EL BAUTISMO Y EL UNGIMIENTO
DEL SALVADOR-HOMBRE
En 3:21 y 22 tenemos el bautismo y el ungimiento del Salvador-Hombre: “Aconteció que cuando todo el pueblo se bautizaba, también Jesús fue bautizado; y orando, el cielo se abrió, y descendió el Espíritu Santo sobre El en forma corporal, como paloma, y vino una voz del cielo que decía: Tú eres Mi Hijo, el Amado; en Ti me he complacido”. El Señor Jesús fue bautizado no sólo para cumplir la justicia conforme al plan de Dios (Mt. 3:16), sino también para dejarse llevar a la muerte y a la resurrección a fin de poder ministrar, no según lo natural, sino según la resurrección. Al ser bautizado, El vivía y ministraba en resurrección aun antes de que ocurriera Su muerte y resurrección tres años y medio después.
Cuando el Señor fue bautizado para cumplir la justicia de Dios y ser puesto en la muerte y la resurrección, se puso a Su disposición tres cosas: los cielos abiertos, el Espíritu de Dios que descendió y el hablar del Padre. Esto debería suceder hoy con nosotros en nuestra experiencia.
Lucas 3:22 dice que el Espíritu Santo descendió sobre el Salvador-Hombre en forma corporal como paloma. Antes de que el Espíritu de Dios descendiera y viniera sobre el Señor Jesús, El había sido concebido por el Espíritu Santo y nació de El (Lc. 1:35). Esto demuestra que El ya tenía el Espíritu de Dios dentro de El para Su nacimiento. Ahora, para Su ministerio, el Espíritu de Dios descendió sobre El. Esto fue el cumplimiento de Isaías 61:1; 42:1; y Salmos 45:7 para ungir al Salvador-Hombre y presentarle a Su pueblo.
Lucas 3:22 dice que el Espíritu Santo descendió en forma corporal como paloma. Una paloma es dócil, y sus ojos sólo pueden ver una cosa a la vez. Por lo tanto, la paloma representa docilidad y pureza en visión y propósito. Por haber descendido el Espíritu de Dios como paloma sobre el Señor Jesús, El pudo ministrar con docilidad y con un sólo propósito, centrándose únicamente en la voluntad de Dios.
En 3:22 también se nos dice que una voz vino del cielo diciendo: “Tú eres Mi Hijo, el Amado; en Ti me he complacido”. Mientras que el descenso del Espíritu es el ungimiento de Cristo, el hablar del Padre atestigua que Cristo es el Hijo amado. Aquí tenemos un cuadro de la Trinidad Divina: el Hijo está de pie en la tierra, el Espíritu desciende sobre el Hijo, y el Padre habla del Hijo. Esto demuestra que el Padre, el Hijo y el Espíritu existen simultáneamente, lo cual tiene como fin la realización de la economía de Dios.
(
Estudio-vida de Lucas, capítulo 7, por Witness Lee)