Busqueda del cristiano, La, por Witness Lee

EL SERVICIO A DIOS REQUIERE LA PARTICIPACIÓN DE TODOS LOS CREYENTES

En el recobro del Señor no hay pastores; en lugar de ello, todos somos hermanos (Mt. 23:8-11). Los creyentes se llaman entre sí hermanos y hermanas. Si un hermano de entre nosotros sirve a Dios, entonces todos debemos servir a Dios. A veces, con respecto al asunto de las visitaciones, un hermano puede decir: “Es mejor que fulano de tal visite a esa persona porque así ella será salva de forma definitiva”. Por un lado, el hermano que dice esto muestra que a él le importan mucho las almas de las personas, y debemos sentirnos muy gozosos por ello; pero, por otro lado, ¿por qué él mismo no va a visitar y a predicar el evangelio a esa persona? Si él va, es posible que no pueda predicar la palabra con tanta claridad, pero de todos modos debe salir a visitar continuamente. Después de muchas visitas, podría pedirle a alguien que lo acompañe. No hay clases especiales entre nosotros. Todos podemos y debemos participar en cada uno de los aspectos del servicio a Dios. Una persona que es salva tiene la vida de Dios en su interior y puede tener comunión con Dios. Por consiguiente, debe servir a Dios. Todos nosotros, y no sólo unos pocos, debemos participar en el servicio a Dios.

¿En qué consiste el cristianismo degradado? Consiste en que cada uno se preocupa únicamente por sus propios asuntos y, por otro lado, deja el servicio a Dios en manos de unos cuantos pastores o clérigos. Así como la gente le pide a los abogados que se encargue de sus pleitos legales y le pide a los doctores que curen sus enfermedades, de la misma forma los cristianos les piden a los pastores que sirvan a Dios por ellos. Esto está completamente equivocado. En la iglesia original no existía esta práctica. Ni Pedro ni Pablo practicaron esto. Pedro habría dicho: “Yo soy tu hermano”, y Pablo habría expresado lo mismo. ¿En qué consiste la degradación de la iglesia? Si hay mil ochocientos santos en la iglesia pero sólo doscientos o trescientos sirven a Dios, ésa es una señal de la degradación de la iglesia. Entonces, ¿cuál sería la condición normal de la iglesia? La condición normal de la iglesia consiste en que si hay mil ochocientos santos, todos ellos sirven a Dios. Todos ellos participan en los servicios de predicar el evangelio, orar y alabar. Todos ellos son hermanos que sirven juntos delante de Dios.

Algunos santos me pidieron que presidiera en su reunión de bodas, la cual se iba a efectuar en el salón de reunión. Yo les dije que la iglesia original no tenía esta práctica y que quizás ellos podrían celebrar su reunión de bodas en la casa de algún hermano o hermana que tuviera una sala grande. Aunque llevo mucho tiempo sirviendo a Dios y he llegado a conocer a miles de creyentes, nunca he celebrado una reunión de bodas. Esta clase de servicio intermediario es una situación degradada y debe ser erradicada de nuestro medio. Es por eso que durante nuestras reuniones, muchas veces me gusta sentarme en la última fila. A veces, en la mesa del Señor, aunque algunas oraciones son muy débiles, no me atrevo a decir nada. Simplemente mantengo esta posición: que no tenemos a ningún pastor ni a nadie que presida la reunión entre nosotros. Sin embargo, cuando estoy en el podio y Dios me da una palabra que debo comunicar, no rehuyo a esta responsabilidad porque ése es mi ministerio. Sin embargo, el propósito de la mesa del Señor es que todos los santos adoren a Dios y, por tanto, todos deben ejercer su función.

Cuando alguien está enfermo en nuestra familia, especialmente si está muy enfermo, por lo general les pedimos a los santos que consideramos más espirituales que oren por el enfermo. Este tipo de acción generalmente tiene dos implicaciones: primero, que creemos que nosotros somos incapaces de hacer esta clase de oración por sanidad; y segundo, debido a nuestra superstición, pensamos que esta clase de oración será más eficaz si la hacen aquellos que son más espirituales. Todos debemos entender claramente que en la iglesia no hay nadie que gobierne ni nadie que se especialice en la oración. Todos podemos orar y debemos orar. La degradación del cristianismo dio por resultado el llamado clero. La Iglesia Católica se hizo tan grande que tiene un Papa que se ha convertido en un rey de reyes que emite decretos que no pueden ser alterados. Aunque el Papa no puede gobernar en toda la tierra, sí gobierna en la Iglesia Católica a nivel mundial. El Señor Jesús dijo que no debíamos ser como los gentiles que tienen gobernantes, y también que el que quisiera hacerse grande entre ellos debía estar dispuesto a hacer las cosas más insignificantes (Mt. 20:25-27). En el servicio de limpieza en algunos locales, cuando los hermanos responsables limpian los baños, esto es de mucho aliento para los santos pues muestra que todos somos hermanos delante del Señor y, por tanto, que no hay jerarquía entre nosotros. Si introducimos la jerarquía en la iglesia, la iglesia vendrá a ser una sociedad. Tal vez podamos contratar sirvientes para nuestros hogares, pero en la iglesia no hay sirvientes contratados. Tal vez tengamos jefes que están sobre nosotros en la sociedad, pero no en la iglesia. La iglesia normal, es muy sencilla, está compuesta únicamente de hermanos y hermanas; no existe otra categoría de personas.

A menudo la gente pregunta: “¿Cómo puedo hacerme miembro de la iglesia? ¿Cuál es el proceso para uno hacerse miembro?”. Cuando una persona ora y recibe al Señor, ése es el procedimiento y de ese modo ya está en la iglesia. Recuerden, siempre que una iglesia hable de procedimientos o normas, eso significa que ya ha caído en degradación. La iglesia es muy sencilla, pues únicamente tiene un solo Dios, un solo Señor y un solo Espíritu Santo y una sola Biblia. En esto consiste la sencillez de la iglesia: ella no tiene catedrales, ni una clase intermediaria, ni tampoco presta atención exagerada a las riquezas. Algunos podrían preguntar: “Ya que el Señor lo ha bendecido tanto a usted, ¿por qué no construye una gran catedral con un campanario más alto que el de las otras catedrales?”. Pedro dijo que él no tenía plata ni oro (Hch. 3:6). Pablo dijo que él padecía desnudez y que no tenía un lugar dónde morar (1 Co. 4:11). La iglesia no tiene mucha riqueza, y cuando tiene un poquito de exceso, lo distribuye entre los pobres y necesitados.

Yo tenía una familia joven cuando dejé mi trabajo para servir al Señor, y también puedo testificar que lo que el Señor me dio en un año era mucho más de lo que había tenido antes. Sin embargo, nada de lo que recibimos debemos conservarlo para nuestro disfrute. Tenemos muchos hermanos y hermanas que aún no tienen un lugar donde vivir, aún les hacen falta muchas cosas. Algunos de ellos deberían estar descansando en su cama, pero han tenido que seguir trabajando para obtener su sustento. Más aún, gran parte de la obra del evangelio tiene muchos gastos. Por consiguiente, delante del Señor no debemos ser ricos, sino más bien debemos llevar una vida de iglesia sencilla, una vida en la que, al igual que Pablo, vivimos “como pobres, mas enriqueciendo a muchos” (2 Co. 6:10).

(Busqueda del cristiano, La, capítulo 4, por Witness Lee)