II. EL CORTE DADO POR SEFORA
A. Para completar la circuncisión
en la familia de Moisés
Llegamos ahora al relato de Moisés y Séfora (4:24-26). El versículo 24 dice: “Y aconteció en el camino, que en una posada Jehová le salió al encuentro y quiso matarlo”. En El versículo 23, parecía que el llamado de Moisés era completo. Por tanto, Moisés tomó a su esposa y a sus dos hijos y empezó a caminar desde el país de Midian a Egipto. Pero mientras estaban en una posada, el Señor salió al encuentro de Moisés y quiso matarlo. Moisés debió haberse sorprendido y Séfora debió haberse atemorizado. Séfora quizá haya preguntado a Moisés por qué Dios quien lo había llamado y enviado, ahora quería matarlo. Ella debe haberse preguntado qué pasaba. Creo que Moisés se dio cuenta inmediatamente del problema: su hijo menor no había sido circuncidado. Como esposa gentil, Séfora quizá no estuvo muy contenta cuando Moisés circuncidó al primer hijo, y esa pudo haber sido la causa por la cual se opuso a la circuncisión de su segundo hijo. Debido a la debilidad y el descuido de Moisés, además de la oposición de Séfora, el requisito del Señor no se había cumplido; por tanto, el Señor quiso matar a Moisés. No le resultó fácil a Séfora, una mujer gentil, aceptar este requisito. Séfora fue obligada a aceptar, aunque no estaba contenta al respecto.
B. Con un pedernal afilado
El versículo 25 dice: “Entonces Séfora tomó un pedernal afilado y cortó el prepucio de su hijo, y lo echó a sus pies, diciendo: a la verdad tú me eres un esposo de sangre”. Al cortar el prepucio de su hijo, Séfora no usó un cuchillo, sino un pedernal afilado, una piedra, un instrumento cortante poco usual. Quizá ella usó este instrumento porque la circuncisión se llevó a cabo en un estado de urgencia. El uso de un pedernal afilado también parece indicar que la circuncisión fue llevada a cabo en un ambiente desagradable. Eso también queda indicado por el hecho de que Séfora echó el prepucio a los pies de Moisés y dijo: “tú me eres un esposo de sangre”. El ambiente no era agradable, pero Dios dejó que Moisés se fuese después de la circuncisión. Si el ambiente hubiera sido agradable, no cabe duda de que Séfora habría expresado su arrepentimiento y habría tenido comunión con Moisés. Ella habría pedido a Moisés que hiciera la circuncisión con un cuchillo para hacer el corte apropiado. Entonces el corte no habría sido tan doloroso. No obstante, en nuestra experiencia sólo el Señor usa un cuchillo adecuado para llevar a cabo la obra de cortar. Aquí el corte es representado por la vida femenina, porque el corte es subjetivo. Pero todos nosotros, mayores o jóvenes, hermanos y hermanas, somos los que hacemos el corte. En la vida de iglesia, o cortamos o somos cortados. En casi todos los casos, este corte es hecho con instrumentos crudos y rudimentarios.
C. Llamó a Moisés “esposo de sangre”
Durante muchos años me inquietó esta porción de la Palabra. Después de ganar cierta experiencia comencé a entenderla. Mediante la experiencia, me di cuenta de que los que han sido llamados no solo necesitan la ayuda masculina, la ayuda de Aarón, sino también la ayuda femenina, la ayuda de Séfora. La ayuda masculina es el complemento, pero la ayuda femenina es el corte. Todo aquel que es llamado por Dios necesita tanto la ayuda masculina como la ayuda femenina, tanto el complemento como el corte.
Como todo hermano casado se da cuenta, las esposas son muy propensas a cortar. Hay momentos en que aún las esposas cristianas son “gentiles” con sus esposos. Si el marido no ama al Señor ni desea obedecer al Señor, la esposa quizá no sea una “gentil”. Pero en cuanto él empieza a amar al Señor, a seguir el camino del Señor, y a vivir por el Señor, la esposa queda expuesta como “gentil”, como “pagana”. Esto significa que una esposa que ha sido cristiana durante años de repente puede comportarse como alguien que no es separado para Dios y que no vive para Dios. Muchos cristianos contemporáneos siguen siendo paganos en su diario vivir: no aman al Señor, no son separados para el Señor, y no toman el camino del Señor. Son cristianos en el hecho de que han sido regenerados y han recibido la vida divina, pero no son cristianos en su diario andar.
Cuando cierto hermano está en el mundo, sin preocuparse por los intereses del Señor, su esposa quizá no le cause ningún problema en cuanto al Señor. Pero en cuanto él empiece a vivir para el Señor, su esposa se comporta como una Séfora pagana, una mujer que no está totalmente separada para el Señor. Hasta cierto punto, su esposa lo apoyará, así como Séfora apoyó a Moisés. Pero en su situación, hay algo que no está circuncidado, algo que es común, impuro y que no ha sido separado, santificado, para el Señor. Si el Señor no interviene en la situación de este hermano, la naturaleza gentil de la esposa quizá no quede expuesta. Pero en cuanto el Señor interviene, quizá mientras el hermano está a punto de cumplir la comisión de Dios, la actitud de la esposa hacia la circuncisión de la carne sea expuesta. Obligada a aceptar el corte del prepucio, la esposa lo lleva a cabo, pero no lo hace con una actitud positiva ni agradable. Por tener que aceptar la separación de su marido al Señor, ella lo considera como “un esposo de sangre”.
