UN CRISTIANO TIENE A CRISTO
En primer lugar, una persona que es cristiana debe tener a Cristo. Una vez que tenemos a Cristo, siempre debemos consultar con el Señor, buscando Su aprobación en todo lo que hacemos en nuestra vida diaria. Esto es necesario porque cuando tenemos a Cristo, nosotros lo representamos a Él en todo lo que hacemos. Es muy importante que Él esté contento y que nos dé Su aprobación. Recuerden que el hecho de que el Señor esté en nosotros es una gran protección para nosotros y es nuestra inmensa sabiduría. Todos los verdaderos cristianos pueden testificar que muchas veces mientras le consultaban algo al Señor, en su interior recibían sabiduría, iluminación y la presencia del Señor. Muchas personas insensatas cometen actos de necedad porque no le prestan atención al Señor, quien vive en ellos, y únicamente buscan satisfacer sus propias preferencias y deseos. Una persona es insensata si actúa independientemente del Señor y aparte de Él. Sin embargo, obtendrá sabiduría si está dispuesta a olvidarse de sí misma y a preguntarle al Señor: “¿Quieres que haga esto? ¿Estarías contento si no lo hago?”.
En la generación torcida actual y en esta época en que la situación de la iglesia es tan oscura, una persona que desee servir a Dios apropiadamente encontrará muy difícil tomar una decisión cada vez que se encuentre con algún problema. Es como si casi todos los días se encontrara en una encrucijada o en un dilema. Su única salvación es orar sin cesar y preguntar: “Señor, ¿qué camino prefieres Tú? Señor, ¿es esto lo que te agrada?”. Puedo testificar que a veces durante toda la noche, aunque estaba acostado en mi cama, mi corazón estuvo delante del Señor. A fin de resolver una situación difícil estuve delante del Señor toda la noche, preguntándole: “Señor, ¿estarás contento si tomo esta decisión? ¿Te sentirías más contento si decido hacer algo distinto?”. En muchas ocasiones la respuesta del Señor ha sido: “No estoy contento”, pero otras veces me ha dicho: “Me siento contento”.
A muchas personas les resulta difícil creer que Dios existe, pero para nosotros es aún más difícil creer que no existe. En los pasados días, un hermano que es albañil estuvo reparando mi casa. Un día le pregunté: “Tú trabajas, y has estado haciendo esto todos los días. ¿Es esto lo que quieres hacer en tu vida?”. Después de suspirar, dijo: “Yo trabajo porque soy pobre, pero sería muy bendecido si fuera rico”. Le dije: “Tú en realidad no conoces a Cristo. El dinero no es necesariamente una bendición. Ser rico no necesariamente significa ser bendecido. Nosotros somos cristianos. Únicamente los que tienen a Cristo son bendecidos”. Lamentablemente, son muchas las personas que, siendo cristianas y teniendo a Cristo en ellas, viven como si no tuvieran a Cristo debido a que no tienen lo suficiente de Él. No le llevan al Señor ninguno de sus problemas. Pareciera que fuera lo mismo tener o no tener al Señor.
Hubo una pareja que recientemente se había casado, y el esposo empezó a quejarse de su esposa ante los demás, diciendo: “No hay nadie como ella. Se va adonde quiere y hace lo que le place; a ella no le importa en lo más mínimo lo que yo pienso”. Muchos cristianos son así. Con respecto a ellos, prácticamente no hay ninguna diferencia entre tener a Cristo y no tenerlo, pues hacen lo que les place, e ignoran completamente el hecho de que Cristo existe. Aunque tienen a Cristo en su interior, no le prestan ninguna atención. Dicen lo que les agrada, se comportan diplomáticamente como les place y tratan a los demás como se les antoja; parece que no les importara en lo más mínimo cómo se siente Cristo. La única diferencia entre ellos y los incrédulos es que los incrédulos se comportan desenfrenadamente y de forma abierta, mientras que ellos, como son cristianos, se preocupan por su prestigio y por ello no se comportan desenfrenadamente sino de manera oculta. Sin embargo, recuerden que nosotros, los que tenemos a Cristo, no debemos tomar la moralidad como nuestra norma de conducta, sino a Cristo, debido a que la norma de Cristo es mucho más elevada que la norma de la moralidad. Muchas veces lo que la moralidad nos permite hacer, Cristo no nos lo permite. Por lo tanto, espero que todos aprendamos a consultar al Señor. Incluso al escoger la ropa que vamos a vestir, debemos aprender a consultarle al Señor. Esto es lo que realmente significa permitir que Cristo reine en nosotros.
(
Busqueda del cristiano, La, capítulo 2, por Witness Lee)