IV. LA SOBERANIA DE DIOS
A. Hizo que los hijos de Israel
se multiplicaran y se fortalecieran
Faraón esclavizó a los hijos de Israel e hizo todo lo posible para matar la vida masculina, pero Dios seguía siendo soberano sobre toda la situación (1:7, 12, 17-21). Por ejemplo, la soberanía de Dios hizo que los hijos de Israel “fructificaran y se multiplicaran, y fueran aumentados y fortalecidos en extremo” (1:7). Hoy en día la iglesia a menudo se fortalece sin razón aparente. Lo podemos explicar solamente por la soberanía de Dios. En el transcurso de los años, he aprendido que no debemos confiar en nuestra labor. Sólo debemos confiar en la bendición de la soberanía de Dios. Cuando el Señor nos bendice, hasta nuestros errores resultan para nuestro bien (no obstante, esto no significa que debemos hacer el mal para que venga el bien). Pero si no viene ninguna bendición por parte del Señor, por muy correctos o buenos que seamos, no veremos mucho resultado positivo. Nunca deberíamos poner nuestra confianza en lo que somos ni en lo que podemos hacer. Nuestra confianza debe centrarse totalmente en el Señor. Debemos orar: “Señor, sólo estamos haciendo nuestro deber al seguirte. Pero Señor, Tú sabes que no confiamos en lo que somos ni en lo que podemos hacer. Señor, nuestra confianza reposa totalmente en lo que Tú eres. Si Tú bendices soberanamente a Tu iglesia, ésta se multiplicará y se fortalecerá”.
B. Fortaleció a las mujeres hebreas
Vemos también la soberanía del Señor en el hecho de que fortaleció a las mujeres hebreas (1:19). Cuando Faraón preguntó a las parteras por qué los niños varones seguían viviendo, las parteras contestaron: “porque las mujeres hebreas no son como las egipcias, pues son robustas, y dan a luz antes que la partera venga a ellas” (v. 19). Al contestar de esta manera a Faraón, las parteras no mentían. Era cierto que las mujeres hebreas eran más robustas que las egipcias. Esto fue conforme a la soberanía de Dios. Las mujeres hebreas eran robustas porque Dios en Su soberanía las hizo así.
Pasa lo mismo con la iglesia hoy. El hecho de que la iglesia sea robusta o esté amortecida no depende de lo que hacemos. Depende totalmente de la soberanía del Señor. Pero eso no significa que debemos ser perezosos ni ociosos. Por una parte, no debemos pensar que nuestra labor traerá la bendición de Dios. Por otra parte, no debemos pensar que no debemos hacer nada porque todo depende de la bendición del Señor. Debemos laborar, cumplir nuestro deber, conscientes de que mientras estemos haciendo eso, la condición de la iglesia y de los santos es por completo un asunto de la soberanía de Dios.
C. Usó la vida femenina
para salvar la vida masculina
Además, el Señor en Su soberanía usó la vida femenina, las parteras, para salvar la vida masculina, en el mismo principio que El usó a la virgen María para producir al Salvador (Gá. 4:4-5). En su propia sabiduría, Faraón planificó terminar con la nación de Israel. Dios no luchó contra Faraón. Al contrario, en Su soberanía El usó a dos parteras para salvar la vida masculina.
D. Dios hizo bien a las parteras
y prosperó sus familias
Los versículos 20 y 21 dicen: “Y Dios hizo bien a las parteras; y el pueblo se multiplicó y se fortaleció en gran manera. Y por haber las parteras temido a Dios, El prosperó sus familias”. Al hacer bien a las parteras, Dios prosperó sus familias para cumplir Su propósito. Eso significa que El usó la vida que sirve para el placer del hombre a fin de producir la que sirve para el propósito de Dios. En este cuadro, vemos que si nos negamos a permanecer con Faraón y en cambio permanecemos con Dios, El nos hará bien para que produzcamos vida a fin de cumplir Su propósito. Hermanas, cuando ustedes permanezcan con Dios, y no con Satanás, Dios prosperará sus familias. Eso significa que Dios establecerá unidades que producen vida para cumplir Su propósito.
Por medio de este mensaje, podemos concluir que por mucho que Satanás intente esclavizarnos o aniquilarnos, Dios es soberano y El nos puede usar para ser las parteras de hoy. Todos podemos ser aquellos que convierten la vida para el placer del hombre en una vida para el propósito de Dios. Si somos estas parteras, Dios establecerá casas para nosotros, llenas de gente que producen vida con miras al cumplimiento del propósito de Dios. En el mensaje siguiente, veremos que Moisés fue preservado por medio de tres mujeres: su madre, su hermana y la hija de Faraón. ¡Alabado sea el Señor por las parteras, por la vida femenina que se vuelve a Dios a fin de cumplir Su propósito! Alabado sea El porque en la oscuridad de Exodo 1 resplandece una luz brillante.
(
Estudio-vida de Éxodo, capítulo 2, por Witness Lee)