europa usan ropa occidental, sin embargo, las personas no cambian, independientemente de la ropa que llevemos puesta. Nosotros somos lo que somos, no importa si estamos en Taipéi, en Japón o en Europa. Asimismo, lo que Dios hizo en Job, en David, en Juan, en Martín Lutero y en George Müller aparentemente era diferente, pero internamente era lo mismo. A través de los siglos Dios nunca ha cambiado Su obra.

Independientemente de si vivimos en la era del Antiguo Testamento o en la era del Nuevo, en China o fuera de China, en el presente o en el futuro, la obra de Dios puede tener diversas manifestaciones, pero el contenido interior es el mismo. Debido a que recibimos esta revelación por medio de la Biblia, no deseamos imitar a otros en su apariencia externa, ni tampoco queremos que las iglesias se imiten unas a otras en el aspecto externo. La obra de Dios se manifiesta de una manera en la iglesia en Taipéi, de otra manera en la iglesia en Taichung, y también de una manera diferente en la iglesia en Kaohsiung. Esto es en cuanto a la manifestación externa. Sin embargo, la obra que Dios está haciendo es intrínsecamente la misma; es decir, la obra de Dios en Kaohsiung es la misma que está haciendo en Taipéi, y la que está llevando a cabo en Taiwán es la misma que está realizando en el Sudeste del Asia.

(Puente y canal de Dios, El, capítulo 1, por Witness Lee)