Don sobresliente para edificar la iglesia, El, por Witness Lee

EL CAMINO BÍBLICO DE EDIFICAR LA IGLESIA COMO EL CUERPO DE CRISTO

El deseo de Cristo, conforme a Su promesa en Mateo 16:18, es edificar la iglesia, la cual es Su Cuerpo. Él hace esto como la Cabeza del Cuerpo al dar las personas dotadas a la iglesia. Sin duda alguna, las personas dotadas hacen lo que son capaces de hacer. Los apóstoles establecen iglesias, los profetas hablan por el Señor, los evangelistas predican el evangelio, y los pastores y maestros pastorean a la iglesia y enseñan a los santos. Sin embargo, además de esto, las personas dotadas realizan otra labor, la cual consiste en perfeccionar a los santos. El apóstol Pablo laboró mucho para levantar las iglesias y establecer ancianos, y mientras hizo esto, perfeccionó a todos los santos para que hicieran lo mismo que él hacía. Esta labor de perfeccionamiento edifica la iglesia como el Cuerpo de Cristo.

El Cuerpo no es edificado directamente por medio de la Cabeza ni por medio de las personas dotadas, sino por medio de los santos que son perfeccionados. La Cabeza y las personas dotadas edifican la iglesia indirectamente, mientras que los santos que son perfeccionados la edifican directamente. Debemos ver estos tres niveles de la edificación: primero, la Cabeza da los dones; segundo, los dones perfeccionan a los santos; y tercero, los santos perfeccionados realizan la obra de edificar la iglesia directamente. Esto se revela claramente en el Nuevo Testamento, especialmente en Efesios 4 y en 1 Corintios 14; sin embargo, no vemos que esto se practique en la tierra. Es posible que hayamos leído Efesios 4:11-16 y 1 Corintios 14 en el pasado, pero hayamos pasado por alto estos pasajes de la Palabra, pensando que los entendíamos. El Señor recientemente me dirigió a estos dos pasajes de la Palabra y mis ojos han sido abiertos para ver su significado. Siento la carga de que estos versículos se practiquen verdaderamente entre nosotros, a fin de que el Señor pueda lograr el deseo de Su corazón, esto es, edificar Su Cuerpo.

Hemos sido tan lentos para poner en práctica la manera bíblica por la influencia que recibimos de la tradición, y ahora lo que nos retiene es el hábito que hemos desarrollado. Este hábito es un gran obstáculo. Es posible que entendamos Efesios 4 y 1 Corintios 14, pero continuemos haciendo lo que hemos venido practicando. Si yo tuviera la manera de hacerlo, iría a las casas de cada uno de los santos y los llevaría conmigo a tocar a las puertas de las personas para predicar el evangelio. Después iría con ellos a visitar los hogares de los creyentes recién bautizados para brindarles un cuidado tierno y alimentarlos. Asimismo exhortaría a los santos a cuidar de estos nuevos creyentes como si fueran sus propios hijos. Si todos hiciéramos esto, se produciría un gran cambio en nuestra vida de iglesia. Hoy en día tal vez llevemos nuestra vida de iglesia simplemente de forma rutinaria. Es posible que los ancianos únicamente programen la reunión de oración y dejen el resto de la semana para que los santos tengan reuniones de hogar y reuniones de grupos pequeños. También es posible que programen la reunión del día del Señor para que los santos participen de la mesa del Señor y compartan unos con otros. Sin embargo, esta situación entre nosotros puede seguir igual semana tras semana sin que verdaderamente avancemos hacia el recobro actual del Señor.