Ser un “esposo de sangre” significa ser una persona bajo la muerte. A los ojos de Séfora, la circuncisión significaba que su marido Moisés estaba bajo sentencia de muerte. Si nosotros los hermanos somos absolutos con el Señor, también llegaremos a ser un “marido de sangre” a los ojos de nuestras esposas.
Observe cuidadosamente el cuadro de Moisés y Séfora en Exodo 4. Mientras ellos estaban cumpliendo la comisión de Dios, Séfora aceptaba de algún modo lo que Moisés estaba haciendo. No obstante, Moisés era más absoluto para el Señor que Séfora. El estaba dispuesto a que su hijo fuese circuncidado, pero Séfora no. No vemos ninguna indicación de que Moisés y Séfora estuviesen peleando sobre el asunto de la circuncisión, pero entre ellos había algo que no fluía. Debería ser una circuncisión, pero Séfora se oponía a ella. Ella no estaba de acuerdo con el hecho de cortar la carne como señal de separación para Dios. Pero el usar a alguien que todavía vivía en la carne o en la vida natural iba en contra del principio divino. La carne y la vida natural deben ser cortadas. Dios sólo puede usar a alguien que ha sido separado para El.
El asunto de la circuncisión incluye un principio crucial en la economía de Dios. Sin la circuncisión, es imposible participar en el pacto que Dios hizo con Abraham acerca de la herencia de la buena tierra. Además, una persona incircuncisa no puede tener parte en el ministerio de Dios. El que Dios viniera para matar a Moisés significa que una situación incircuncisa podría acabar con el al servir a Dios. Pero el significado de la circuncisión consiste en ser introducido en Su ministerio.
Por consiguiente, mientras Moisés trataba de llevar a cabo la comisión de Dios, Dios no podía tolerar el descuido de Moisés en el asunto de la circuncisión. Por tanto, El vino a disciplinar a Moisés. Indudablemente Moisés fue débil al ceder, al menos un poco, a la oposición de su esposa de no circuncidar a su hijo. Debido a que esta debilidad ofendía al Señor, El quiso matar a Moisés. Cuando el Señor salió al encuentro de Moisés, toda la situación salió a la luz. Moisés sabía que estaba equivocado, y Séfora se dio cuenta de cual era su responsabilidad. Puesto que la responsabilidad descansaba principalmente sobre ella por su oposición a la circuncisión, ella fue obligada a tomar acción. Ella cortó el prepucio con un instrumento poco común, un pedernal afilado. Pero debemos señalar que Séfora hizo el corte en amor. Ella amaba a Moisés y quería salvar su vida.
Al aplicar este incidente de forma espiritual, vemos que a menudo las esposas cortan a sus esposos de una manera poco común. Si las hermanas llevan este asunto al Señor en oración, El les mostrará las maneras poco usuales en que ellas cortan a sus maridos. No obstante, no son siempre las esposas las que cortan. El apóstol Pablo nunca estuvo casado, pero ciertamente fue cortado por otros.
La ayuda de Aarón, su compañero, era algo objetivo, mientras que la ayuda de Séfora, el corte, era subjetivio. A veces el Señor nos coloca en un ambiente donde somos cortados por otros, quizá por nuestros queridos hermanos en el Señor. En esos tiempos, estos hermanos no nos complementan sino que nos cortan. Quizá no luchen en contra de nosotros, pero aún cuando aparentemente están de acuerdo con nosotros, funcionan como personas que cortan. Todos debemos estar listos para recibir este corte.
Dios ha preparado no solamente a un Aarón para nosotros, sino que en Su soberanía, también ha preparado una Séfora. Nosotros no necesitamos escogerlo. Dios tiene los Aarones y las Séforas listos y esperando. Particularmente en la vida de iglesia hoy en día existen las personas que nos complementan y las que nos cortan. Manejar a los complementos es algo difícil, pero manejar a los que cortan es aún más difícil porque nos hacen un “marido de sangre”.
Después del complemento con Aarón y del corte de Séfora, el llamado de Moisés estaba completo. El estaba listo para ir a Egipto y llevar a cabo la comisión de Dios. Le damos gracias al Señor por el cuadro completo del llamado de Dios. Si llevamos esta palabra al Señor, El nos iluminará. Entonces diremos: “Señor, cuanto te agradezco que conmigo estén algunos Aarones y algunas Séforas. Te alabo Señor por el complemento y por el corte”.
(
Estudio-vida de Éxodo, capítulo 9, por Witness Lee)