LA COMUNIÓN DEPENDE
DE LA CONDICIÓN DE NUESTRO ESPÍRITU
Estar en comunión es vivir continuamente en nuestro espíritu en unión con el Espíritu. Nuestro espíritu debe permanecer en comunión con el Espíritu aun cuando estemos muy ocupados. Incluso podemos reírnos o enojarnos, siempre y cuando permanezcamos en comunión con el Espíritu en nuestro espíritu. En 1 Juan 1:3 se nos dice: “[La vida eterna] que hemos visto y oído, os [la] anunciamos también a vosotros, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con Su Hijo Jesucristo”. Los apóstoles anunciaban la vida eterna a los creyentes para que éstos pudiesen tener comunión con el Padre y con Su Hijo Jesucristo. Tenemos esta comunión porque poseemos la vida eterna. En 2 Corintios 13:14 leemos: “La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros”. En Filipenses 2:1 vemos que la comunión tiene que ver con nuestro espíritu: “Si alguna comunión de espíritu”. Estos versículos nos permiten ver que nuestra comunión con Dios depende enteramente de la vida y se lleva a cabo completamente en el espíritu. Nuestra comunión con Dios no depende de lo que hacemos externamente, sino del hecho de que el Espíritu está en nuestro espíritu.
Antes de ser salvos, el Espíritu de Dios y nuestro espíritu estaban separados; pero en el momento en que fuimos salvos el Espíritu entró en nuestro espíritu y nos unimos a Él. El Espíritu y nuestro espíritu llegaron a ser un solo espíritu. Unirnos como un solo espíritu es algo continuo que implica un fluir mutuo. La vida de Dios, que hemos recibido, no es una parte ni la totalidad sino un fluir mutuo. Este fluir mutuo es la comunión de la vida divina, y nos hace uno con Dios al mezclarnos con Él. La comunión es una comunicación y unión entre el Espíritu y nuestro espíritu.
(Tener comunión con el Señor para la mezcla de Dios con el hombre, capítulo 2, por Witness Lee)