Don sobresliente para edificar la iglesia, El, por Witness Lee

EL LIBRO DE 1 CORINTIOS TRATA SOBRE EL DISFRUTE DEL CRISTO TODO-INCLUSIVO

Creemos que el Espíritu del Señor dispuso el orden de los libros de la Biblia. Apocalipsis no podía ser el primer libro de la Biblia, ni Génesis el último. En el Nuevo Testamento primero tenemos los cuatro Evangelios y luego Hechos y las catorce epístolas de Pablo, de Romanos a Hebreos. La primera de las catorce epístolas de Pablo es Romanos, y la segunda es 1 Corintios. Romanos trata sobre la vida cristiana y la vida de iglesia. Después de esto, se necesita el disfrute de Cristo. Así que, 1 Corintios es un libro que trata sobre el disfrute que tenemos del Cristo todo-inclusivo (1:2, 9, 24, 30).

El disfrute que tenemos de Cristo resuelve los problemas que se presentan en la iglesia por medio de la obra de la cruz

Muchos estudiantes de la Biblia piensan que 1 Corintios es un libro en el que simplemente se confrontan problemas de toda índole. En efecto, este libro trata muchos problemas, pero también nos dice cómo resolverlos. Poco después de haber sido salvos, descubrimos en nuestra experiencia que no es tan sencillo ser un cristiano. Vivir la vida cristiana no es nada sencillo. En nuestra vida diaria y en nuestra vida de iglesia nos encontramos con muchos problemas. La única manera de resolver dichos problemas es disfrutar a Cristo.

Para ejemplificar esto, consideremos por un momento nuestro cuerpo físico. Dios nos creó con un cuerpo maravilloso, orgánico y viviente. Nuestro cuerpo nos sirve y satisface nuestra necesidad, pero muchas veces nos causa muchos problemas. La manera básica de resolver nuestros problemas físicos es comer. Comer es un disfrute. Si comemos debidamente, muchos de nuestros problemas físicos se resolverán. De igual manera, el disfrute que tenemos de Cristo resuelve los problemas que surgen en el Cuerpo de Cristo.

Por esta razón, necesitamos que 1 Corintios nos hable en cuanto al disfrute que tenemos del Cristo todo-inclusivo. Pablo empieza esta epístola diciendo que tal epístola no es sólo para los de la iglesia en Corinto, sino también para “todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro” (1:2b). La frase en cualquier lugar se refiere a todos los lugares geográficos de esta tierra. Por consiguiente, dicha epístola está dirigida a todos nosotros, aquellos que invocamos el nombre del Señor. Este mismo Cristo a quien invocamos es “de ellos y nuestro”. Él es suyo y también es mío. Esto significa que Cristo es nuestra porción. Dios el Padre nos dio a Cristo para que fuese nuestra porción. Él es la porción de los santos (Col. 1:12).

En 1 Corintios 1:9 dice que nuestro Dios fiel nos llamó a la comunión de Su Hijo, Jesucristo. La palabra comunión conlleva el pensamiento de disfrute. A veces la gente celebra algo con una fiesta. Para nosotros, tener comunión juntos es como celebrar una “fiesta”. Una fiesta es una comunión. Podemos considerar la reunión cristiana como una fiesta cristiana. Cada reunión es una fiesta para nosotros. Estoy interpretando la palabra fiesta en un sentido muy positivo. Una fiesta es un disfrute. Si estamos en una fiesta, usted me disfrutará a mí y yo lo disfrutaré a usted. Compartiremos mutuamente nuestro gozo y nuestros sentimientos. Nos sentimos muy contentos cuando nos reunimos con los santos porque nuestra reunión, en un sentido positivo, es una fiesta.

En nuestro himnario, hay un himno acerca de la iglesia, que dice: “¡Qué contento en Su huerto estoy!” (Himnos, #379). Es difícil disfrutar tal himno cuando estamos solos. Si estamos solos en casa, en nuestra sala, se nos hará difícil cantar: “¡Qué contento en la sala estoy!”. Pero si está en una pequeña reunión de grupo compuesta de diez a quince santos, podrá declarar: “¡Qué contento estoy!”, porque está teniendo comunión, porque está en una fiesta. Esta fiesta es diferente de las fiestas del mundo, en las que hay cosas pecaminosas y mundanas. Ésta es una fiesta del Hijo, Jesucristo. Nosotros le disfrutamos. Estamos contentos con Él y estamos contentos a causa de Él. Estamos muy contentos porque Él es nuestro gozo. Él es nuestro disfrute. Nuestra comunión, nuestro disfrute, nuestra fiesta, consiste en participar del Cristo todo-inclusivo. El Dios fiel nos llamó con un propósito, el cual consiste en que participemos de Su Hijo, Jesucristo. Esto significa que Dios nos dio a Cristo y que nos llamó al disfrute de Cristo.

