Don sobresliente para edificar la iglesia, El, por Witness Lee

DEDICAR NUESTRAS VIDAS AL SEÑOR PARA SEGUIR EL CAMINO BÍBLICO

Es posible que quienes llevemos bastantes años en la vida de iglesia nos envejezcamos; es por ello que todos necesitamos experimentar un nuevo comienzo. Quisiera rogarles a todos ustedes que se olviden de todo su conocimiento y formación tradicional que han recibido del cristianismo. Simplemente debemos practicar lo que la Biblia enseña. Si queremos practicar la manera bíblica, tenemos que empezar cada mañana con el Señor, a fin de ser avivados nuevamente (Lm. 3:22-23). Además de esto, debemos dedicar nuestras vidas al Señor. En el reciente entrenamiento de invierno sobre Levítico, vimos en Levítico 27 que el Señor desea que nosotros le dediquemos todo lo que somos y tenemos. Dedicar es una palabra más enfática que consagrar, pues implica hacer un voto al Señor. Debemos decirle al Señor: “Señor, hago un voto contigo para dedicar mi vida a Ti para seguir Tu camino bíblico”.

Si queremos dedicar nuestra vida al Señor para seguir el camino bíblico, tenemos que visitar a las personas. Espero que todos dediquemos al Señor dos días a la semana, tres horas cada día, para visitar a las personas. El Señor ha hecho mucho por nosotros; a cambio, nosotros podemos dedicarle este tiempo. Debemos ser capaces de separar, santificar, seis horas al Señor cada semana. Podemos usar los fines de semana o las noches durante la semana para este propósito. A fin de hacer esto, debemos hacer un voto, diciendo: “Señor, a partir de hoy y delante de Ti hago el voto de darte tres horas, dos veces a la semana”. Esto lo haríamos además de asistir a las reuniones regulares de la iglesia. Al menos debemos tener una reunión de oración durante la semana y asistir a la reunión de la iglesia el día del Señor para participar de la mesa del Señor y hablar por el Señor. Si todos le diéramos al Señor seis horas a la semana para salir a visitar a las personas con el propósito de predicarles el evangelio, ciertamente con el tiempo ganaríamos a algunos nuevos creyentes. Si no logramos ganar a algunos nuevos creyentes la primera semana, lo lograremos la semana siguiente.

Debemos visitar a las personas con el objetivo de que en un año tengamos para el Señor dos frutos que permanezcan. Ya sea que bauticemos a diez o a cinco personas en un año, debemos pedirle al Señor que al menos dos de ellas sean fruto que permanezca. Podemos salir dos veces a la semana, tres horas cada vez que salgamos, ya sea para bautizar a las personas o para alimentarlas, cuidarlas y enseñarles. Podemos salir para criar a los nuevos creyentes en Cristo y para ayudarlos a reunirse como un grupo pequeño. Debemos visitarlos repetidas veces para nutrirlos, cuidarlos con ternura y enseñarles continuamente. Las madres saben que criar a los hijos es una “dificultad que causa gozo”. Es difícil pero al mismo tiempo nos trae gozo. Una vez que hayamos cuidado de ciertos nuevos creyentes por dos meses, los amaremos como a nuestros propios hijos. Después de un año, ellos harán lo mismo que nosotros hicimos con ellos. En cada familia, a medida que los pequeños crecen, ellos imitan a sus padres. Todo lo que nosotros hagamos, también lo harán los nuevos creyentes. Todo lo que nosotros hablemos, ellos también lo hablarán.

En el linaje humano la crianza de los niños no se lleva a cabo en reuniones grandes, sino en los hogares. En toda la tierra, en uno y otro hogar, se crían niños. Esto es un ejemplo, un tipo, de cómo los santos son “criados” para llegar a ser la iglesia. El Nuevo Testamento nos muestra que es en un hogar tras otro que los santos son criados para llegar a ser la iglesia. Si muchos de nosotros nos levantamos para visitar a las personas en sus hogares, estoy seguro de que el número en las iglesias se duplicará en tan sólo un año. Tengo la certeza de que todo el que dedique seis horas a la semana para visitar a las personas podrá tener cada año dos frutos que permanezcan.

Supongamos que el cincuenta por ciento de los santos que se reúnen con nosotros deciden dedicar al Señor seis horas a la semana para este propósito. El otro cincuenta por ciento tal vez no sea capaz de salir por razones de salud, debilidad física o debido a su entorno, pero aun así pueden orar por aquellos que salen. Si cada uno de los hermanos que salen gana a dos personas nuevas al año, el número de santos en la iglesia se duplicará. Espero que muchos de nosotros tomemos la resolución de seguir este camino. He recibido informes de muchos lugares alrededor del mundo. En muchas iglesias los santos se están levantando para seguir el camino bíblico, y los resultados son muy alentadores. El camino bíblico para obtener el incremento de la iglesia consiste primeramente en visitar a las personas para predicarles el evangelio; segundo, en tener reuniones de hogar con los recién salvos; tercero, en tener reuniones de grupos pequeños; y cuarto, en traer a las reuniones de la iglesia a los nuevos creyentes que han sido bautizados, alimentados, cuidados y enseñados.

