Estudio-vida de Éxodo, por Witness Lee

IX. EL NOVENO CONFLICTO

Génesis 2:5 indica que se necesitan dos cosas para el crecimiento: la lluvia para regar la tierra y el hombre para cultivar el suelo. La lluvia es un factor básico en el crecimiento de las cosas vivientes en la tierra. La lluvia tiene como propósito principal la vida, a fin de permitir que las cosas vivientes crezcan. La función de la lluvia es el crecimiento de las plantas y los árboles y el satisfacer la sed del hombre.

Durante el noveno conflicto entre el Señor y Faraón, el Señor cambió la función de la lluvia (9:13-35). En lugar de agua, hubo granizo que perjudicó los productos de la tierra. En esta plaga, Dios cambió una de las funciones del universo, es decir, El cambió uno de los principios naturales que gobiernan el universo.

El universo no sólo fue creado por Dios, sino también arreglado y ordenado por El para satisfacer las necesidades del hombre. Por consiguiente, Dios ha ordenado que ciertos principios o leyes gobiernan la función del universo. En la séptima plaga, Dios cambió el principio relacionado con las funciones de la lluvia. La lluvia dejó de regar la tierra para producir la vida, y se convirtió en granizo que dañaba la vida en la tierra. En lugar de satisfacer la sed de la gente, los mataba. Exodo 9:23 afirma que mientras caía el granizo, el fuego se esparcía sobre el suelo. Además, el fuego se mezcló aún con el granizo (v. 24). Por consiguiente, se mezclaron dos extremos indicando que Dios había cambiado la función del universo.

Podemos aplicar esta plaga a nuestra experiencia espiritual. Si nuestra relación con Dios es adecuada, El manda la lluvia espiritual sobre nosotros para regar el jardín en nuestro espíritu y satisfacer nuestra sed. Pero si somos obstinados o rebeldes en contra del Señor, nuestra relación con El estará destruida, y El alterará la función espiritual de la lluvia al mandar granizo sobre nuestro espíritu y fuego junto con el granizo. Este cambio de función espiritual causa graves daños.

(Estudio-vida de Éxodo, capítulo 19, por Witness Lee)