Estudio-vida de Éxodo, por Witness Lee

III. EL AGUA SE CONVIERTE EN SANGRE

Para la tercera señal, el Señor dijo a Moisés: “Toma de las aguas del río y derrámalas en tierra; y se cambiarán aquellas aguas que tomarás del río y se harán sangre en la tierra” (v. 9). Este río es el Nilo, que irrigaba al país de Egipto. El agua del Nilo representa el suministro terrenal y el disfrute terrenal. Según la Biblia, Egipto es rico en comida y en disfrute producidos por el Nilo. Lo que el agua del Nilo produce, aparentemente es suministro y disfrute. Pero a los ojos de Dios no es más que muerte. Todo el suministro, el disfrute y el entretenimiento del mundo son muerte. No obstante, para darnos cuenta de esto, debemos derramar el agua del Nilo sobre la tierra. Según Génesis 1, la tierra es la fuente que produce la vida. Cuando el disfrute mundano y el suministro terrenal son derramados sobre lo que produce vida, inmediatamente la muerte, representada por la sangre, quedará expuesta. Si usted conserva el agua del Nilo en un pozo, una vasija, una jarra, usted todavía considerará esta agua como la fuente de suministro y disfrute. Pero si usted la derrama sobre la tierra, la muerte quedará inmediatamente expuesta. Por tanto, la tercera señal revela que todo el suministro terrenal y el disfrute mundano no son más que muerte. Todos los deportes y entretenimientos en los cuales se complace la gente hoy son diferentes formas de muerte. El suministro mismo que nos proporciona el mundo también es muerte.

El agua del mundo en realidad no es agua; sino sangre. La gente mundana no bebe agua, sino sangre, es decir, muerte. Todo lo que disfrutan del mundo es muerte. Una persona llamada debe saber lo que es el mundo. Para la gente del mundo, el agua del Nilo es maravillosa. Sin embargo, para nosotros, es sangre. Los que han sido llamados por Dios deben poder decir a Su pueblo que no se queden en Egipto para beber el agua del Nilo, sino que salgan de Egipto y vayan al desierto a beber del agua de la peña hendida.

Además de conocer a Satanás y a la carne, debemos conocer al mundo. En el Nuevo Testamento, Satanás, la carne, y el mundo son vencidos continuamente. Aquellos que han sido llamados por Dios y enviados por El conocen a la serpiente, la lepra y la sangre, es decir, conocen a Satanás, a la carne, y al mundo. Según el Nuevo Testamento, Satanás se opone a Cristo (1 Jn. 3:8); la carne se opone al Espíritu Santo (Gá. 5:17); y el mundo se opone al Padre (1 Jn. 2:15). Por consiguiente, Satanás, la carne y el mundo se oponen al Dios Triuno en Su dispensación. Debido a Satanás, a la carne y al mundo, la dispensación de Dios no se ha llevado a cabo todavía. En la economía de Dios tal como la vemos en las tres parábolas de Lucas 15, el Hijo viene a buscar a los caídos y el Espíritu los ilumina para llevarlos de nuevo al Padre. Pero el diablo trabaja contra el Hijo, la carne lucha contra el Espíritu, y el mundo frustra a la gente y le impide regresar al Padre.

Todo aquel que es enviado por el Señor debe saber cómo tomar a la serpiente por la cola, vencer a la lepra, vencer al mundo con su suministro y su disfrute. Si carecemos de estas tres calificaciones, entonces no somos llamados por Dios y por lo tanto no podemos ser Sus enviados. En una persona que Dios ha llamado, Satanás, la carne, y el mundo han perdido su terreno.

El hecho de que Exodo 4 relata estas tres señales demuestra que la Biblia es inspirada divinamente. Ningún autor humano podría escribir estas cosas. En el capítulo tres de Exodo, Dios mostró a Moisés una zarza que ardía sin ser consumida. Después de eso, en el capítulo cuatro, el Señor mostró a Moisés tres señales subjetivas para que él tomara conciencia de lo que son Satanás, la carne y el mundo. Esto indica que alguien que ha sido llamado debe tener primero la visión de la zarza ardiente. Entonces él necesita alguna experiencia subjetiva para conocer a Satanás, a la carne y al mundo.

¡Alabado sea el Señor por las señales de aquel que es llamado y enviado por Dios! Le damos gracias al Señor por el cuadro claro de estas señales en Exodo 4. En estos días, muchos santos anhelan ser útiles en las manos del Señor. Pero como mencionamos en este mensaje, si queremos ser útiles para el Señor, debemos conocer a la serpiente, la lepra y la sangre, es decir, debemos saber cómo vencer a Satanás, a la carne y al mundo.

(Estudio-vida de Éxodo, capítulo 8, por Witness Lee)