Estudio-vida de Éxodo, por Witness Lee

III. EL LUGAR DEL LLAMAMIENTO DE DIOS

A. La parte lejana del desierto

Exodo 3:1 dice: “apacentando Moisés las ovejas de Jetro su suegro, sacerdote de Madián, llevó las ovejas a través del desierto, y llegó hasta Horeb, monte de Dios”. Un día Moisés llevó el rebaño hasta el final del desierto. Esto indica que nosotros únicamente podemos ser llamados cuando estamos al final de nuestra situación, y nunca cuando estamos al principio. Creo que Moisés condujo el rebaño hasta el final del desierto porque él estaba buscando el mejor pasto. Quizá no haya estado satisfecho con los lugares que conocía, y él tal vez haya deseado un nuevo lugar. Por tanto, él fue hasta el final.

Si deseamos recibir el llamamiento de Dios, nosotros también debemos estar en el lugar adecuado. Primeramente este lugar es el final de nuestra situación. Si usted es un maestro, Dios no lo puede llamar estando al frente de su profesión de maestro. Usted debe estar al final. Bajo el mismo principio, si usted es negociante, debe ir hasta el fin de su negocio para ser llamado por Dios.

Estar la final significa que no estamos conformes con nuestra situación presente. Durante años, Moisés llevó el rebaño al principio del desierto. Pero un día, estaba insatisfecho y decidió ir hasta el final para ver lo que había allí. Si usted está insatisfecho con su profesión o su matrimonio, esta insatisfacción lo puede conducir hasta el fin. Todo aquel que ha sido llamado de Dios puede testificar que esto ocurrió en el final.

En el llamamiento de Moisés, ¿quién vino a quién? ¿Fue Moisés a Dios, o Dios a Moisés? Yo diría que ambos viajaban, y que finalmente se encontraron en cierto lugar. Dios viajó hasta allí desde los cielos, y Moisés viajó hasta allí desde el lugar en que vivía. Por tanto, resulta difícil decir quién vino a quién. Según nuestra experiencia, un día nosotros llegamos a cierto lugar, y allí encontramos a Dios.

B. El monte de Dios

“Cuando Moisés llegó a la parte más lejana del desierto, él llegó hasta Horeb, monte de Dios”. A menudo el fin de nuestra situación resulta ser el monte de Dios. No obstante, Moisés no sabía que el monte de Dios se encontraba al final del desierto. Sin embargo, mientras Moisés viajaba despacio con el rebaño hasta el monte de Dios, Dios ya estaba allí esperándole.

C. Tierra santa

En el versículo 5, Dios dijo a Moisés: “No te acerques; quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tu estás, tierra santa es”. En este versículo, la “tierra santa” se refiere a la tierra que el hombre no ha tocado. Esto indica que el llamamiento de Dios se produce en un lugar en donde no existe ninguna interferencia humana. El llamamiento de Dios siempre llega a una persona que se encuentra en tierra virgen, una tierra que sólo Dios toca. Esto significa que cada llamamiento genuino ocurre en un lugar donde no hay ninguna manipulación humana ni opinión. Si deseamos ser llamados por Dios, debemos estar en un lugar plenamente reservado para El.

D. En medio de una zarza

En esta tierra santa hay una zarza. El versículo 2 dice: “Y se le apareció el ángel de Jehová en una llama de fuego en medio de una zarza; y él miró, y vio que la zarza ardía en fuego, y la zarza no se consumía”. La zarza representa a Moisés. El hecho de que Dios llamó de en medio de la zarza indica que el lugar del llamamiento de Dios está dentro de nosotros. Dios no nos llama desde los cielos; El llama desde nuestro interior. Algunos pueden preguntarse si este principio se aplica al caso de Saulo de Tarso. Inicialmente, Saulo fue llamado por el Señor desde los cielos, pero finalmente este llamamiento llegó a ser algo interior en Saulo. El Señor, quien lo llamó vino dentro de él, dentro de la “zarza” de Tarso.

Nuestra experiencia testifica el hecho de que el lugar del llamado de Dios se encuentra dentro de nosotros. Todo aquel que ha sido verdaderamente llamado por Dios puede testificar esto. En el principio, parecía que Dios llamaba desde los cielos. No obstante, resultó claro que Dios llamaba desde dentro de la “zarza”.

E. Una llama de fuego

El versículo 2 habla también de “una llama de fuego”. Esto se refiere a la gloria de la santidad de Dios. En la Biblia, la santidad de Dios es comparada con el fuego. Cada vez que Dios llama a alguien, El lo llama en la gloria de Su santidad. Al llamar a una persona de esta manera, Dios lo separa para Su santidad.

Aparentemente, el llamamiento de Dios se produjo en la parte más lejana del desierto; en realidad, sucedió en el monte de Dios, y particularmente en una tierra santa. En experiencia, fue desde el interior de una zarza, y finalmente, fue desde la llama de fuego. El lugar del llamamiento que hizo Dios a Moisés: en la parte más lejana, en el monte, en la tierra santa, en medio de una zarza, y en una llama de fuego. En el fuego, Dios llamaba a Moisés. De hecho, Dios fue la llama de fuego, pues la voz que llamó a Moisés procedió del fuego. Por consiguiente, era el fuego el que hablaba, que llamaba. Todos debemos estar en ese lugar. Entonces el llamamiento de Dios vendrá a nosotros.

El ser llamado por Dios no es simplemente un asunto de consagrarnos al Señor, asistir a una escuela o a un seminario bíblico, y ser ordenados después de la graduación. Este “llamamiento” no significa nada a los ojos de Dios. El llamamiento de Dios se produce al final de nuestra vida en el mundo, en el monte de Dios, y en un lugar en donde no existe ninguna interferencia humana. Además, somos llamados por Dios en la gloria de Su santidad desde el interior de una zarza ardiente.

(Estudio-vida de Éxodo, capítulo 5, por Witness Lee)