EL PERFECCIONAMIENTO DE LOS SANTOS
PARA LA OBRA DEL MINISTERIO
El Señor necesita recobrar el perfeccionamiento de los santos para la obra del ministerio. El Señor dio a las personas dotadas a Su Cuerpo para que los santos fuesen perfeccionados. Sin duda alguna hay un buen número de personas dotadas entre nosotros, que necesitan levantarse para perfeccionar a los santos. A fin de perfeccionar a otros, las personas dotadas deben practicar, y su práctica debe empezar con la predicación del evangelio, tocando a las puertas de los pecadores a fin de salvarlos. Cuando practicamos la manera bíblica, somos capacitados y tenemos la posición, la base, para perfeccionar a otros. Podemos pedirles a ciertos hermanos que nos acompañen a predicar el evangelio, a fin de que ellos sean perfeccionados. Si van con nosotros, ellos aprenderán de nosotros y espontáneamente los perfeccionaremos.
En la iglesia en Taipéi, el salón dieciséis mantuvo por muchos años una asistencia de aproximadamente cien santos en las reuniones de la iglesia. Hoy en día la asistencia es de casi trescientos. Esto se debe a que los hermanos que llevan la delantera en el salón dieciséis salieron a visitar a los santos y perfeccionaron a muchos para que visitaran a otros. Necesitamos tener la práctica de que las personas dotadas perfeccionen a los santos. Las personas dotadas de entre nosotros no debieran estar ociosas ni dejar de usar sus dones. Ellas deben usar sus dones para perfeccionar a otros. Además, si aprendemos de las personas dotadas, de modo que seamos perfeccionados, después de unos cuantos meses podremos llegar a ser alguien que perfecciona a otros. En el recobro del Señor debe darse un mover práctico en el cual muchas personas dotadas perfeccionen a los santos, y después muchos santos perfeccionen a otros.
En Efesios 4:16 Pablo recalca que todo el Cuerpo de Cristo causa el crecimiento del Cuerpo por medio de todas las coyunturas del rico suministro y por la función de cada miembro en su medida. Las coyunturas suministran las riquezas de Cristo, y cada miembro ejerce su función conforme a su medida. Tenemos que llegar a esta condición. Debemos ver nuestra verdadera situación y entender cuál es nuestra verdadera necesidad. Necesitamos que los santos sean perfeccionados a fin de que hagan la obra del ministerio, la cual consiste en edificar el Cuerpo de Cristo. Ciertamente necesitamos que esta práctica bíblica empiece a darse entre nosotros.
Todos debemos empezar a laborar con las personas. Cada miembro debe ejercer su función. Cuanto más ejerzamos nuestra función, más aprenderemos; y cuanto más aprendamos, más sabremos cómo ejercer nuestra función. Con el tiempo, todos los miembros del Cuerpo serán miembros que desempeñan su función, y por tanto, todos beneficiarán al Cuerpo. Entonces el Cuerpo será edificado. Una iglesia local es edificada por medio del crecimiento en número y por medio del crecimiento en vida. Una iglesia local debe crecer en número y también en vida. Si en una iglesia local no vemos el crecimiento numérico ni el crecimiento en vida, eso significa que a los ojos de Dios dicha iglesia está ociosa. Es por eso que debemos esforzarnos por practicar la manera bíblica. La obra del ministerio, el camino bíblico, no tiene como fin edificar una congregación local, sino edificar el Cuerpo orgánico de Cristo. Debemos dejar muy claro esta diferencia. Tenemos que seguir al Espíritu en nosotros a fin de edificar el Cuerpo de Cristo.
En la obra del ministerio, primero tenemos que predicar el evangelio para salvar a los pecadores. Luego tenemos que cuidar tiernamente a los nuevos creyentes, alimentarlos y enseñarles, a fin de criarlos en Cristo (1 Ts. 2:7, 11; Jn. 21:15-17; Mt. 28:20). Por ocupados que estemos, espero que dediquemos al Señor seis horas a la semana para Su obra. Si hacemos esto, Él nos bendecirá de muchas maneras. Nos bendecirá con salud, en nuestras finanzas, en nuestra situación, en nuestro negocio y en nuestra profesión porque estamos ocupándonos de Sus intereses. Según la historia, el Señor siempre paga con bendición a todos aquellos que le dedican algo. Hoy el Señor necesita que le demos seis horas a la semana para servirle conforme al camino bíblico salvando a las personas en sus hogares, y luego yendo a sus hogares para alimentarlas y enseñarles. Si hacemos esto, veremos los resultados. Cada año cosecharemos dos frutos que permanecen. El Señor respaldará nuestra labor y respaldará nuestro voto.
Si deseamos hacer la obra del ministerio, también debemos profetizar a fin de ministrar a Cristo con todas Sus riquezas para la edificación orgánica de la iglesia. Con el tiempo, aprenderemos cómo perfeccionar a otros para que hablen por el Señor. De este modo, todos los miembros de una iglesia local vendrán a ser profetas. Todos podrán hablar algo por el Señor y del Señor, a fin de impartirlo en otros. Profetizar es ministrar a Cristo con todas Sus riquezas en los demás miembros. Ésta es la edificación real y práctica del Cuerpo de Cristo de forma orgánica.
(
Don sobresliente para edificar la iglesia, El, capítulo 5, por Witness Lee)