Este Cristo es el poder de Dios y la sabiduría de Dios (1:24). Uno necesita sabiduría para planear y también necesita poder para llevar a cabo lo que ha planeado. Hace años los científicos estadounidenses tuvieron la sabiduría de formular un plan para aterrizar en la luna. Una vez que estuvo listo el plan, se necesitaba poder para llevarlo a cabo. Con sabiduría y poder podemos llevar a cabo todo lo que deseamos. Los Estados Unidos pudieron aterrizar en la luna porque ellos tenían la sabiduría y también el poder. Hoy Cristo es la sabiduría de Dios y el poder de Dios. Dios hizo un plan eterno con Cristo. Cristo es el elemento, el factor e incluso la esfera del plan eterno de Dios. Además, Cristo es también el poder de Dios para que Dios pueda llevar a cabo Su plan. Este Cristo nos fue dado como nuestra porción. Podemos disfrutar a Cristo como nuestra sabiduría para diseñar y planear, y también como el poder para llevar a cabo el plan de Dios.

En el pasado, cuando leímos 1 Corintios, probablemente sólo vimos los problemas y conflictos que había en la iglesia en Corinto. Pero debemos comprender que 1 Corintios es un libro que trata del disfrute que tenemos de Cristo, quien es la solución para todos los problemas. Cristo es nuestra porción, y nosotros fuimos llamados a la comunión de esta porción. Este Cristo mismo es el poder de Dios y la sabiduría de Dios que se transmite a nosotros para ser nuestra justicia, santificación y redención (1:30). Con relación a nuestro pasado necesitamos a Cristo como nuestra justicia, con relación a nuestro presente lo necesitamos como nuestra santificación, y con relación a nuestro futuro lo necesitamos como nuestra redención con miras a la redención de nuestro cuerpo (Ro. 8:23), la transfiguración de nuestro cuerpo (Fil. 3:21).

Cristo también es la justicia, santificación y redención que podemos experimentar hoy. Necesitamos a Cristo como nuestra justicia diaria en todo lo que hacemos. Todo lo que hagamos aparte de Él es injusto. Sin Cristo como la vida que se mezcla con nosotros para ser la vida y el factor de nuestras acciones, todo lo que hagamos es injusto. Cristo también es nuestra santificación diaria. Lo que hacemos debe ser recto y lo que somos debe ser santo. Cristo es nuestra justicia con relación a nuestras acciones, y nuestra santificación con relación a nuestro ser. Además, Cristo es nuestra redención diaria. Todo lo que somos en la vieja creación según nuestro primer nacimiento requiere ser redimido. Día a día Cristo nos está redimiendo. Todo lo que Él redime, lo salva, y todo lo que Él salva, lo transforma. En todo lo que nosotros somos como parte de la vieja creación, lo necesitamos a Él como nuestra redención, a fin de ser redimidos, salvos y transformados. Así pues, cada día lo necesitamos a Él como nuestra justicia, santificación y redención.

El capítulo 5 de 1 Corintios nos muestra que Cristo es nuestra Pascua y nuestro pan sin levadura para que podamos celebrar la fiesta (vs. 7-8). Una fiesta está totalmente relacionada con el disfrute. En el capítulo 10 vemos que Cristo es nuestra comida espiritual y nuestra bebida espiritual (vs. 3-4), y que Él se dio a nosotros al ser crucificado, para que pudiésemos disfrutar de la comunión de Su sangre y de Su cuerpo (v. 16). En este Cristo encontramos una muerte que es absoluta, maravillosa, excelente y que aniquila. En el Cristo crucificado y resucitado se halla el elemento aniquilador que acaba con todos los “gérmenes” negativos presentes en nuestro ser. Por una parte, la comida que ingerimos todos los días nos alimenta y, por otra, mata todos los elementos negativos presentes en nuestro cuerpo físico. De igual manera, si todos los días comemos a Cristo y lo disfrutamos, seremos nutridos, y todos los elementos negativos presentes en nuestro ser serán exterminados.

El disfrute que tenemos del Cristo todo-inclusivo resuelve, mediante la obra de la cruz, todos los problemas que existen en la iglesia (1:13a, 18, 23-24; 2:2). Cuando digo “la cruz” me refiero a la muerte de Cristo, especialmente al aspecto subjetivo de Su muerte. El Cristo que disfrutamos hoy es el Cristo todo-inclusivo, y en Su ser se halla la muerte aniquiladora. Por lo tanto, cada vez que le disfrutamos, somos aniquilados, no en un sentido negativo, sino en un sentido positivo. Si le disfrutamos cada día, seremos aniquilados cada día. Es posible que un hermano se ofenda con otro y aun puede sentir que lo odia; no obstante, en cuanto él disfruta a Cristo, los gérmenes del odio son aniquilados sin que se dé cuenta. En la vida matrimonial es común que los esposos ofendan a sus esposas y que las esposas ofendan a sus esposos, pero cuando el esposo y la esposa aman al Señor y disfrutan al Señor día tras día, el malestar que sienten el uno por el otro desaparece; es eliminado en virtud del elemento aniquilador del Cristo que han experimentado. De este modo, se produce un gran cambio en su interior, y pasan del odio al amor, debido a que disfrutan a Cristo. Debido a que había tantos problemas entre los corintios, Pablo les escribió acerca de disfrutar a Cristo. Disfrutar a Cristo resuelve nuestros problemas, ya que elimina los gérmenes presentes en nosotros.

(Don sobresliente para edificar la iglesia, El, capítulo 1, por Witness Lee)