Si hubiésemos sido conducidos a Cristo aparte de la influencia prevaleciente del cristianismo tradicional, nuestra vida de iglesia sería muy diferente. Supongamos que un grupo de nosotros fuera a tocar a las puertas de ciertas personas, les predicáramos el evangelio y las bautizáramos en el Dios Triuno. Luego continuamos reuniéndonos con ellas dos veces por semana, no de una manera formal, sino de una manera práctica y libre. Así, al abrirles la Biblia, les hablaríamos del proceso por el cual el Señor pasó para llegar a ser el Espíritu vivificante. Además de esto, les compartiríamos de cómo el Señor está en los cielos y al mismo tiempo en nosotros, es decir, en nuestro espíritu como el Espíritu vivificante. Después les enseñamos y las ayudamos a practicar el invocar el nombre del Señor. Al principio, tal vez invoquen con cierta indiferencia, pero al cabo de cierto tiempo de estar invocando el nombre del Señor, ellas empezarán a tener cierto sentir, cierta sensación interna. Así, después de estar visitándolas por dos meses, se producirá un gran cambio no sólo en sus conceptos, sino también en su andar diario y en su vida familiar. Una vez que esto suceda, podremos decirles que como hermanos cristianos que somos, debemos reunirnos en nuestra comunidad y, de este modo, podremos hacer que formen un grupo pequeño con otras tres o cuatro familias del vecindario, con quienes también hemos venido laborando. De este modo, podremos ayudarles a practicar apropiadamente las reuniones cristianas, y empezar a practicar la vida de iglesia con ellas. Podremos ayudarlas a que aprendan de nosotros, perfeccionándolas para que hagan lo mismo que nosotros hemos estado haciendo.

No debemos decirles lo que un anciano es porque no queremos enseñarles nada prematuramente. Cuando los padres crían a sus hijos, sólo les dan a conocer ciertas cosas cuando están preparados para recibirlas y en la etapa apropiada de su crecimiento en vida. Después de cierto periodo de tiempo, los nuevos creyentes dirán que desean avanzar más con el Señor. En ese momento, cuando quizás hayan crecido en número a veinte o treinta, usted podrá ayudarles a comprender que ellos están en la iglesia que está en su localidad, y que en la iglesia se necesita que haya hermanos que ejerzan el liderazgo. Este grupo de cristianos estará en una situación que es completamente diferente del cristianismo tradicional de hoy. Ellos irán a tocar puertas para predicar el evangelio a las personas y luego saldrán para tener reuniones de hogar. Ellos irán a tocar a las puertas de sus parientes, de sus compañeros de clase y de sus colegas, y perfeccionarán a los nuevos que han bautizado para que hagan lo mismo que ellos han hecho. Todos ellos aprenderán a tener reuniones de hogar y reuniones de grupo, y aprenderán a profetizar, a hablar Cristo. Una iglesia así será la mejor iglesia de todas.

Hace poco, en Taipéi, los hermanos emprendieron la obra de evangelizar toda la isla de Taiwán. Cinco equipos, con veinte santos en cada equipo, salieron a cinco ciudades para levantar la vida de iglesia. En menos de una semana de estar visitando a las personas puerta a puerta, ellos bautizaron a más de ciento veinte. En cada lugar lograron ganar a más de veinte nuevos creyentes. Al oír esto, me preocupó un poco que estuvieran bautizando a demasiadas personas sin tener suficientes nodrizas que pudieran cuidar de estos nuevos creyentes. Sin embargo, ellos me dijeron que, según su experiencia, sólo alrededor del cincuenta por ciento de las personas bautizadas permanecería, y que, por tanto, tratarían de bautizar a cincuenta en cada localidad. Después de dos semanas, dos hermanos de tiempo completo se quedarían en cada localidad para continuar visitando los hogares de todos los nuevos creyentes, y los dieciocho restantes irían a una nueva localidad para levantar otra iglesia. De este modo, desde el comienzo de su vida cristiana, estos nuevos creyentes serán introducidos en la manera bíblica de practicar la vida de iglesia. Todos los nuevos creyentes aprenderán a hacer lo mismo que han hecho los hermanos de tiempo completo para levantar la iglesia. Todos los días estos nuevos creyentes aprenderán algo nuevo que nunca antes han oído ni visto. Así pues, los veinte hermanos de tiempo completo laboran en cada localidad como modelos, y los nuevos creyentes aprenden de dichos modelos.

(Don sobresliente para edificar la iglesia, El, capítulo 5, por Witness Lee)