ANHELAR EL PROFETIZAR
En el capítulo 1 vimos que 1 Corintios es un libro que trata sobre el disfrute que tenemos de Cristo y que el disfrute de Cristo logra tres cosas. En primer lugar, resuelve los problemas que hay en la iglesia por medio de la obra de la cruz. En segundo lugar, el disfrute de Cristo redunda en el crecimiento en vida, lo cual produce los materiales preciosos —el oro, la plata y las piedras preciosas— con miras a la edificación de la iglesia como el Cuerpo de Cristo. En tercer lugar, el disfrute de Cristo hace que se desarrollen los dones espirituales de los creyentes a medida que ellos crecen en vida. Cuanto más crecemos en vida, más se desarrollan los dones espirituales que recibimos en nuestro nacimiento espiritual. El disfrute de Cristo se encuentra en los capítulos 1 y 2 de 1 Corintios, el crecimiento en vida se encuentra en el capítulo 3, y los dones se mencionan en el capítulo 12. El desarrollo de estos dones viene como resultado del crecimiento en vida, y el crecimiento en vida es el resultado del disfrute que tenemos de Cristo.
De entre todos los dones que son desarrollados a medida que crecemos en vida como resultado de disfrutar a Cristo, el don superior a todos es el profetizar. Éste es el don más sobresaliente por cuanto edifica a la iglesia (14:4b-5). En el último versículo de 1 Corintios 12, un capítulo que nos habla sobre los dones, Pablo nos dice que debemos anhelar los dones superiores. Hay muchos dones, y algunos son superiores mientras que otros son inferiores. En lo que a la edificación de la iglesia se refiere, dones milagrosos tales como el hablar en lenguas y las sanidades son dones inferiores. Los dones superiores son aquellos que son más provechosos para la edificación de la iglesia.
El capítulo 13 revela que el camino para aplicar nuestros dones es el camino del amor. Sin el amor no tenemos la base correcta para anhelar los dones. Únicamente el amor en vida puede hacernos aptos para anhelar los dones. Si no llevamos una vida de amor, es posible que abusemos de los dones, usándolos de forma inapropiada para causar daño a las personas en vez de edificarlas. Si deseamos los dones, debemos tener una vida que nos haga aptos, y esta vida es una vida de amor. Por lo tanto, todos tenemos que seguir el amor.
El primer versículo del capítulo 14 nos dice que debemos “[seguir] el amor; y [anhelar] los dones espirituales, pero sobre todo que profeticéis”. En el versículo 39, al final del capítulo 14, Pablo dice: “Así que, hermanos míos, anhelad el profetizar”. La palabra griega traducida “anhelad” se usa tres veces en 1 Corintios: en 12:31, en 14:1 y en 14:39. Pablo sentía la carga de que todos nosotros anheláramos el profetizar. Pablo también dice que debemos procurar sobresalir en la edificación de la iglesia (14:12). Meramente hablar en lenguas es permanecer en un nivel inferior, pero profetizar equivale a sobresalir.
El capítulo 14 también nos da muchas pruebas de que profetizar no significa predecir. Cuando usted profetiza, usted habla a los hombres para edificación, aliento y consolación (v. 3). Además, si todos profetizan en una reunión, los asistentes son convencidos y examinados, y los secretos de su corazón se hacen manifiestos (vs. 24-25). Profetizar aquí no significa predecir, sino edificar, alentar, consolar, convencer, examinar y hacer manifiestos los secretos del corazón. De entre todos los dones, el don superior a todos, el don sobresaliente, es el profetizar porque éste edifica la iglesia.
(Don sobresliente para edificar la iglesia, El, capítulo 2, por Witness Lee)