Estudio-vida de Éxodo, por Witness Lee

III. FUE RECHAZADO POR LOS HERMANOS

A. Intentó rescatar a sus hermanos

Hechos 7:23 dice: “Pero cuando iba a cumplir la edad de cuarenta años, le vino al corazón el visitar a sus hermanos, los hijos de Israel”. En la Biblia, el número cuarenta representa las pruebas, los sufrimientos y aflicciones. Los hijos de Israel fueron probados por Dios en el desierto durante cuarenta años, Moisés estuvo en el monte durante cuarenta días y el Señor Jesús en el desierto durante cuarenta días. Los primeros cuarenta años de Moisés fueron años de pruebas y sufrimientos. Al final de estos años, Moisés tenía confianza en que él había sido plenamente equipado y preparado, calificado y perfeccionado para salvar a los hijos de Israel. “El pensaba que sus hermanos comprendían que Dios les daría salvación por mano suya” (Hch. 7:25). Cuando él vio un egipcio oprimir a un hebreo, Moisés “mató al egipcio, y lo escondió en la arena” (Ex. 2:12).

Hechos 7:22 afirma que Moisés era “poderoso en palabras”, pero en Exodo 4:10 , Moisés dijo al Señor: “Nunca he sido hombre de fácil palabra ... porque soy tardo en el habla y torpe de lengua”. ¿Cómo podemos conciliar estos versículos? ¿Fue Moisés poderoso en palabras o tardo en el habla? A la edad de cuarenta años, Moisés se consideró plenamente educado y calificado. Por consiguiente, él actuó de una manera valiente. Pero su fuerza y su valor eran totalmente naturales. Dios no deseaba usar la habilidad natural de Moisés, su fuerza natural, ni su valor natural. Para acabar con la fuerza natural de Moisés, Dios lo hizo trabajar como pastor en la tierra de Madián. Por tanto, la persona que fue criada en la familia real egipcia y que había logrado el nivel más elevado de cultura llegó a ser un culto pastor. Durante cuarenta años más, Moisés guardó el rebaño de su suegro en el desierto. Esta fue la mejor “escuela” en la cual se pudo graduar Moisés. En esta “escuela”, él fue adiestrado a no confiar en su habilidad natural. El era naturalmente elocuente, valiente, poderoso, y fuerte. Pero espiritualmente, él fue disciplinado hasta que se dio cuenta de que no era nada.

Cuando Dios llamó a Moisés en el capítulo tres, El le mostró la señal de la zarza ardiente, una zarza que ardía sin ser consumida (3:2-3). Tal parece que Dios le dijo: “Moisés, no eres más que una zarza por medio de la cual deseo manifestarme. Deseo que seas Mi intermediario, pero no usaré tu energía, ni tu fuerza. Tu eres el vaso y Yo soy el combustible. Todo lo que hagas, debes hacerlo dependiendo de Mi”.

No se imagine que Dios usará la fuerza o la energía de usted para cumplir Su propósito. Si queremos ser usados por Dios, debemos tener un corazón para El y Sus intereses, pero nuestra fuerza natural debe ser echada a un lado. A Dios no le interesa usar nuestra elocuencia natural, nuestro conocimiento, talento, habilidades, energía, ni poder. El no puede usar lo que es natural en nosotros.

Dios tomó los primeros cuarenta años de la vida de Moisés para edificar un hombre fuerte en la vida natural, y luego tomó cuarenta años más para despojarlo de todas sus habilidades naturales. A muchos, y especialmente a los jóvenes les puede parecer que cuarenta años es un periodo demasiado largo y que Dios no debe disciplinar nuestras habilidades y energías naturales durante tanto tiempo. No obstante, como hermano mayor con más de cincuenta años de experiencia en el Señor, puedo testificar que cuarenta años pasan muy rápidamente. No esperen crecer y desarrollarse como un hongo. La manera en que Dios opera consiste primeramente en edificarnos, y luego, en cierto sentido, en derribarnos. Dios deseaba que Moisés aprendiera toda la sabiduría y el conocimiento de los egipcios, pero la sabiduría y el conocimiento no debían permanecer crudos, sin procesar. Por el contrario, siempre deben ser procesados. Aunque nos guste o no este proceso, debemos pasar por él a fin de aprender a no depender de nuestra fuerza ni habilidad naturales. Después de haber echado a un lado todo lo que fue edificado en nosotros de manera natural, seremos útiles al Señor.

B. Rechazado por sus hermanos

En este capítulo, Moisés fue criado por la vida femenina y rechazado por la vida masculina (vs. 11-15). En tiempos de dificultad, la vida femenina fue usada por Dios a fin de levantar algo para Su propósito. Pero todo lo que Dios levanta por medio de la vida femenina es rechazado por la vida masculina. Este principio puede ser aplicado a la historia del mover del Señor en la tierra.

¿Qué vida prefiere usted: “la vida que levanta o la vida que rechaza”? Si me hicieran este pregunta, yo contestaría que aprecio ambas vidas y que necesito ambas. Necesito ser levantado y también necesito ser rechazado. Si en el recobro del Señor, usted nunca ha sido rechazado, no puede saber donde está. Sólo aquellos que han sido rechazados pueden ser usados por Dios. Si usted no ha sido rechazado, todavía está “crudo” y sin procesar. Si queremos ser procesados, debemos ser rechazados. Fui rechazado muchas veces. Mi carácter y manera de ser necesitan y merecen este rechazo.

Vimos que Moisés era naturalmente muy fuerte y pensaba que sus hermanos hebreos lo reconocerían como su liberador. Por ser fuerte, Moisés era franco. Esto caracteriza a todos los poderosos. Así como Moisés, cuanto más fuerte seamos, más seremos rechazados. Quizá sólo los que son como la medusa serán siempre bienvenidos.

Moisés tenía un buen corazón con una buena intención y esto le hizo intervenir en la pelea de los dos hebreos. El dijo al que estaba equivocado: “¿por qué golpeas a tu prójimo?” (2:13). Parece que Moisés estaba diciendo: “como hermanos hebreos, debemos amarnos unos a otros. ¿Por qué estás perjudicando a tu hermano?” El hebreo que estaba equivocado contestó: “¿Quién te ha puesto a ti por príncipe y juez sobre nosotros? ¿piensas matarme como mataste al egipcio?” (v. 14). Por tanto, el que había sido criado por la vida femenina recibió un rechazo.

En el mismo principio, el Señor Jesús fue crucificado por la vida masculina, pero fue apreciado por la vida femenina. Cuando el Señor fue crucificado, la presencia de las hermanas era una exhibición del amor y aprecio que le tenían. En tiempos difíciles, siempre pasa así. Por consiguiente, todos debemos ser mujeres.

(Estudio-vida de Éxodo, capítulo 3, por Witness Lee)