MINISTRAR A CRISTO EN EL SERVICIO PRÁCTICO
El propósito de todo lo que hacemos en el servicio de la iglesia consiste en ministrar a Cristo a los demás. Todo lo que hagamos debe ministrar vida a los demás. Éste es el quinto punto en el servicio de la iglesia.
Supongamos que vamos al salón de reunión para cuidar de algunos asuntos prácticos, arreglar las sillas, limpieza u ocuparnos de la cocina. No importa lo que hagamos, todo es una oportunidad para ministrar a Cristo a los demás. Si estamos limpiando, lo debemos hacer ministrando a Cristo a los demás. Si estamos enseñando, nuestra enseñanza debe ministrar a Cristo a los demás. No es suficiente ministrar conocimiento a los demás. Tenemos que ministrar a Cristo por medio de la enseñanza. Lo mismo ocurre cuando cocinamos, incluso al cocinar debemos ministrar a Cristo.
La manera de ministrar a Cristo
El siguiente ejemplo puede ayudarnos a entender cómo ministrar Cristo al cuidar de todos los asuntos prácticos. En 1948 hubo una conferencia en Shanghái con muchos colaboradores de muchos lugares de todo el país, y hubo una cena para tener comunión con todos los colaboradores y los santos locales. Una hermana que era muy competente y que en ese entonces era una enfermera principal en un hospital grande, se encargó de muchas cosas relacionadas con el servicio, la preparación, la cocina y los arreglos. Ella era de carácter fuerte y sobresalía mucho en todo lo que se hizo toda esa noche. Sin embargo, nadie podía detectar a Cristo en ella. Ella tenía mucha habilidad e hizo muchas cosas buenas, sin embargo, nada relacionado con la vida fue ministrado a través de ella, y los santos no recibieron ninguna ayuda de su parte.
Había otra hermana que estaba sirviendo en la misma cena y fue la única de las que servían que cometió un error. Ella cometió un grave error y todos allí se dieron cuenta de lo que hizo. Sin embargo, todos podían detectar a Cristo en esa hermana. Ella había aprendido algo de Cristo, cómo vivir en Cristo, cómo actuar en Cristo, e incluso cómo corregir sus errores en Cristo. Todos los colaboradores allí recibieron ayuda de la que cometió un error grave, pero no recibieron ayuda de la hermana que era competente y que hizo tantas cosas bien. Es posible que hagamos muchas cosas en el servicio del Señor y aun así no se ministre nada de Cristo a través de nosotros ni por medio de nosotros.
La meta y el medio
Hay muchas lecciones que aprender cuando ministramos a Cristo a los demás al limpiar, al cocinar y al hacer muchas diferentes cosas prácticas. Cuando nos reunimos, parece que somos tan espirituales, que parecemos iguales a Cristo, pero cuando estamos en la cocina parece que somos cualquier cosa, menos iguales a Cristo. Tenemos que aprender la lección de servir a otros y servir a Dios al ministrar a Cristo a los demás sin importar lo que estemos haciendo. Si usted está en el espíritu cuando toca el piano, al tocar el piano estará ministrando a Cristo a los demás. Somos la iglesia, y como tal, no estamos aquí para hacer ninguna otra cosa, sino ministrar a Cristo a los demás. Cocinar una buena comida para los santos, preparar un buen lugar para la reunión, tocar el piano con habilidad, ninguna de estas cosas tiene valor a menos que ministren a Cristo a los demás. Todo lo que hagamos en el servicio del Señor debe ministrar a Cristo a los demás. Tenemos mucho que aprender acerca de este asunto.
En Shanghái había una hermana mayor que pasaba mucho tiempo con el Señor. Ella tenía el hábito de invitar a las misioneras jóvenes que acababan de llegar a China para tomar té por la tarde. Al servirles té a esas jóvenes misioneras, esa hermana les ministraba a Cristo. Muchas de esas hermanas jóvenes podían testificar que mucha vida del Señor había sido ministrada en ellas durante este tiempo en que la hermana les servía té. Esa hermana no les enseñó nada ni les dijo nada para corregirlas, sino que ministró vida a aquellas que eran más jóvenes.
En una ocasión, algunas de esas jóvenes misioneras estaban usando vestidos de moda, con faldas un poco cortas. Esta hermana mayor les invitó a tomar té. Mientras tomaban el té, esta hermana varias veces jaló su falda hacia abajo para cubrirse más. Finalmente, las otras hermanas empezaron a ajustar sus propias faldas. Sin que se dijera ni una palabra, esas jóvenes fueron corregidas de gran manera. Servir el té no era el propósito de esta hermana mayor. Simplemente era el medio por el cual Cristo podía ser ministrado.
Ministrar a Cristo a los demás debe ser la meta de todo lo que hacemos, ya sea que limpiemos, arreglemos, cocinemos, visitemos, ministremos la Palabra, cantemos u oremos. Todos los asuntos prácticos en la vida de iglesia no son más que los canales, son el medio a través del cual, por el cual y en el cual podemos ministrar a Cristo a otros.
Si los demás no pueden detectar a Cristo en la cocina mientras está cocinando, es dudoso que realmente detecten a Cristo en las reuniones. Para que Cristo sea ministrado en las reuniones tenemos que ejercitarnos al hacer todas las cosas prácticas, de tal modo que Cristo sea ministrado en el quehacer de las cosas prácticas. Cada aspecto del servicio de la iglesia debe ministrar a Cristo como vida.
Tenemos que aprender a servir en el espíritu, y tenemos que aprender a hacer todas las cosas relacionadas con el servicio de la iglesia de una manera que ministra a Cristo a los demás. Ésta es nuestra meta y nuestro propósito.
A menos que aprendamos las lecciones en estos asuntos, la vida de iglesia será dañada y se introducirá muerte por medio de los asuntos prácticos. Por una parte, los santos pueden estar juntos encargándose de los asuntos prácticos, pero por otra, pueden decir tonterías o estar chismeando. El hecho de hablar y chismear durante el servicio de la iglesia traerá muerte a la vida de iglesia y la extenderá, si los santos no aprenden a servir en el espíritu y a ministrarse a Cristo el uno al otro. En este caso, cuanto más se reúnan los santos para el servicio práctico, más será dañada la vida de iglesia.
Que todos aprendamos a ministrar a Cristo como vida a los demás siempre que nos reunamos para servir en la vida de iglesia. Que todos aprendamos a servir en el espíritu para ministrar a Cristo como vida a los demás.
(
Servir en el espíritu humano, capítulo 7, por Witness Lee)