LOS CINCO PASOS DE LA MUERTE
Nuestra alma es transformada por medio del proceso de la muerte y la resurrección. La vida de nuestra alma debe morir a fin de que seamos transformados. Donde hay muerte, allí también está presente la resurrección, y allí también se efectúa la transformación. Nosotros experimentamos la muerte de las siguientes maneras.
En primer lugar, nuestro viejo hombre —la vida de nuestra alma— fue crucificado juntamente con Cristo (Ro. 6:6). Esto es de Dios. Cuando el Señor murió en la cruz, la vida de nuestra alma fue crucificada juntamente con Él. Por lo tanto, en el sentido objetivo, la vida de nuestra alma llegó a su fin en la cruz cuando el Señor fue crucificado. Nosotros fuimos crucificados en el mismo momento y en el mismo lugar en que Él fue crucificado. Fue también en ese momento que el Señor llevó nuestros pecados en la cruz (1 P. 2:24). Esto es un hecho consumado.
La vida de nuestra alma fue crucificada juntamente con el Señor en la cruz. Esto es un hecho consumado. Ahora el Espíritu Santo nos da la revelación de que necesitamos tener la experiencia de morir junto con el Señor. Éste es el segundo paso.
Tercero, con base en la revelación que recibimos, podemos responder negándonos a la vida de nuestra alma y rechazándola. En nuestra experiencia, primero vemos que fuimos crucificados juntamente con el Señor; luego necesitamos experimentar el hecho de que fuimos crucificados juntamente con el Señor. Tenemos que responder rechazando la vida de nuestra alma y negándonos a ella, es decir, tenemos que perder la vida de nuestra alma. Este paso no es fácil de llevar a cabo, pues se requiere la cooperación de nuestra voluntad.
Cuarto, en coordinación con nuestro deseo de perder la vida de nuestra alma, el Espíritu Santo prepara nuestro entorno para disciplinarnos. Si el Espíritu no opera en nuestro entorno, será muy difícil para nosotros perder la vida de nuestra alma. Por ello, Dios utiliza nuestras circunstancias externas para ayudarnos a cumplir el deseo que interiormente tenemos de negarnos a la vida de nuestra alma.
Quinto, el Espíritu Santo resplandece sobre nosotros para mostrarnos que en diferentes áreas todavía estamos llenos del elemento de nuestra alma. Ésta es una iluminación más profunda del Espíritu Santo. Éstos son los cinco pasos de la muerte, los cuales experimentamos.
Como cristianos que somos, las lecciones que aprendemos dependen de estos cinco pasos. Nuestro crecimiento y madurez en vida también dependen de estos cinco pasos. Al experimentar estos cinco pasos, nuestros problemas serán resueltos. Ésta es la manera en que perdemos la vida de nuestra alma a fin de que nuestro viejo hombre sea crucificado y nos neguemos a nuestro yo.
(Tener comunión con el Señor para la mezcla de Dios con el hombre, capítulo 6, por Witness Lee)