Si las reuniones de la iglesia son demasiado grandes, muchos de los santos no tendrán la oportunidad de hablar por el Señor. Por esta razón, es bueno tener reuniones de sólo cincuenta santos el día del Señor. Si trescientos santos se reúnen el día del Señor en cierta localidad, ellos podrán dividirse en seis reuniones con cincuenta santos en cada reunión. El día del Señor, podremos tener una reunión para participar de la reunión de mesa del Señor y usar el resto del tiempo para que los santos practiquen 1 Corintios 14:26. Puesto que cada uno de los santos tiene algo, muchos de ellos compartirán. Si veinte santos hablan por tres minutos cada uno, en total tardarán una hora. Algunas veces el compartir puede ser más corto; pero si es demasiado corto, no será tan rico. Según nuestra experiencia, tres minutos es una buena cantidad de tiempo para hablar por el Señor. Esta cantidad de tiempo no es sólo para que compartan un testimonio o alaben al Señor, sino para que den un mensaje breve. Si los santos comparten de esta manera en las reuniones, se ministrarán a Cristo el uno al otro, y por medio de este hablar el Cuerpo será edificado orgánicamente.

La predicación del evangelio, las reuniones de hogar y las reuniones de grupo son los pasos necesarios que prepararán a las personas plenamente para que sean introducidas en la vida de iglesia. Tenemos que aprovechar el día del Señor para tener una reunión de la iglesia porque muchas personas tienen libre el día del Señor. Puesto que la mayoría de los santos estarán más libres de sus ocupaciones el día del Señor, necesitamos que la iglesia se reúna, mas no como un grupo grande. Un grupo grande mayormente resulta conveniente para que una sola persona hable, no para que muchos de los santos hablen. A fin de practicar la reunión de 1 Corintios 14:26 —donde “cada uno [...] tiene”— se requiere tiempo. Lo mejor es tener reuniones de cincuenta a ochenta santos para que muchos puedan tener suficiente tiempo y la oportunidad para hablar por el Señor.

Durante la semana los santos estarán libres para salir. Los santos que salgan no necesitan que los ancianos los organicen y dirijan. Simplemente pueden salir a visitar a las personas para que sean salvas. Luego pueden ir a tener reuniones de hogar con los nuevos creyentes y ayudarlos a reunirse en grupos pequeños. De este modo, las personas serán salvas, y también serán alimentadas, enseñadas e introducidas en las reuniones de la iglesia. Los nuevos creyentes aprenderán de nosotros en la manera en que les predicamos el evangelio, y en las reuniones de hogar y en las reuniones de grupo podemos enseñarles a hablar. Podemos decirles que no tenemos pastores o predicadores, sino que todos los santos se exhortan, alientan y consuelan unos a otros. Después de reunirnos con los nuevos creyentes por un periodo de seis meses, ellos habrán aprendido mucho. Lo que hemos compartido en comunión es conforme al principio de “criar” a los santos para que ellos lleguen a formar una iglesia y edifiquen el Cuerpo de Cristo.

La manera bíblica de practicar la vida de iglesia nunca nos permitirá estar ociosos ni ser perezosos. Al contrario, nos mantendrá haciendo algo cada día por el Señor, y cada año podremos engendrar dos frutos que permanezcan para el Señor. Algunos podrían preguntar: “Supongamos que los ancianos en mi localidad no estuvieran de acuerdo con esto”. Debemos respetar a los ancianos, pero cada creyente tiene la libertad en el Espíritu que ningún anciano puede controlar. Si el Señor nos dirige, debemos visitar a las personas para predicarles el evangelio. Nadie puede criticar esto. Entonces podremos continuar visitando a quienes hemos bautizado para tener reuniones con ellos. Nosotros también podemos tener reuniones de grupo, y traer a los nuevos creyentes a las reuniones de la iglesia. Incluso si los ancianos no están de acuerdo con lo que hacemos, se sentirán contentos porque estamos trayendo personas nuevas a la iglesia. Si nos reunimos con los mismos hermanos por muchos años y nunca tenemos personas nuevas, quizás un día nos aburramos de vernos las caras. Un nuevo niño en una familia trae alegría a toda la familia. Así que todos los ancianos se sentirán agradecidos con los santos que traigan personas nuevas. Por lo tanto, no debemos sentirnos desanimados, desilusionados ni impedidos. En vez de ello, debemos seguir adelante con el Señor para llevar fruto que permanezca. El resultado convencerá a las personas.

(Don sobresliente para edificar la iglesia, El, capítulo 5, por Witness Lee)