LOS CRISTIANOS ESTÁN LLENOS DE CONTRADICCIONES
Sin embargo, antes de que llegue el día en que disfrutaremos plenamente de la salvación de Dios, nuestra vida cristiana es una vida llena de contradicciones. Como ya hemos dicho, los cristianos poseen cuatro cosas —tienen a Cristo, la Biblia, la iglesia y a otros cristianos por compañeros— y también son personas peculiares. Pero eso no es todo; los cristianos también tienen muchas contradicciones. Poco después que una persona se hace cristiana, empieza a experimentar, desde la mañana hasta el anochecer, una vida caracterizada por un sinnúmero de contradicciones. Antes de ser salvo, su ser interior era constante, es decir, no experimentaba altibajos ni ningún tipo de conflictos. Por ejemplo, iba al oriente si quería ir al oriente, e iba al occidente si quería ir al occidente; iba adonde quería. Sin embargo, es muy curioso que a partir del día en que es salvo y se hace cristiano, internamente empieza a experimentar muchas contradicciones. Pareciera que siempre que tiene el sentir de hacer algo, también tiene otro sentir, y que éstos por lo general son contrarios.
Si una persona es cristiana pero no experimenta ninguna contradicción, podríamos poner en duda si realmente es cristiana. Por ejemplo, cuando usted y otro hermano discuten sobre cierto asunto, después de unas cuantas frases, tendrán el sentir de que es mejor no decir nada más. Así pues, surge una contradicción en su interior. En la etapa inicial de la salvación, un cristiano normal experimenta muchas contradicciones; si no es así, tal vez no haya sido salvo. Todos hemos tenido esta clase de experiencia. Siempre que sentimos afecto desmedido por cierta persona, cosa o asunto, surge en nuestro interior un sentir que nos limita y restringe, y nos lleva a oponernos a esa clase de amor. Este sentir interior de desaprobación da origen a una contradicción en nosotros.
Hay momentos en los que un hermano nos amonesta o nos prohíbe hacer algo, pero nosotros encontramos una o dos o hasta diez razones por las cuales deberíamos hacerlo. Aunque el hermano nos ha aconsejado que no lo hagamos, nosotros aún pensamos que deberíamos hacerlo. Sin embargo, a medida que razonamos, el sentir interior empieza a oponérsenos. Cuando presentamos nuestra primera razón, el sentir interior la rechaza. Luego, cuando presentamos la segunda, tercera, cuarta o incluso la décima razón, el sentir interior sigue rechazando cada una de ellas. Decimos con nuestra boca que aún queremos hacerlo, pero algo en nuestro interior discrepa con nosotros. Por tanto, surge una contradicción en nuestro interior.
A veces nos sometemos interiormente pero con nuestros actos desobedecemos, y a veces externamente nos sometemos pero interiormente desobedecemos. Algunas veces incluso decimos: “Siento en mi interior que no debo decir nada, pero por otro, también siento que tengo que decir algo para no dejar que mi oponente se salga con la suya”. Éste es el tipo de contradicción que experimenta un cristiano. De este modo, podemos ver a un cristiano que externamente discute y pelea, pero que internamente experimenta un sentimiento de desaprobación. Todo cristiano experimenta este tipo de contradicciones entre el sentir interno y la acción externa. Por tanto, cuando una pareja de cristianos discute, no es necesario que nadie venga a arbitrar en el conflicto. Cuando la discusión empieza a acalorarse, algo en el interior de cada uno de ellos los incomodará y les impedirá seguir discutiendo. Esta clase de contradicción demuestra que ellos son cristianos genuinos.
(Busqueda del cristiano, La, capítulo 6, por Witness Lee)