Tener comunión con el Señor para la mezcla de Dios con el hombre, por Witness Lee

EJEMPLOS DE SER LIBRADOS DEL ALMA

Examinemos un ejemplo para ver cómo se aplican estos tres pasos. Supongamos que cierto hermano tiene una mente muy fuerte y generalmente vive en este aspecto de su alma. Cuando escucha un mensaje acerca de vivir por el espíritu, él anhela llevar dicha vida. El Espíritu Santo empieza a operar en él revelándole la diferencia entre el alma y el espíritu. Entonces surge en él el deseo de que el Señor trate con él y se consagra a Él. Cuando el Señor acepta su consagración y empieza a tratar con él, los pensamientos que antes dirigían su mente ya no producirán los mismos resultados. Anteriormente, sus planes siempre parecían funcionar, pero ahora todas las cosas parecen salir mal. Después de pasar por repetidas experiencias de quebrantamiento que revelan lo mucho que él depende de su mente, él tendrá temor y no volverá a confiar plenamente en sus pensamientos. Este quebrantamiento es la disciplina del Espíritu Santo. Después de experimentar este trato de parte del Señor, él no dependerá más de sus pensamientos y le resultará más fácil vivir por su espíritu.

A esas alturas en la experiencia de este hermano, él puede pensar que ha sido completamente librado de su yo. Sin embargo, Dios continuará resplandeciendo sobre él, mostrándole que no ha sido completamente librado, porque todavía quedan algunos elementos anímicos que están mezclados con sus pensamientos. Aunque hay un elemento de Dios en su mente, todavía subsiste una buena medida del yo. A medida que Dios continúe iluminándolo, este elemento de mezcla en su mente gradualmente será eliminado al pasar por el tamiz de Dios. En sus experiencias iniciales en las cuales Dios trata con él, la disciplina del Espíritu Santo asesta un golpe fundamental en su mente. Luego esta iluminación posterior elimina los elementos de mezcla que aún subsisten en su mente. Es así como él es purificado a través del resplandor de Dios. Así, cuando él administra la iglesia, ministra la palabra o trata otros asuntos espirituales, él puede hacerlo sin intenciones impuras.

Vivir por el espíritu en lugar de vivir por el alma es una cosa, pero ser puro sin mezclas es otra cosa muy diferente. Una persona puede vivir conforme al espíritu sin ser completamente pura. A fin de ser puros, necesitamos experimentar algo adicional, la iluminación de Dios. Sólo aquellos que continuamente son iluminados pueden ser puros. Les ruego que no tomen esto como una simple doctrina. A menos que amemos al Señor, vayamos en pos de Él y procuremos complacerlo, no podremos aprender estas lecciones de una manera sólida. Aunque son innumerables las personas que han sido salvas a través de los siglos, no muchos han vencido al punto de ser las primicias. Según el libro de Apocalipsis, son los vencedores en las iglesias, y no la iglesia en su totalidad, quienes satisfacen el corazón de Dios. Por esta razón, en las siete epístolas en los capítulos 2 y 3 de Apocalipsis, se hace un continuo llamado a los vencedores. Pese a que algunos cristianos aman mucho al Señor, no viven conforme al espíritu, y son menos aún los vencedores que han sido librados del alma para vivir por el espíritu.

Hoy el Señor necesita vencedores. En los pasados dos mil años el evangelio ha sido propagado por los vencedores, Su testimonio se ha mantenido por medio de los vencedores, Satanás ha sido derrotado por los vencedores y la vida de Dios ha fluido a través de los vencedores. Cada uno de los vencedores aprende a vivir delante de Dios, es decir, a vivir en el espíritu y por el espíritu. Los vencedores sostienen la vida y el testimonio de la iglesia. A lo largo de las generaciones podríamos decir que la condición general de la iglesia ha sido una condición de muerte (3:1), pero los vencedores mantienen el testimonio de la iglesia. Ellos traerán el reino de Dios y se reunirán con el Señor a Su regreso. Quiera el Señor concedernos Su gracia para que sigamos las pisadas de los vencedores al pagar el precio y permitir que seamos severamente quebrantados para ser librados completamente de nuestra alma a fin de vivir en nuestro espíritu.

(Tener comunión con el Señor para la mezcla de Dios con el hombre, capítulo 5, por Witness Lee)