Servir en el espíritu humano, por Witness Lee

EJERCITAR NUESTRO ESPÍRITU PARA EL CUERPO DE CRISTO

Hemos visto claramente que el Cuerpo de Cristo está absolutamente en el Espíritu Santo y que el Espíritu Santo está absolutamente en nuestro espíritu. Por tanto, el Cuerpo de Cristo es un asunto totalmente en nuestro espíritu. El libro de Efesios confirma esto. Efesios 1 nos dice que sólo podemos ver la iglesia en nuestro espíritu (vs. 17-23). Efesios 2 nos dice que la edificación de la iglesia, el Cuerpo, tanto universal como localmente, es en nuestro espíritu (vs. 20-22). Después el capítulo 3 nos dice que tenemos que ser fortalecidos en nuestro hombre interior, el espíritu humano regenerado (v. 16). El capítulo 4 nos dice que somos renovados en el espíritu de nuestra mente (v. 23), y el capítulo 5, que tenemos que ser llenos en nuestro espíritu humano hasta la medida de la plenitud de Dios (v. 18, con 3:19). Por último, el capítulo 6 nos dice que tenemos que orar como la iglesia, como el Cuerpo, en el espíritu (v. 18). En todos estos versículos, podemos ver que el Cuerpo es algo que es completamente en nuestro espíritu.

Siempre que nos volvemos a nuestro espíritu y ejercitamos nuestro espíritu, tocamos el Cuerpo, puesto que el Cuerpo está en nuestro espíritu. Cuando ejercitamos nuestro espíritu y tocamos el Cuerpo, no sólo obtenemos poder, sino también la autoridad, debido a que el Cuerpo se identifica con la Cabeza que está en el trono, con el señorío, con la posición como cabeza y el reinado. La autoridad de la Cabeza se halla en el Cuerpo. Cuando ejercitamos nuestro espíritu, tocamos el Cuerpo, y cuando tocamos el Cuerpo, estamos en la autoridad de la Cabeza. Al realizar cualquier negocio se necesita trabajar con cierto capital. Podríamos decir que la autoridad de la Cabeza es el capital para nuestro servicio. El capital que necesitamos para servir es la autoridad de la Cabeza, y la manera de tocar esta autoridad es por el ejercicio de nuestro espíritu. Tocamos el poder de la electricidad al encender el interruptor. De la misma manera, tocamos la autoridad de la Cabeza cuando ejercitamos nuestro espíritu. Esto no es un asunto insignificante.

Muchos queridos santos son débiles puesto que dañan su espíritu. Entonces, en la práctica, se encuentran fuera de la realidad del Cuerpo. Cuando estamos fuera de la realidad del Cuerpo, somos impotentes, carecemos de poder porque hemos perdido la conexión práctica con el Cuerpo. Nuestro espíritu puede ser dañado por un poquito de chisme, una pequeña murmuración o un pequeño descontento. Incluso un pedazo de papel muy delgado que se mete entre los cables del interruptor puede cortar la corriente eléctrica. Cuando esto ocurre, se pierde el poder. Alguna murmuración, algún chisme o estar un poco descontentos con ciertos hermanos es suficiente para cortarnos del fluir de la electricidad divina.

Quizás pensemos que un chisme o alguna crítica de otros no tiene importancia. Pero tal como un pedazo de papel muy delgado puede cortar la corriente eléctrica, un solo chisme o crítica es suficiente para sacarnos del espíritu, y por tanto, sacarnos de la realidad del Cuerpo. Por experiencia, conozco muy bien que un asunto muy pequeño en mi espíritu puede desconectarme del fluir de la electricidad celestial. Entonces mi experiencia del poder y de la autoridad se acaba, se termina por completo. Ya no hay poder ni autoridad, puesto que el poder y la autoridad de la Cabeza están en el Cuerpo y no en mí de forma individual, y el Cuerpo es un asunto totalmente en el espíritu. Por tanto, todo el tiempo necesitamos mantenernos en nuestro espíritu conectado al Espíritu Santo. Entonces no sólo tendremos el poder, sino también la autoridad de la Cabeza. Cuando nos volvemos al espíritu, entramos en la realidad del Cuerpo, y en el Cuerpo somos vigorizados y autorizados por la Cabeza.

(Servir en el espíritu humano, capítulo 4, por Witness Lee)